12.- NO QUIERO SER MAM
Publicado en Feb 15, 2013
Una mujer de edad atravesó el pasillo, colmado de fina y curiosa cerámica.
El linóleo había sido abrillantado a mano y resplandecía como un espejo. Se respiraba un aroma a rosas, lavanda y líquido limpiador. No era posible encontrar una mota de polvo en toda la casa, la cual estaba en continua rutina de limpieza. Aquella mujer, cuyo nombre era Raquel, estaba tan impecable como su propia residencia. Era una contadora retirada con una amplia fortuna, la cual había conseguido gracias a su arduo trabajo. Aún era hermosa, pero había en su semblante un rictus amargo y severo. Sus ojos azules parecieron desaprobar la presencia de Fernanda, al abrir la puerta. - ¿Qué estás haciendo aquí?- preguntó con sequedad. - Feliz navidad, mamá –respondió Fernanda, titubeante. Sostenía en sus manos un enorme regalo envuelto con magnificencia. Su aspecto lucía tan correcto e impecable como el de su madre, aunque se notaba que no era un estilo al que estuviera acostumbrada. - No te necesito- dijo aquella mujer –sabes bien que lo que prefiero. Tu actitud de hipocresía me incomoda. - No es hipocresía en realidad- se atrevió a decir Fernanda, pero prefirió callarse. Miró tímidamente hacia el interior de la casa. - ¿Puedo entrar? - Con cuidado, acaban de encerar el piso. Sería una lástima que lo ensuciaras- Raquel avanzó hacia su sillón favorito y se sentó allí, cual reina en su trono. Hizo una seña a Fernanda para que hiciera lo mismo. - Ya que estás aquí- le dijo –me podrías decir si ya ascendió tu cuenta bancaria. No pienso hacerte ningún tipo de préstamo. - No vengo por dinero- aseguró Fernanda - ¡Bien! ¿Ya ascendiste? ¿Te han aumentado el sueldo? Fernanda se removió incómoda en donde estaba sentada. - ¿Podríamos dejar ese tema? No creo que sea importante - ¿Y qué es importante entonces? - No sé- dijo Fernanda encogiéndose de hombros –saber cómo estás, tal vez. Conversar un poco… - ¿Y no estamos conversando? Fernanda suspiró con cierta resignación. Miró a su madre con pesar. - Sí, claro. Entonces Raquel decidió tomar la palabra. - Fernanda hace más de diez años que estás estancada en ese empleo. No has mejorado ni profesional, ni laboralmente. Tu marido es un inútil, prefiere ese estúpido trabajo de guía, por lo que no ahorra ni un centavo. No tienes casa propia, ni inversiones, ni un puesto del que pueda enorgullecerme. - Pero… - Déjame acabar. Desperdicié gran parte de mi vida brindándote la mejor educación. Me esmeré contigo, para que seas una persona de éxito. ¿y qué es lo que he obtenido? Una mediocre empleada de oficina casada con un fracasado. - Hago lo que puedo… - ¡Patrañas!- exclamó Raquel, muy molesta –si vas a venir a visitarme, hazlo con dignidad. Esperaba de ti muchas cosas, pero veo que todo fue en vano. Fernanda escuchaba con el ceño fruncido. Había escuchado ese sermón en varias ocasiones, lo que solía volver aquel anhelado encuentro en un lago de hiel. - Estoy por lograr mi objetivo. Pronto ascenderé, es cuestión de días. - Prefiero que ocupes tu tiempo en cosas útiles- le siguió reclamando su madre –deja las cursilerías. No me interesa tu regalo, sabes de sobra que puedo comprarme lo que quiero. Y si vas a venir, pregunta primero si puedo atenderte. Fernanda trató de aclararse la voz tanto como pudo. Sólo una persona la podía poner tan nerviosa en el mundo, y la tenía enfrente de ella. - Es Navidad mamá. Deberíamos convivir, reír, pasarla bien. Créeme que me esfuerzo y hago todo lo posible por complacerte. Pero el mundo no va a cambiar mañana. Estoy aquí porque quiero estar contigo. Es un día diferente y especial, y creo que está en nosotras conseguirlo. Has vivido sola los últimos diez años, desde que papá murió. Y no sé si todo esto sea una excusa para seguir deprimida y aislada. - ¿Por qué habrías de cuestionarme? - No te cuestiono. Sólo quiero que nos llevemos bien. - ¿Llevarnos bien? Me acabas de llamar deprimida y amargada. - No, no te llamé amargada. - Fernanda, puedes irte si quieres. ¿Ya ves ahora porque prefiero estar sola? Fernanda comprendió que era inútil. Dejó el regalo sobre la mesa y se dirigió a la puerta. - Feliz día- le dijo al salir –lamento no enorgullecerte. La verdad, estoy consciente de que es algo que no voy a lograr nunca. Raquel intentó decir algo, pero la puerta ya se había cerrado.
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Christian Pablo Huamani Loayza (ARDEL)
quería leeros antes de aceptar vuestra solicitud!!
saludos!
-Ardel
Mara Ester Rinaldi
Un abrazo!
El...vi...ra
antonia rico mendez
El...vi...ra
MAVAL
veo que avanza tu cuento...muy bien por eso!
pero ...sin duda es muy fuerte por el tipo de relación que se ve aquí...
saludos!
El...vi...ra
En final pienso cerrar todo este relato de manera que posiblemente no era la esperada para muchos, pero tal vez sí la más sensata de acuerdo a la trama.
Abrazos amiga, gracias por leerme.