Entre lneas
Publicado en Mar 12, 2013
Respiré hondamente luego de cerrar la puerta de entrada del departamento. Me dejé deslizar por ella hasta el piso y agarré mis piernas para estrecharlas hacia mi cuerpo, levantando la cabeza y mirando al techo. Mientras veía el techo desgastado de la sala de estar, suspiré. ¿De verdad había sucedido? ¿De verdad había existido ese momento, esa temida comprobación? El regusto del vino en mi boca podía confirmarlo. La había visto al fin. Había puesto en duda las palabras de mi amigo Jonathan, pero ahora me arrepentía de haberlo hecho. A pesar de todas sus testimonios no quería aceptar lo que él me decía, y comencé a crear una burbuja dentro de mi mente. Donde todo seguía igual que hace un año con...él. Pero no. La vida puede ser muy cruel a veces, ¿verdad?. Cuando piensas que te acercas más y más a la luz al final del sombrío tunel, éste se vuelve más profundo, más ancho, con más laberintos. Y ya no hay siquiera una luz que te ayude a orientarte por los pasillos. Y en mi caso, creo que jamás hubo luz alguna. No ahora que tengo el corazón hecho trizas. Hice un esfuerzo para levantarme del suelo y caminar hacia el sillón de cuero. Y mis ojos no cambiaron de dirección, volvieron a levantarse al techo, para resistir la tentación de tomar mi rostro entre mis manos y echarme a llorar como si fuera un niño pequeño. Escuché el sonido de la ducha, unas habitaciones más lejos que la sala de estar y suspiré. Al menos, ya había entrado a bañarse. Me permití el dejar caer una lágrima, pero sin querer otra más cayó seguido de la primera, rápidamente, como si temiera mi enfado. Las limpié solamente cuando llegaron al borde de mi barbilla, con la manga de mi chaleco y a pesar de todo, reí un poco. No de la situación, no del dolor, ni siquiera de ella. Me reí de mi propia estupidez. Sabía que en cualquier momento encontraría pareja, pero trataba de no pensar en ello. Pensaba que quizás, algún día, yo sería su pareja. Pensaba que por derecho me pertenecía aquel lugar en su corazón... Despues de todo, soy la persona más cercana a él. O al menos eso pensaba. Que me haya ocultado aquello.... Saqué la cuenta. Cinco años y medio enamorado de la misma persona. Siete conociéndolo. Ridículo...simplemente ridículo. Además, ¿por qué justamente de él? Habían otras personas, muchas otras personas en la ciudad, en el país, en el mundo. Y simplemente, mi corazón no había tenido mejor idea que enamorarse de la única persona que realmente me importaba como amigo. No necesitaba a nadie más. Y aquel no es el principal problema. El principal problema es que...él es heterosexual y yo gay. Un chico que a los catorce años se enamoró de su mejor amigo, también hombre. Ése soy yo. -Patético -murmuré entre dientes mientras buscaba mi encendedor y mi cajetilla de cigarros. Prendí uno, con el pulso tembloroso a más no poder y disfruté de la sensación. Me calmaba. -¿Álex? ¿Qué haces fumando aquí? Me sobresalté y miré por encima de mi hombro derecho. No había escuchado el sonido de la ducha cerrarse y menos aún sus pies descalzos por el pasillo. Tenía puesta una toalla que envolvía su parte baja hasta las rodillas, y el resto estaba envuelto en pequeñas gotas de agua. Un estremecimiento me recorrió por completo. Aún no me acostumbraba a verle semidesnudo. -¿Huh? -traté de permanecer indiferente, pero los nervios me jugaron en contra. Sabía perfectamente que le desagradaban los cigarrillos, y especialmente los de mi marca. -Sabes bien que mañana Isabel vendrá a verme, y ese olor no se quita con nada Me sonrió, pero no fui capaz de devolverle la sonrisa. Asentí y lo apagué algo molesto, pero más que nada herido. La rubia Isabel vendría de nuevo mañana en la noche a verlo, y quizás que otras cosas más pasarían... El cigarrillo prácticamente se deshizo por completo cuando terminé de apagarlo con más presión de la habitual. Fruncí el entrecejo. -¿Álex?.... Sentí su mano encima de mi hombro. No quise mirarlo, así que simplemente miré al suelo mientras hablaba. -He estado un poco más cansado de lo habitual, el trabajo está más agotador que antes y debo hacer unas cuantas presentaciones pasado mañana.... Me dio unas palmaditas en el hombro tratando de reconfortarme. Sabía que era mentira, que la oficina estaba tan relajada como de costumbre, pero era mi excusa perfecta. -Te estaré esperando con la película entonces -pasó su mano por mi hombro por última vez y se fue. Era la noche de las películas, que realizábamos al menos una vez al mes