La Bailarina
Publicado en Mar 06, 2013
Vueltas, vueltas y más vueltas. Eso es lo único que hace la nenita que esta en medio del enorme teatro. Todo esta oscuro excepto por un foco de luz blanca que alumbra a la nena bailar. Es preciosa, debe tener unos tres años y tiene una cara tan linda que hace que no puedas dejarla de mirar. Pero aunque no vieses su cara igual te la quedarías mirando, sus vueltas son tan perfectas, tan correctas, no duda en ningún momento, esta segura y confiada. Tiene unos ojos marrones como el chocolate y unas largas pestañas los enmarcan. Su piel es clarita, lo que hace resaltar el color de su pelo, muy oscuro. Le cae en pequeñas ondas por la espalda. Va vestida con un traje de bailarina rosa que parece brillar por la luz.
Sonríe. Detrás de unos pequeños labios rosa pálido hay unos blancos dientes de leche. En los pies tiene unas puntas de bailarina y siguiendo con sus vueltas empieza a girar por todo el escenario, con la blanca luz del foco siguiéndola. No hace ruido al moverse y como el piso es negro parece que estuviera flotando en el aire. Cuando vuelve a donde estaba antes ya no es la nena pequeña que era al principio. Creció. Ahora debe tener unos dieciséis años. Y no perdió la belleza que tenia de pequeña. Esta mucho más alta, debe medir casi un metro sesenta. Ahora su cuerpo tiene forma, ya no es una nenita, es una mujer, delgada y hermosa. Su cara esta igual pero ahora sus labios son más rojos y por lastima ya no sonríe. Se la nota cansada y las puntas de sus zapatos de baile están negras. Aun así ella sigue. Ahora el escenario esta iluminado con seis luces diferentes. Rojo, azul, verde, amarillo, naranja y rosa, en ese orden. La chica se acerca a la luz roja y cuando se pone debajo de ella una canción de árabe empieza a sonar. La chica no sonríe pero tampoco retrocede, se va al centro de la luz y empieza a bailar. Sus pasos son perfectos, no se confunde ni una sola vez. Es como si ya no disfrutase bailar pero ella sabe que es lo que más ama. Su vida siempre giro en torno al baile. Sigue bailando en todo momento, pero nunca se la ve sonreír. Con un pequeño paso la chica pasa a estar debajo de la luz azul. Pero ahora ya no suena música árabe, ahora suena una canción de contemporáneo. Y a pesar del cambio la chica no tiene problema en cambiar y adaptarse. Otra vez sus pasos son perfectos y los hace todos como si no lo pensase, es todo muy natural. Pero la chica tampoco sonríe. De esta forma, la chica va pasando de luz en luz. En la luz verde suena música de jazz. En la luz amarilla suena un poco de folclore. En la naranja hay ballet. Por ultimo, en la rosa hay tango. De una a una la chica baila en todas las luces. Siempre con pasos perfectos, seguros y confiados, pero la sonrisa nunca asoma por su cara. Cuando sale de debajo de la luz rosa se para en medio del escenario y todo se vuelve oscuro. La chica desaparece. De repente las luces se encienden, todas de color blanco. La chica esta rodeada por paredes que le devuelven su reflejo. Esta rodeada de espejos. Ella esta en medio de todo, arrodilla en el suelo, con las manos en su cara. Llora. Su llanto no se escucha pero su cuerpo sufre pequeños temblores, lo que demuestra su llanto. Esta encerrada y lo sabe. No tiene salida de ahí, lo único que puede hacer es seguir bailando, pero ya no quiere. Ama bailar pero ya no quiere seguir haciéndolo dentro de los mismos muros de toda su vida. Quiere salir, quiere estar en otros lados. Quiere hacer sus pasos en otros lados. Eso es lo que más quiere. Y lo sabe, esta dispuesta a conseguirlo. Nada va a pararla. Levanta su cara de entre sus manos y los restos de lágrimas desaparecen. Lentamente se levanta de donde esta y se acerca a uno de los espejos. Con todas sus fuerzas lo empuja. Este cae hacia atrás y sin hacer ni un solo ruido se rompe en millones de pedazos. La fuerza con la que cayo el espejo hace que los demás se tambaleen y caigan. En ningún momento hay un solo ruido y los pedazos de vidrio reflejan la luz, dándole a la chica un aspecto de estar en el cielo. Por primera vez sonríe de nuevo. Los dientes de leche se fueron, dejando paso a unos de adultos, perfectos. La chica ya no tiene la ropa de ballet sino que cambio a una musculosa negra. También lleva unos shorts de tela negros sobre unas medias negras también. Lo único que no cambio son sus zapatos, sigue teniendo los de baile, con las puntas negras. La chica mira hacia adelante y sonríe aun más. Frente a ella hay un chico que la mira y la espera con los brazos abiertos, esperando que ella corra hacia ellos, donde va a estar todavía más feliz. La chica no lo duda un solo momento, sabe que lo ama. Corre hacia él y salta a sus brazos. El chico cierra sus brazos alrededor de ella, decidido a no dejarla nunca. Ambos se besan y cuando se separan miran a los pies de la chica. Las puntas de sus zapatos están negras y con cada segundo se empiezan a quebrar. Finalmente se rompen y pedazos. Ahora la chica se siente libre. Abraza más fuerte al chico y este la levanta en brazos. Queda a unos diez centímetros del suelo y cuando baja se da cuenta que en los pies tiene unas nuevas puntas de baile. Blancas y perfectas. Con una sonrisa de oreja a oreja la chica toma la mano del chico y empiezan a caminar hacia la salida. Ahora ella va a cumplir su sueño. Desaparecen entre las cortinas del escenario y lo único que queda sobre el son los pedazos de las puntas rotas, repartidas por todo el lugar, olvidadas y destruidas. La luz blanca se apaga, pero el corazón de la chica esta más que encendido.
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