VECINOS
Publicado en Aug 18, 2009
Algunas tardes lo veo al llegar a casa. Con un leve movimiento de su cabeza, me saluda sonriendo. Tiene la más hermosa sonrisa que haya visto. Yo respondo con un leve movimiento de mi autónoma mano que casi no logra levantarse. Intento sonreír, pero me resulta una estúpida y malograda mueca. Entonces sigo mi camino cabizbaja y encorvada, como si la frustración me anulara a la más mínima expresión. Ya casi no salgo durante mis días libres para verlo aunque sea unos minutos. Lo escucho cuando sale al jardín y poda las hortensias. A veces silba o tararea una de mis canciones favoritas. Sonrío mientras me deleito con su varonil y melódica voz al otro lado de la pequeña, pero virginal e invicta reja que nos separa. Puedo verlo perfectamente por sobre ella, pero prefiero no hacerle saber que estoy pendiente de la poda de sus plantas. Lo he visto barrer las hojas que alfombran su jardín durante el otoño. He llegado a alucinar durante el verano, mientras toma uno que otro baño de sol y yo ojeo el diario con mis gafas oscuras. Yo no sé si mi gata lo intuye, pero cada vez que salgo al jardín, salta y se posa en esa reja, como desafiándome a acercarme a esta frontera. Voltea y mira hacia la casa contigua, como indicándome que él está ahí, esperando a que la tome en mis brazos, lo mire e inicie una amena conversación. Lo único que resulta, es que los temores e inseguridades de esta incontrolable timidez, me invadan sin dejarme tregua alguna. Hace unos días me sorprendió mientras intentaba cerrar la puerta del auto y a la vez, trataba de afirmar los paquetes que no me permitían mirar hacia delante. Sólo se acercó y tomó suavemente uno de ellos para cargarlo hasta mi puerta. No pronunciamos palabra alguna, sólo la dejó en el suelo junto a mí. Al momento de irse, dijo algo… no recuerdo bien qué. Y yo, al borde de la catarsis sólo pude pronunciar un débil y gutural “gracias”. Entré y cerré tras de mí la puerta, para encontrarme con una estúpida expresión en el espejo. Pude admirar una mezcla de sorpresa, ausencia, estupidez y no sé que otra clase de reacción de adolescente ensimismada por el breve encuentro con el que sería eternamente mi platónico amado. Hoy lo vi nuevamente. Saltó con un solo impulso la reja que separa mi jardín del suyo. Corrió hacia mí sin dejar de sonreír. Yo, estupefacta lo miré sin siquiera soltar el regador, hasta que me obligó a cerrar los ojos cuando sentí sus labios aprisionando los míos para robarme un maravilloso beso…
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Claudia Riquelme
Cariños y gracias,
LaNegra
Claudia Riquelme
Cariños,
LaNegra
gabriel falconi
me identifico con esa timidez.... (aunque en este caso preferiria ser tu vecino...)
felicitaciones nuevamente
Enrique Dintrans Alarcn
Es un cuento muy hermoso y romántico en el que describes esas oleadas de sentimientos previos o durante la atración de personas que están por descubrir el vinculo amoroso.
Te felicito
Claudia Riquelme
Mis cariños,
LaNegra
Claudia Riquelme
Mi beso,
LaNegra
Claudia Riquelme
Cariños,
LaNegra
JUAN CARLOS
Cariños y besos..
Tu amigo..Juan Carlos..
miguel cabeza
Arturo Palavicini
Manjeas con muchísima soltura las sensaciones. Y además lo haces hacia cualquiera de los dos extremos del espectro. Logras transmitir emociones muy claramente: alegría, sorpresa, amor, odio, temor.
Tu variedad de textos lo hacen evidente.
Felicidades Negrita del alma.
Un abrazo
Arturo Palavicini