leyendas de poncho verde
Publicado en Mar 11, 2013
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                                                 PROLOGO
Las leyendas tienen distintas versiones pues surgen de acuerdo a las diferentes concepciones culturales que tienen los que las hacen continuar vigentes perdurando en el  tiempo. Responden generalmente también, a las características regionales, a un espacio y lo        sucedido es relatado con matices que se van agregando o sacando depende de laestructura mental de quien lo hace. Más o menos rica según quien/nes la difunden y que puede llegar a perpetuarse en el papel si alguien se dedica simplemente a conversar con la gente y publicarlos. Saber cómo siente y piensa, sus necesidades, sus frustraciones, sus miedos y la búsqueda urgente y necesaria de explicaciones de hechos que simplemente, no lo tienen, o poseen varias acepciones. No existe un método de investigación preciso ni una búsqueda deliberada de la verdad, se cree o no, se la acepta o se la deja y ese hecho considerado importante para muchos se bifurca como tantas veces sea necesario, según la ocasión y los interlocutores. La razón  juega un papel poco destacado en esto ya que una gran mayoría al contarlas dice si, “yo lo vi” “me lo contó mi abuelo” o “es de creer o reventar, o que las hay las hay”. Es una cuestión más de credulidad del o los hombres de un lugar determinado, y es la idiosincrasia de un pueblo la que le da su toque distintivo de otro que hace referencia al mismo tema, con particularidades disímiles. Es una especie de rueda de auxilio que el hombre tiene para llenar un espacio interior, parcial o totalmente vacío. No están exentas de estos temas las exageraciones propias de cada uno y acorde a su caudal intelectual.                    
Santos Morello plasma creo, una etapa de la vida en Corrientes, en una zona especial, motivo de interrogantes para muchos por su nombre (Poncho Verde) por el misterio que encierra el personaje y las diferentes creencias sobre el particular en un bello barrio de la capital correntina. Lo entreveo pensativo, con un cigarrillo infaltable, consultando a cientos de personas sobre las creencias a los efectos de juntarlas y darle un cuerpo a sus leyendas de la infancia, quizás distintas, o iguales en muchos casos, aunque eso poco importe. Por lo menos para él, su deseo es que no desaparezcan, ya que consideran que no quedarán en los libros de historia y la “tecnificada enfermedad del siglo pasado y este, se encargaran de arrastrar lo bueno y malo hacia el olvido, y desapareciendo como dice,  nuestras “lindezas.” En el aspecto social las leyendas aquí contadas van a servir como un capítulo más para despertar la curiosidad de nuestros adolescentes y otros no tanto. Humanamente dansentido a nuestra existencia, a pesar de las diferencias que se puedan encontrar. No hay una búsqueda científica, pero si un rescate de lo tradicional. Existen aquellos que no las consideran apropiadas para la adquisición de conocimientos pues en gran medida responden a “invenciones” no son reales y pueden desvirtuar o confundir la percepción de los lectores, diferenciándolas de la función y utilidad de las fábulas, pero eso no es materia de discusión. Y considero a muy pocos pueda importarle  s responde .a un grupo socio cultural muy particular como es el correntino. Lo importante es cómo está realizado el trabajo y en ese aspecto serán los que consuman lo escrito por Morello los mejores jueces que determinaran con su aceptación o no. Esto es un innegable aporte cultural provisto por la peculiaridad del autor, observador, callado, erudito en todo lo relacionadocon lo correntino, y el mismo es resultado de largas noches de charla y vino, además de atardeceres con mates de tiro largo. Realizando algo elemental pero que muy pocos pueden hacer, preguntar y contar con buen gusto, lo escuchado.
                                                                         Prof. J. Moreyra                                                                                                                                                                                                        
                                             
 
 