desde hace ya tres años. Una de las pocas veces que podíamos vernos debido a nuestro horario y a él se le ocurría traer a su flamante novia. Su primera novia que supiera, y la pobre no tenía ni siquiera una neurona. Pero sí tenía un cuerpo espectacular y ropa a la moda. La cuestión no era "que tiene ella que yo no tenga". Era todo cuestión de que yo no era mujer, era algo que no quería cambiar de todas formas. Ya había nacido así, y quería que se enamorara de mi por quien era. Nada más que eso. Aún a pesar de lo que me había dicho, prendí otro cigarrillo. Dos, tres, cuatro. Los disfruté hasta que estuve a punto de quemar el filtro. Y luego me mantuve ahí durante un tiempo, aspirando el humo de mis cigarrillos favoritos, fuertes, mentolados. Más tarde salí al balcón, a purificarme un poco con el aire citadino. En la quinta planta se sentía el viento fresco, no el contaminado a ras de suelo. También me despertó lo suficiente como para resistir toda la película, y los ojos se secaron de inmediato. Ya no quería llorar. Entré y me fui a la habitación de él. Solíamos ver películas allí ya que tenía una televisión de última generación, comprado con hasta el último de sus ahorros...y parte de los míos. A veces hacía locuras sólo por verlo feliz. Abrí la puerta de golpe y aguanté la respiración. Estaba acostado en la cama, con el tazón de palomitas a su lado, balanceándose peligrosamente. Ya estaba vestido con su pijama (una camiseta vieja y pantalones de polar) y dormía plácidamente. El corazón me latió fuerte. Tenía el sueño bastante pesado, sabía que él no despertaría hasta que la alarma sonase. Tomé el tazón y lo coloqué a resguardo, sobre la mesilla de noche. El menú inicial de la película se mostraba con letras negras en la pantalla de la televisión, pero decidí apagarla. No tenía sentido ver la película yo solo. -¿Damián? -mi voz sonó quebradiza. Hace bastante tiempo que no lo llamaba por su nombre y ahora que lo había hecho me había abrumado un poco. Siempre solía usar su apellido, cuestión de costumbre. Era una pérdida de tiempo despertarlo. Me senté en el otro lado de la cama, al lado suyo. Su cama de tamaño king era suave y mullida, podía entender por qué se había quedado dormido tan rápidamente. Acaricié su cabello negro ahora que podía. Lo amaba, no había duda de ello. Compartíamos gustos, nos entendíamos, a veces peleábamos como cualquier otro par de amigos....pero siempre estábamos el uno para el otro. Amaba su personalidad, la fortaleza que tenía para afrontar cualquier problema. También amaba sus sonrisas y sus ojos marrones que podían decirme a veces más que sus propias palabras. Lo amaba. Y desafiando a mi propio sentido común me quité los zapatos y me acosté a su lado, por debajo de las sábanas. Sabía que la habitación de huéspedes estaba a dos puertas de distancia. Sabía que si él se dormía debía irme al cuarto que me correspondía lo más silenciosamente posible. Sabía que no debía estar en su cama, menos tan cerca... Pero su perfume, su esencia natural me atraía. Además, lo tenía tan cerca... -Mierda... No aguanté más y lo estreché entre mis brazos. Enterré mi cabeza en su cabello y aspiré profundamente el aroma de su shampoo, de su bálsamo, de él mismo. Su cuerpo era muy delgado por naturaleza, y sus huesos sobresalían fácilmente de su espalda. Los toqué con cuidado. ¿Cuántas veces más podría hacer algo como aquello? Jamás. Nunca lo había hecho antes y no creía que la suerte me diera para más. No habían más oportunidades que ésa. Tomé su rostro entre mis manos y lentamente comencé a besar su rostro. Esa piel perfecta que se cuidaba como por arte de magia y que envidiaban muchos. Bajé por su cuello y lentamente besé sus clavículas en toda su longitud visible. Pero no toqué sus labios. Eso no. Me quité la chaqueta y la lancé fuera de la cama, para así poder acercarme más a él. El pulso estaba incontrolable e incluso me costaba regularizar mi respiración un tanto jadeante. Besé su nariz y resistí el impulso de devorar su boca. Ése era un terreno prohibido para mí, compartir un beso no se podía hacer a la fuerza... -Te amo -murmuré y lo acerqué más a mi cuerpo- Te amo, te amo, te amo.... Apreté mis ojos para no volver a llorar. Traté de relajarme y suspiré dolorosamente. Esa estúpida perra Isabel, ¿por qué tuvo que aparecer? Ella, con su rubio cabello ondeando al viento, fabulosa, podría haber conseguido a cualquier hombre heterosexual. Pero, justamente a Damián? La vida era injusta. Lo besé en los párpados antes de acomodarme bien para dormir, abrazado a él. Esta noche, solo ésta, era completamente mío. Era mi Damián. ---------------------------------------------------------------------------------------- Cuando la luz se filtró a través de las cortinas, despertándome, me desorienté un poco. Estaba en la cama king de Damián, pero...