“El alcohol ahoga las penas”, dicen unos. “La droga te lleva a otro mundo, te da nota”, dicen otros. Los placeres hacen olvidar. Buscamos olvidar un amor (algunas veces verdadero) en brazos de otro amor (muchas otras veces más falso); buscamos aceptación en nuestras amistades, en la pareja de turno, esa que en ocasiones dura solo 24 horas, la comida intenta saciar el vacio, el dormir nos aísla de nuestra mísera realidad. En fin, hay muchas maneras de satisfacer nuestras necesidades y ansiedades, vacios e inseguridades. Cada una de nuestras adicciones toma el lugar de lo que nos falta. Somos adictos a algo porque en eso obtenemos lo que no somos capaces de obtener por nosotros mismos; las adicciones toman el control de nuestra voluntad, de nuestra miseria y nuestra pobreza de alma y espíritu. No entendemos o no queremos entender que hay algo mejor, que podemos cambiar nuestra vida, que somos responsables de nuestra condición, que nadie nos obliga a estar así ni siquiera una condición genética
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nadia isabel saez leiva