                                                                                                                                                                            INTRODUCCION
 
Cuando alguien se propone a realizar un paseo por la ciudad de Corrientes al este,cerrando la circunvalación de avenidas, se va a encontrar con una calle oblicua, llenade negocios de comidas, especialmente de parrilladas, en las que se puede gozar deun buen asado, un excelente vino y un espectáculo con música chamamecera y algunas voces tangueras.
Ahora es una zona cara, donde proliferan los edificios ycasas de dos plantas que nos hablan del buen pasar económico de sus propietarios. Esta avenida tiene una historia muy singular. En un tiempo, antes del año 1.965 fue un arroyo que desembocaba en el río Paraná. Nosotros al escribir este trabajo no acemos otra cosa que dar noticias sobre este sitio, que en tiempos ahora lejano era motivo de leyendas y misterios.
El mundo marcha sin detenerse y la tecnología progresa. No queremos que esos abrumadores progresos echen la tierra del olvido sobre un lugar tan peculiar, el que ha producido en el tiempo comentarios tan diferentes, a veces de mucha certidumbres, otros muy fantásticos, pero que vale la pena conservarlos para la posteridad. La tecnología de punta es la enfermedad del siglo. Arrasa con lo bueno y con lo malo que teníamos antes, pero debemos aceptarla porque viene, a pesar de las nostalgias,a resolver los problemas. Silenciar el pasado y sus lindezas sería deplorable. Y como siempre digo, este es un homenaje a aquellas personas que seguramente la historia no las va a recordar en sus páginas.
Entrego este libro en la seguridad de que será tratado con benevolencia por loscríticos severos. Se ha dicho, y con razón que, la experiencia es la madre de lasciencias. Por eso esta secuencia de leyendas es el producto de la investigación, laexperiencia y el cariño a mi ciudad de San Juan de Vera de las siete Corrientes.
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
 La luz de las estrellas extinguidas hace mucho tiempo aún llega hasta nosotros.Lo mismo ocurre con los grandes hombres que han vivido siglos atrás, pero que aúnhacen llegar hasta nosotros las radiaciones de su personalidad...Khalil Gilbrán
 
 
 
 

 
 
                                     EL ARROYO ARAZA
 
El siglo IXX llegaba a su fin, la ciudad de Corrientes de a poco se recuperaba de lasguerras y revoluciones políticas que iban dando forma a una provincia pujante yúnica. El río Paraná besaba sus siete puntas y el sol dejaba su estela de fuego ese amanecer.El siglo xx era nuevo. El arroyo Arazá dividía a la ciudad de Corrientes en dos, como cicatriz aún no cerrada. A la izquierda la ciudad, la sociedad, las iglesias. En la orilla opuesta gente humilde y sencilla, también refugio de prófugos de la justicia y contrabandistas de poca monta. Situado exactamente al noreste de la ciudad desde el puente de la Batería, llamado así porque en ese lugar fue instalado el cuartel que la defendía del ataque de los paraguayos en la guerra de la triple alianza en el año 1.865.  Este arroyo profundo desembocaba en el río Paraná. (Ahora parque Mitre)Cruzando era un mundo aparte. Sobre sus altas barrancas crecía un monte agresteen el que predominaban los guayabos, yvá purú, cocoteros y una infinidad demalezas. Sitio ideal para la proliferación de alimañas o para la guarida de gente de mal vivir.Era de poco caudal, corría entre dos altísimas barrancas. Su relieve dificultaba elpaso de los transeúntes. Desembocando en el Paraná, donde el sol al dormirse sobre el río dejaba una cinta de fuego, y el sauce llorón caía como lluvia sobre sus aguas azules que jugaban cual inocentes ilusiones en alas del viento. A lo lejos sonaban lascampanas de la iglesia Catedral.
 
