Tras de la Cruz del Sur
Publicado en Jan 29, 2013
Lo bueno de la vida
es tal vez la sencillez la audacia y la timidez las historias ya sabidas los amores, las heridas los entuertos las desgracias la manera en que los hombres sufren por el desdén de sus damas y juntan flores, retamas para conquistar el esquivo amor desesperanzado esclavos de esas, sus amas. Esta historia sólo recoge lo que escuchó el poeta cuando, al cruzar la glorieta sin buscarlo ni quererlo oyendo logró entenderlo y yo les cuento como fue pues también yo lo escuché Hubo una vez, hace mucho un muchacho encantador todo en el era candor sueños, ganas y contento donde al corazón sin tiento galopaba sin razón Hay una edad, todos dicen, en que el amor es destino ya ven que tradicional se impuso otra vez el sino pues un doncel qué podría si no ser el protagonista de una historia idílica ya vista de un amor por una doncella de seguro, hermosa ella. De la dama en cuestión las lenguas cuentan que era blanca, rosada y bella o tal vez morena, espigada y sensual para el caso, nos da igual El punto es que el muchacho de alguna manera supo de la existencia de la moza joven linda candorosa y el resultado lo intuyen: de ella se enamoró de su tez color de rosa de sus labios colorados obra perfecta del hado donde bellas palabras fluyen ¿Cual misterio? Dirá el lector todos los jovenes terminan enamorados, ansina novedad? No veo alguna ¡que escritor tan maniatado! Já, búrlense ahora: Ocurre que el mozo amaba la geografía no solo de su señora pues en esos tiempo recorrerla no podía Las épocas eran antiguas y no se manoseaba a la dama ni menos se la llevaba a la cama en aras de enamoramiento y digo verdad, no miento pues ahora basta decir « te quiero» para pedir de la mujer consentimiento El tenía otro amor, y este era descubrir la redondez de la tierra de los mares a la sierra de los salares al viento que recorre sin aliento pues va soplando y soplando. En resumen, aparte de quererla su otro amor era el planeta que estudiaba, selva inquieta collado rugoso, mar proceloso mar oscuro, madreperla Y de repente, cual se le ocurre a los héroes quiso recorrerla entera no a la moza si no a la tierra Y empezó de peregrino cargando zurrón de vino panes que devinieron en secos carne, que terminó en gusanos fue navegando en el río, después recorrió los llanos mar por mar, playa y ensenada mirando todo con asombro sin asustarse de nada y así le pasó la vida de grado en grado paralelo a meridiano conociendo enemigos abrazando mil hermanos Allí, los hotentotes, más aquí, verdes fueguinos tomó vino con gigantes hizo bailar elefantes montó corceles beduinos Miraba a las estrellas para poder orientarse y así se le fue la vida mil cosas para narrarse Descubrió que la cintura de la mujer es poema que los senos de los mozas son gozo, luna y tristeza Que la piel de la mujer puede ser suave y ser tersa que los ojos renegridos son de insondable belleza En su mente, su doncella era cada vez más galana más hermosa, más humana más bella en el recuerdo pero en ese andar, tardo y lerdo se fueron pasando los años Y de repente se vio anciano. La verdad que sólo estaba en los cuarenta, pero para viejos es suficiente la idea Y de repente la cruz del sur se le hizo corta ya en el ártico, la tierra agosta y en ese término empezó la vuelta con la cruz clavada en la mollera con las puntas estrelladas del regreso tratando de llegar donde partiera Que la encontró, ( a la moza) es evidente pero al revés de los cuentos de hadas ella no estuvo silente ni fue la dama soñada ni tejió ni destejió lienzo alguno pues a mano siempre hay más de uno y él la encontró, ya con hijos y a la vera de un marido No era su culpa, el se había ido Estaba ella en esa edad en que se es bella más allá de la figura, más acá de la hermosura donde fulgura no la juventud sino la madura plenitud de la dama que no es etérea sino hembra era madre y daba pecho al hijo hambriento amor que toma alimento del pequeño luchando su crecimiento El sólo sentía en el corazón el lamento de la pérdida irreparable, del sueño ya irrealizable que lo mostraba a el cual único dueño y ahora estaba enfrentado al hecho cierto ante el niño y el pecho desnudo pequeñín arrugado y menudo bebiendo del pecho blanco sediento Cuando vio en el seno, lunares atrevidos azules pintas diminutas, que el conocía pues había ido tras de ellas, día tras día y que dibujaban estelar figura, sitio sabido que el buscó tantas veces y le era conocido Era la cruz del Sur en el pecho dibujada era el magneto de brújula en piel amada cada estrella contra alba piel estampada en un nuevo cielo, la tez ansiada y comprendió que más que búsqueda lo suyo fue una huida tras la tierra ignota y temida y que al buscar en el cielo la cruz del sur en las estrellas era su mente que buscaba a ella había huido y al perderla el camino se hizo nada y que la loca geografía que lo haló por las mil veredas del mundo tenía solución de enigma en ese seno pues ella era lo que el buscó y jamás logro percibir, de la vida el lado bueno La imagen del pecho con la cruz en lunares reflejada lo acompaño hasta que descendió a la definitiva morada donde los cuerpos de los hombres yacen mostrando que el ser humano tiene fin, cual charada Cuantos como el corren buscando lo que tenían en casa cuantos como el, tras fugaz extravío mueren desengañados sin percatarse que en el día a día que la vida pasa y que los errores de hoy jamás son perdonados Esa es la historia de la cruz del sur y sus estrellas imagen fatídica, espejismo loco que fue la desgracia de quien amo un poco y nunca supo que la tierra estaba en ella
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raymundo
Pachucos Manli
Te ruego me disculpes por no contestar con más premura. Este sistema no avisa oportunamente de la existencia de respuestas o yo no tengo aún la experiencia necesaria sobre el tema.
Gracias por tus expresiones. Te invito a leer más de mi obra en www.laaventuradelapalabra.blogspot.com, donde tus comentarios serán bien recibidos. Atte.
Pachuco