Me hallo en las entrañas de un cuarto dentro de otros más grandes y pequeños, siempre cambiando de forma, caminas en círculos, no sales de ellos; los espejos te llevan aun  mas adentro del reflejo de lo real, pasando de lo que tus sentidos perciben a lo que acontece en dos áreas. El hecho y el distorsionado cuadro de dicho momento, solo que pintado con locura, bufonería, sarcasmo e ironía, donde las dimensiones son barias constantes en modificación, los cristales rompen contra el suelo, desgarrando las visiones y trastornando el cuarto de una habitación blanca y pulcra ha  un cuchitril sucio, negro y repugnante; sé que esto no es real, que es solo invención de mí atrofiada mente, sin embargo es tan verídico como yo al contar esto dentro de la real fantasía. El complejo que compone los cuartos solo es un espejismo de otro aun más extraño, nunca pasas dos veces el mismo lugar, si retrocedes al punto de partida, todo el cuerpo cambia por completo tomando así otro mundo del cual eres novato, ese complejo no presenta forma alguna; puede ser un bosque, un castillo, un aposento hermoso, amplio, limpio, hasta ser un almacén sucio solo y oscuro.
   En este lugar, si se puede llamar lugar a muchos en uno solo, se atraviesan dimensiones en un solo espacio temporal y físico (por que no te mueves de esta ubicación geográfica, aunque estés en otro técnicamente) del mapa inmenso y desfasado de la mente.
   He aprendido a no retornar solo a ir adelante por que de ser lo contrario me perdería por entero en otro espejo del complejo surrealista en los confines del mapa original y jamás saldré de los muros impenetrables de mi campanario; no he de mentir todo esto me gusta buscar y descubrir cosa que hay en uno mismo pero que los elementos corpóreos y terrenales opacan con su rugosa materia.
   Durante mi estancia interminable y mortal en este reino de discordancias, emergen de los muros rostros que no tiene forma antropomorfa, pues pueden ser los de cualquiera.