Según el historiador Gustavo Sorg, en su trabajo: El Origen del nombre de la Ciudad de Corrientes, encontramos estos valiosos testimonio extraído del maestre de campodon Bernardino López Luján y del padre Jesuita José Quiroga. Según Bernardino López Lujan, lugarteniente de gobernador de la ciudad de las Corrientes, que en su informe remitido el 12 de febrero de 1760 al gobernador don Pedro de Zeballos expresaba lo siguiente:“Fundó la sobredicha cuidad el adelantado licenciado Juan de Torres de Vera y Aragón, gobernador y capitán general de las provincias del Río de la Plata, y con el titulo y nombre de ciudad el año del Señor de 1588 día 3 de Abril domingo de la Resurrección de Lázaro, dando principio á la fundación por un fuerte que fabricaron así para la defensa de los mismos pobladores como para el resguardo y refresco de las embarcaciones que navegan los dos dilatados ríos Paraguay y Paraná desde el puerto de Buenos Aires al de la Asunción. Del mismo adelantado Juan de Torres deVera tomó la ciudad el nombre y el apellido, llamándose desde entonces la ciudad de San Juan de Vera, y se añadió el segundo de las Siete Corrientes por las que forman el río Paraná estrellando sus aguas en los siete puntos que le entran de tierra. Su primer teniente capitán general y Justicia Mayor fue Don Alonso de Vera y Aragón, nombrado por el mismo adelantado.”Por su parte el jesuita José Quiroga, que en el año 1752 hizo un reconocimiento del río Paraguay desde la boca del Xauru hasta su confluencia con el Paraná, también aporta lo suyo. Este documento fue publicado por el padre Domingo Muriel en el apéndice de su versión latina de la Historia del Paraguay del padre Charlevoix. Refiriéndose a la ciudad de Corrientes decía lo siguiente:“Llámase ciudad de las Siete Corrientes, porque el terreno en donde está la ciudad, hace siete puntas de piedra, que salen al río, en las cuales la corriente del Paraná es más fuerte.” Y unos años más tarde el jesuita José Guevara también se refiere al origen del nombre del paraje de las Siete Corrientes, tomando como base los dichos del padre Quiroga y rectificando a los que en ese tiempo tenían una opinión equivocada:“El padre Quiroga hablando del origen del nombre de Siete Corrientes dice: La ciudad de las Siete Corrientes tiene este nombre, no como creyeron algunos por juntarse allí en corta distancia muchos ríos, sino por estar fundada en un plano alto que hace siete puntas que entran con sus ángulos de piedra en el río Paraná, en las cuales puntas hay una corriente muy fuerte que imposibilita la subida a los barcos, que se acercan a  ellas, y así para subirlas es necesario tomar el rumbo por medio.
Volviendo a nuestro arroyo y a su traza sabemos que a la altura de lo que hoy es la calle Pellegrini y Pampín se desviaba un poco formando una lagunita. Más adelante seguía su curso y a la altura de Felipe Cabral y Pujol, su lecho se ahondaba tomandoel aspecto de una fuente abrazada por aromas de flores silvestres. Los pájaros consus melodías y vuelos llenaban de vida a este hermoso edén. Allí, algunas mujeres lavaban la ropa e incluso muchos se bañaban en ella en los momentos que no había gente, ya que la tupida vegetación los resguardaba de las miradas y del sol.
Un buen día apareció en un rincón de la barranca un rancho muy precario, hecho con varas de arazá y tuyutí. Allí se albergó un muchacho de mediana edad, cuya historia trataremos de recrear desde los íntimos recuerdos de la gente que vivió en esa época. Argentino Martínez, maestro de escuela se propuso recopilar sus relatos. Averiguó todo lo que pudo acerca del entonces viejito y cansado Poncho Verde. Poco fue lo que pudo saber. A esa altura de su vida todo era un misterio, pero popularizó su existencia.
