Despierto de Maana
Publicado en Aug 15, 2009
Como siempre, despierto de mañana.
Mis ojos saludables ven la torrentera de lo ambiguo. Las gárgolas de las viejas casas zulianas se asoman como tétricos animales borrosos. Hoy están amarillo el aire y el reloj de arena. Amarillos los rumbos, amarillos los pómulos. Amarillas las almas y las estridencias. Amarillos los hombres rudos y los pedigüeños. Un perro pasa alegre moviendo su cola hacia el cosmos: Va mordisqueando un cárnico abandonado en alguna alcantarilla. Los biógrafos se levantan a hacer sus quehaceres. Las amas de casa son de ocre raigambre. Los anónimos pasan sin afán por las calles. Las palomas mensajeras se recogen en sus magisterios. Los más preclaros pensadores no durmieron pensando en el castigo que debería imputársele a los que quitan la honra - En el fondo, quieren ser ellos los que inician a las muchachas en el amor - Los pantanos son añicos magros todavía y los ignorantes y flojos arrojan en ellos sus enseres. Luego viene la lluvia y las crecidas barren sus casas. Los proxenetas se tienden a descansar unas horas y los pajarillos pían sus pequeños tsunamis. La orquidea pone sus argumentos a disposición del aire. Yo, con manos oficiosas, inicio mi labor de escribano. En un país divido como el mío no me adhiero a ninguno de los bandos. Mi dignidad no se rebaja a las peleas callejeras. Mi aspiración es mantenerme en el aupar de las auroras. Las reyertas sociales son aquí inapelables. Hay consignas a favor y preludios de consignas en contra. Me duele la contradicción de los valores y la división. Y los ténues espejismos que mis paisanos creen refulgencias. Catervas de cuervos celan y espían a bando y bando. Pero yo me disemino entre las líneas increadas y apuntalo con mis vahidos a las amapolas.
Página 1 / 1
|
Richard Albacete
Guillermo Capece