El silln que quera ser otra cosa
Publicado en Mar 03, 2013
En estos momentos resulta muy difícil expresar un sentimiento. Cada vez que alguien pasa por la esquina del pasillo, un escalofrío muy poderoso se apodera de mí y el estómago se aprieta con demasiada fuerza, inhumana, ya la veo en estos momentos. Gracias a Dios no me vio ni caminó hacia mí. Aún así no logro olvidarla, la sigo amando con locura.
Y se digna a caminar tan suelta por la vida, no sé cómo es capaz de guardar ese secreto en su interior, esas palabras que tantas veces me dijo, cuando juraba que me amaba, y sé que aún lo sigue haciendo, pero ya no se por qué luchar, menos todavía si vale la pena hacerlo. He llegado a pensar que la locura se convierte lentamente en mi único aliado, no tengo otra opción, otro motivo. Tal vez si acepte la oferta del doctor de internarme en un hospital psiquiátrico las cosas marchen de mejor forma. A pesar de todo lo difícil que pueda sonar, fue él quien lo propuso,y no como obligación, no aún al menos. Pero así fue, me dijo que ya no podría seguir esperando por mucho tiempo, que tal vez al internarme, compartiría con otros enfermos que padecían síntomas peores, que yo en realidad estaba mal al decir que me había vuelto loco por amor. Esas cosas sólo suceden en las películas, argumentaba a menudo. Yo sigo pensando si es el sentimiento de no poder tenerla lo que me impulsa, o el deseo de morir por ella. Es en estos momentos cuando recuerdo a grandes escritores, y me hacen pensar, reflexionar y querer ver todo desde otra perspectiva. Ya no tengo fuerzas ni para leer a Neruda. Ni su poesía podría destrozarme aún un poco más. Ahora estoy aquí sentado, en el mismo lugar que nos hizo encontrarnos por vez primera. Ya todo ha cambiado mucho, ahora los estudiantes caminan, fotocopian un par de libros, comen, muy pocos leen, otros conversan y la gran mayoría ríe. Tanto así, que unas jóvenes no aguantan la risa y deben taparse la boca, no sé por qué no les gusta enseñar sus bellos dientes. Pocos profesores pasan por estos lugares, es que acaso se han vuelto sombríos o simplemente ya no les interesa. Los colores siguen siendo los mismos, ya han pasado años, pero eso no parece importarle, el tiempo aquí no corre, se detiene. Tal vez y atribuyendo a la pintura de cada año, los colores parecen no debilitarse, cada año vuelven con más energía y fuerza, esperando saludar a los novatos que se incorporan a una vida universitaria. Cuánto me gustaría poder advertirles, poder hablar con ellos y decirles todo lo que se les viene, yo he estado tanto tiempo aquí, si alguien se acercara en mi soledad y me preguntara, yo sería capaz de contarle cosas, para que así esté preparado. En primer lugar le diría que estudie, que no subestime su carrera ni sus materias. Que lea mucho, leer es cultura y me gustaría verlos inteligentes. Pero por sobre todas las cosas, les pediría que no se enamoren, como yo. Que no se enamoren de una mujer, tan preciosa como la que me enloqueció, la que me dejó sin aire, sin respiración, sin vida y queriendo acabar con la mía. ¡Si tan sólo supiera cuánto la amé! A veces, cuando apagan las luces y el guardia pasa cerrando todo en la Universidad, me pregunto ¿Por qué me tocó ser un sillón?
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laura victoria