Cartas a Franz
Publicado en Mar 01, 2013
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Estimado Franz:
 
Confieso que todavía no puedo salir del asombro que me ha causado haber recibido tu respuesta a mi primera carta. No lo he comentado, aunque es probable que muchos ya lo sepan y a decir verdad no me molesta, al contrario. Espero que a vos tampoco te incomode que algunos sepan de la existencia de nuestras cartas. Asimismo, es un honor que te hayas tomado el trabajo de responderme, ya que en definitiva, no soy más que nadie, o también podría decir: soy alguien a quien no conociste. Y ello tiene un fundamento razonable porque vos sos de la época del padre de mi abuelo…
He leído tu respuesta incontable cantidad de veces, tanto es así que podría recitarla de memoria palabra por palabra. Incluso tus silencios, que tanto dicen. No sería capaz de intentar discutir ni cuestionar todo lo que allí contás con tu acostumbrada naturalidad, con tu innegable claridad respecto a algunos hechos que lamentablemente para toda la humanidad han ocurrido sin piedad. Y todavía ocurren…
Tomándome una prudente distancia sobre mi carta, mi anterior carta, sólo puedo señalar que ha sido escrita con la imprudencia de un incrédulo a sabiendas de que no sería respondida. Es más, podría afirmarte que ese fue el único impulso que me llevó a tomar la decisión de escribirla, así, con tanta soltura e imprudencia.
Me invade una enorme sensación de vergüenza por haber sido tan… no sé cómo denominar mi actitud. No obstante, insisto, no he faltado a la verdad. Mi situación es apremiante en cuanto a la calidad de vida; en cuanto a la vivienda –a veces me siento como K. en «El castillo»–, y ello es un martirio que obviamente no puede compararse con la crudeza de una guerra ni mucho menos. Pero así también, Franz, amigo, ésta es mi realidad y éstos son los tiempos que me tocan vivir a mí… Es torturante ver cómo pasan los años, la vida toda y creéme, todavía me falta cumplirle una promesa a mi hija y porqué no también decir: a mí mismo. Para mí, el techo es todo.
Confieso que tus novelas y cuentos son un bálsamo para mis desesperados deseos de bienestar. ¡Así es! Aunque parezca extraño, te aseguro que lo son. Y más extraño todavía es que no sé porqué. Si bien son mensajes poco alentadores para quien busca una salida a los problemas eventuales que la propia vida nos trae, por otro lado –juro que no sé porqué–, siento una irresistible atracción hacia tus obras. Especialmente esto me ocurre con «El proceso» y «El castillo».
No sé si hago bien en contarte –confesarte– estas cosas, al fin de cuentas no son tus problemas, ni tampoco son asuntos que te atañen, o alguien que deba preocuparse por mis asuntos.
Sin embargo, Franz, a veces pareciera como si alguna vez hubiésemos conversado, al menos, por un breve instante el cual con el paso del tiempo se hubiese eternizado en alguna novela y revivido a través de estas cartas. ¿No te parece?
Para finalizar, y no aburrir, hoy debo decir que por culpa de mi entusiasmo, de mi ansiedad, espero una pronta respuesta de tu parte; si es que eso aún es posible.
Vaya entonces un gran abrazo, querido amigo y un sincero agradecimiento por tu atenta cortesía.
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Foto del autor Gustavo Milione
Textos Publicados: 148
Miembro desde: Apr 02, 2010
2 Comentarios 78 Lecturas Favorito 0 veces
Descripción

Una correspondencia inslita con Franz Kafka.

Palabras Clave: Kafka cartas

Categoría: Ensayos

Subcategoría: Pensamientos



Comentarios (2)add comment
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Guille Capece

Brillante prosa, e imaginacion estupenda.
Abrazo
Guillermo
Responder
March 01, 2013
 

Gustavo Milione

Guille!! sos un grande, un verdadero animador de principiantes... Yo, honestamente ya no s{e c{omo agradecerte tanta buena onda que me lanz{as desde tus palabras... Son como unas flechas que llegan ondo hasta mi alma, hasta mis manos para seguir escribiendo... S{olo pudo decir: ¡GRACIAS AMIGO! UN ABRAZO Y HASTA SIEMPRE.
Responder
March 01, 2013

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