él ya no estaba ahí. Se había levantado con la alarma quizás, alarma que no había escuchado. Y solía tener un sueño ligero. Eso significaba que me había visto durmiendo junto a él. -¿Damián? -dije casi gritando. Nadie contestó. Decidí salir de la cama para ir a buscarlo. Me miré en el espejito que estaba siempre en el tocador (Damián solía ser un tanto metrosexual) y me arreglé un poco para estar presentable. Recogí mi chaqueta del suelo y abrí la puerta. Justo delante mío, estaba él a punto de entrar. Nos miramos fijamente unos segundos, él alzando la vista y yo bajándola. Nos llevábamos por un poco más de diez centímetros y varios kilos. -Al fin despertaste, son más de las doce dormilón -desvió la vista y me apartó del camino con poca sutileza- Debo cocinar y hacer las cosas, pero no podía gracias a ti Su tono de voz me dolió más de lo que esperaba. No había rastro de que estuviese enojado o siquiera de que hubiese sucedido algo durante la noche. Ignorando que había despertado a su lado. -¿Puedes ir a comprar las provisiones que me faltan? La lista está sobre la mesa de la cocina -Sí... Volteé a verlo, pero continuaba haciendo la cama de espaldas a mi. Suspiré pesadamente y me dirigí a la cocina, donde leí la lista. Era bastante corta. Mientras estaba en el almacén, me di cuenta de lo que verdaderamente quería hacer. Claro que se había dado cuenta, ¿como no lo podía haber hecho? Jamás habíamos dormido juntos, y menos tan cerca... El quería quitarme de su vista. Nada más que eso me explicaba el hecho de que me mandara a comprar sus cosas y realizara todo de espaldas a mí. -No me quiere ver....-murmuré Y claro, ¿cómo me querría ver si me había comportado de una manera tan extraña? Quizá hasta estuviese algo asustado por mi actitud. Pero me lo tenía merecido, después de todo. Mi autocontrol había fallado por primera vez. Tenía consecuencias. Cuando regresé al departamento, ya estaba todo hecho. Me recibió con una ligera reprimenda por la tardanza, acompañada de una sonrisa. Pero aún así, yo no pude sonreír. Hubiese preferido que me gritara a la cara, que se enojase conmigo, incluso que me golpeara. Pero no una indiferencia, una actitud de ignorancia total ante la situación que había pasado. -Damián -él se volteó con cara de confusión- Me voy a casa. -¿No te quedarás aquí? -sus ojos brillosos casi me hicieron dimitir de mi decisión. Casi. -No te preocupes por mí, iré a comer al McDonald's o algo así -forcé una sonrisa y me di la vuelta. Me mordí los labios mientras salía del departamento. Era cobarde de mi parte, pero no quería confesarle todo de golpe. En cierta manera, lo había hecho, pero silenciosamente. Que él no dijese nada al respecto era una respuesta válida. No le importaban mis sentimientos, y yo no quería seguir insistiendo. -¡Álex! Me detuve, pero no volteé. El corazón me latió dolorosamente. -No vuelvas a hacerlo Asentí. Así que al fin se decía algo respecto al tema.... -Estaba despierto mientras....me besabas -sentí su voz quebrarse- No quiero serle infiel a Isabel, realmente no quiero, así que no lo hagas ¿sí? -Tranquilízate, no lo haré -susurré y me fui rápidamente del edificio. Cuando llegué a casa, a unas dos estaciones de metro de distancia, simplemente me tiré en la cama. No me quité la ropa, que aún conservaba su aroma intacto, y me tapé hasta la cabeza. No hice nada más que dormir durante gran parte del día. Pero cuando pude despejar bien mi mente, una luz de esperanza me atravesó dejándome un escalofrío. Porque había logrado ver entre líneas.
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alma
Romani
Me gustó mucho, sigue escribiendo.
saludos!
Shoegazer
Mabel
sigue escribiendo, creo que tienes mucho que decir...
saludos muchacha
Shoegazer
Estrella Bernal Rodriguez
Shoegazer
Emmanuel Carrillo
Saludos.
Shoegazer
TraJjJjJjJedia
¿Entre líneas, verdad?...
Me ha gustado sabes, me pareció bastante bueno,
pero, como dijo Sachy, tiene ciertos problemillas...
Todo se arregla con el tiempo...
Saludos Shoegazer y espero por más...
Simón Díaz ("Voces que hablan en mi")
Shoegazer
MAVAL
algo muy actual
saludos
Shoegazer
Fairy
Saludos
Shoegazer
marlyn ruiz
Shoegazer
Verano Brisas
Shoegazer