Lavado cerebral
Publicado en Jan 31, 2013
Recogí las sobras que habían caido por un momento. No me importo si era o no mi deber.
El tiempo avanzó poco a poco. Ya no pudó retroceder más. Cuando llegó el momento de mirarme al espejo pude comprender que siempre me acompañó su sombra. Había un segundo rostro. Corté mi craneo, saque mi cerebro y luego mí corazón, los meti a la lavadora. Ni el mejor detergente eliminó las manchas. Salí corriendo de la lavandería, fuí a otro negocio en busca de algo mejor. Mientras iba caminando a mí casa, me sentí libre y pude respirar mejor, desvié mi camino. Me senté a orillas de un rompe olas. La brisa del mar refrescaron mí rostro. Recorrí toda la ciudad a pies descalzos. Al regresar a casa, mi vista se clavó en el mesón de la lavandería. Habia olvidado colgar mi cerebro y mi corazón. Las manchas ya no estaban. sin embargo los tome y los lanzé al tacho de la basura. En ese momento comprendí que mis píes tienen mejor memoria que mí cabeza.
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