Ojeras, piel blanquecina, cansancio en los ojos.
Muestras de afecto, pero sentimientos rotos.
Calles grises, calles color beige.
Gente enmohecida en cada tono de piel.
Agujas, jeringuillas y botes de cristal.
Suero que se desliza por una sonda sin parar.
Sangre, flemas, moratones de dolor,
pero nunca más grande que los de ese alrededor.
Batas blancas, cubículos sin aire.
Olor a limpio, olor a sucio, olor a nadie.
Gente que fuma en la entrada con caras tristes,
y la misma camarera día tras día en ese estanque.
Ascensores que suben y bajan, palabras dolientes.
Camillas movibles, y gasas de encaje.
Inflamaciones de hígado o de riñón,
y tubos y tubos. Camas sin algodón.
Timbres silenciosos con bombillas lucientes.
Máquinas de bebidas y bocadillos de alambre.
Sin música, sin juegos, sólo silencios incómodos.
Personas que vagan mientras otras miran con asombro.
Y de nuevo ojeras, piel blanquecina y cansancio en los ojos.