"Señor Samurai
 
Feliz de esperarlo en secreto, escribo en una noche fría, con las manos temblorosas y la compañía de la luz de la luna. Pienso en usted, en sus ojos, la forma de centrar la mirada cuando se concentra y la pasión con que miró una vez mi reflejo en el filo de su espada.
 
También pienso en sus batallas y pido a sus ancestros que lo protejan, porque va usted sin colores míos que defender, y me arrepiento tanto de mi falta de osadía al no entregarle un pañuelo el día en que lo he conocido. Desde que lo vi mi corazón no ha cesado de latir violentamente, es por eso que no lo he olvidado. Y me he encontrado enfrentada a sentimientos en el alma y en la piel completamente desconocidos. Me avergüenzo profundamente por ellos, pero vienen a mi con un deseo incontenible de placeres y goces que jamás he sentido.

En cuanto a mi, yo no puedo olvidarme de usted, no puedo, incluso en mis sueños se aparece descalzo y con voz calma, lleno de dichas y con el cabello al viento, es esa silueta tan varonil que me seduce al punto de tranquilizarme, incluso ante el rugido de su espada cuando sale de la vaina. Toda mi concentración se centra en la imagen de su mirada, cómo con detención sigue la melodía de mis pasos hasta tocar su oído y cuando la vibración se diluye, me paralizo por completo. 

Recuerdo su mirada, claramente.Yo, tan niña, no sé cómo mirarlo, pero tampoco sé cómo podría evitar verlo. Su presencia, y su ausencia me han llevado a cuestionar lo que quiero vivir del amor. El reflejo de sus ojos y los míos en el filo de su espada, es una imagen que me perturba hasta la fibra más íntima y creo que es de fuego. A mis catorce años, me da miedo sentir ese fuego que me eriza la piel y me quema la vista me mata lentamente y a la vez me da inspiración para vivir. 
 
Saber de usted y de sus aventuras en batalla, me llena de una felicidad absurda, que me hace aguantar el llanto, sobretodo cuando han pasado muchos días y no ha habido novedades del campo de batalla.
 
Han pasado varios años, desde la última vez que seguí escribiéndole, me han pedido para esposa y he rogado a mi padre que no me entregue a nadie porque mi amor ni siquiera me pertenece a mí, sino que le pertenece a usted. Es así, mi amor en todas sus formas dulce señor, le pertenece y le pido que me deje ser amante y suya: donde la muestra de lealtad más férrea sea erizarme la piel ante el rose tibio de su barba rozándome el cuello y su respiración algo agitada. Amante, en libertad con convicción para que usted se sienta un ser amado, llenarlo de sensaciones queridas y desconocidas. Si voy a ser esposa de alguien, quiero ser suya, para complacer a su corazón de las maneras más simples y complicadas, entregándome por entera con éxtasis en lo certero, así, el perfume y la sensación de su piel no será ajena ni para usted ni para mi y la mirada será devuelta con sonrisas cómplices...
 
…Ha pasado tanto tiempo desde que comencé a escribirle. Fiel, como la montaña espera al sol cada mañana, he vigilado mi ventana por si usted vuelve. No he tenido noticias suyas, más que en sueños.
 

Hace años dejé recibir ofrecimientos en matrimonio, pues es a usted a quien yo espero, es usted quien me inspira todos estos sentimientos puros y a nadie que no sea usted los daré. Hubiese querido saber de usted desde hace mucho tiempo, pero la vida nos olvida: y yo de usted, jamás me olvidé. Los años de juventud se fueron, y siempre lo esperé.
 
Su sepelio ha sido muy populoso, nuestra nación le ha brindado honores dignos de un héroe de guerra. Me duele verme abandonada en esta soledad sin usted." 

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Un par de líneas seguía, señor Editor, mas no pude traducirla, por la caligrafía temblorosa y lo quemado del papel de arroz.  

El hallazgo de las pompas fúnebres en este pueblo luego de la explosión, ha sido tremendamente interesante, ya le enviaré las fotografías.
 
En cuanto a la autora de esta carta, el médico forense me ha dicho que una anciana tenía las manos manchadas con tinta y es del mismo color del último párrafo. Se desconoce la identidad de ella y en el féretro SÍ HABÍA UN AUTÉNTICO SAMURAIIIIII.
 
EL COLEGA VENEZOLANO QUE RECIBIÓ LOS DISPAROS, NO SOBREVIVIÓ, LA COMUNICACIÓN OFICIAL DE SU DECESO SALIÓ HOY.
 
Las vías de comunicacióoon telefónica, están muy lentas. Apenas llegue a un lugar seguro, le enviaré las fotografías.
 
                                             Javier Mendizabal Kyuriutzei, corresponsal de guerra                         
javiermendizabalkyuriutzei_corresponsal@puebloglobal.com