Nuestro poder
Publicado en Mar 03, 2013
Por nuestra construcción aliena a la de los humanos que siguen mi diario, debemos ivernar en los meses del más crudo invierno de este país. Por ello he debido dejar en suspenso la redacción de este diario aproximadamente dos meses. Sin embargo poseemos la facultad de detener en nuestro período de inactividad el transcurrir del tiempo por lo que en estos dos meses no ha existido vida a nuestro alrededor y todo quedó en un impás hasta nuestro regreso.
Sabedores del responsable de los crímenes de los niños del pueblo, nos reunimos en la sala de juntas (este lenguaje lo habíamos adoptado del padrastro de Mirnie que era banquero) y estuvimos sopesando que cosa hacer con nuestra información. La información es poder, pero mal empleada puede revolverse contra ti. Había que ser muy cuidadosos a la hora de administrar lo que sabíamos: para una parte del pueblo nosotros érmos los principales sospechosos y por ello el conocimiento de datos era peligroso. Denuncir el crimen resultaba igualmente harto problemático pues el asesino -hay que joderse!- era el comisario en jefe. Teníamos que ser muy cuidadosos si, en el momento en que aquel perturbado supiera que conocíamos sus crímenes no pararía hasta intentar eliminarnos. Facilitar nuestra información a la comisaría, a cualquiera de sus ayudantes, era ponernos nosotros mismos la soga al cuello. Dársela a algún otro vecino en quien nosotros tuviéramos un mínimo de confianza y no nos persiguiera a tiros en el instante de cruzar la cerca de su jardín era situarlo a él ante el ojo del asesino. La información da poder, OK. Pero del mismo modo, el poder da información. Así pues, sin sentirnos orgullosos por ello, decidimos callar. Pero seguimos espiando los movimientos del comisario Jack Ripper-Merkel a través del Libro de los Orígenes, al cual dotamos de nuestra brújula dorada. Así resultaba, que a los efectos del seguimiento del criminal, era como lo estuviéramos grabando con cámaras ocultas las veinticuatro horas del día. La única intervención que nos habíamos planteado era a partir del momento en que le viéramos seguir a alguna de las niñas del poblado. Nuestro poder podría evitar el nuevo asesinato... probablemente.
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José Orero De Julián
José Orero De Julián
Juan sebastian norea
TraJjJjJjJedia
creo que tu historia perdió el toque.
tal vez por el tiempo que demoraste en publicar
otro fragmento, o quizás, porque pareciese que
has escrito esto apresurada...
Saludos.
laura victoria
Laura Masvidal