AMBIENTAL
Publicado en Mar 06, 2013
Junto a un cedro ingrávido
la soledad volatilizada se antoja maliciosa con un par de muertos constipados. Ya no bailamos desenfrenados con el ritmo del aleteo de los grillos que saltan de piedra en piedra huyendo de un instintivo amor; perdimos la gracia del encanto cuando descubrimos la mortalidad. Virgen soledad no me acoses, diáfano cedro no la ensombrezcas, si la fatalidad ya nos turba, ¿quiénes son para inquirirnos?
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