Se cuenta que Poncho Verde. Martín de nombre, tenía una característica: su trato con la gente era agradable, su sonrisa repartía simpatías y su conversación no se parecía en nada a la de una persona indigente. Estos atributos atrajeron la relación con muchas personas y personalidades de la época, a quienes ayudó no solo en lo económico, sino también espiritualmente. Era amigo de los niños del barrio, sin importar su condición social ni raza, a quienes les fascinaba sus cuentos y leyendas, a veces fantásticas, románticas o cómicas. Esto le redituaba regalos, así que inventó la historia de los enaguados, el arcón de libras esterlinas enterrado, y el milagro deTobi.
Entre otras historias de amor, la más interesante fue la del eterno amor entre Natalicio y Ana. Siempre que contaba lo hacía en este orden.- Aquella tarde del año 1923 – decía - nadie esperaba el mal tiempo. Venía Juan  Barrios a pasos agigantados. Escapaba a la lluvia que llegó en forma repentina. Se internó decidido a cruzar el enorme zanjón del “Arroyo Arazá”, como lo llamaban entonces por estar cubierto de un tupido bosque de guayabos o “arazá” en lengua guaraní. Este bosque o monte tenía un aspecto lleno de misterios, de duendes y fantasmas; principalmente los duendes que existen hoy, solo hay que saber encontrarlos y dejarnos ayudar por ellos, ya que son seres de la naturaleza,inofensivos y no piden nada a cambio.
Juan, era un muchacho humilde pero de buena familia; oriundo de Riachuelo y ahora empezaba sus estudios en la Escuela Regional de Maestros “José Manuel Estrada”más conocida como Escuela Regional. Densos nubarrones pardos cubrían esa tarde calurosa cuando el cielo lloró en formade lluvia. Cruzar el arroyo era toda una aventura y a veces un acto casi suicida, ya que a sus barrancas de tres metros de altura, se sumaban trechos de tuyutí, una greda blanca y resbalosa lo hacía intransitable en tiempos de lluvia.Apuró el paso para cruzarlo. De pronto todo se precipitó. Cayó de espaldas al barro rodando cuesta abajo en el tuyutí (tierra arcillosa). Fue allí que vio a una mujer en sus mismas condiciones y embarrada hasta la cabeza. No le reconoció de inmediato y sintió un escalofrío subir por su cuerpo. En un abrir y cerrar de ojos se prendió a unarama y a modo de garrote apuntó directamente a la cabeza de la asustada mujer.
-¡No que che hijo, no me mates, soy doña Bárbara, tu vecina! – gritaba la mujer
-Había sido usted, discúlpeme doña Bárbara no le conocí, creí que era alguno delos “enaguados” -
-¿Que pá son los enaguados? - preguntó la mujer cuando recuperó el habla
-Vamos a tratar de salir de aquí, después le cuento – contestó Juan tiritando de fríomientras rompía unas ramas de un árbol de guayabo para usar a modo de bastón. A duras penas fueron avanzando cuesta arriba entre tuyutí y malezas del “Arroyo Arazá”que a estas alturas empezaba a crecer rápidamente. Entre resbalones y resbalones, tomados de la mano pudieron alcanzar la otra orilla,donde una mano amiga, la de un hombre del poncho verde agazapado, luchaba con todas sus fuerzas para que alcanzaran suelo firme y dejaran de resbalar entre esas altas barrancas. Una vez a salvo agradecieron el gesto de haberlos rescatados y arrastrado por lacorriente del ahora caudaloso arroyo, que llevaba todo a su paso. Una vez a salvo reían de s us desventuras y de la forma que llegarían a sus casas. Menos mal que lalluvia seguía y limpiaba el barro de sus cuerpos.
 
                               
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
                                              El ALMACEN DE DON PASTOR

Solían reunirse en el almacén de don Pastor los días domingos. Los parroquianos a media mañana bebían sus cañas con fernet, el aperitivo que daba justo al paladar de estos hombres acostumbrados al sabor fuerte del aguardiente. Bebían en el mostrador y conversaban del trabajo de la semana, de las carreras , de las riñas de gallo. Por ahí algún “arandú” (sabio, que sabía las cosas)contaba lo que fue la guerra “allá en las Uropas”, de los cañonazos que matan gente y destruyen ciudades.
Fue en unas de esas mañanas placenteras que vieron a lo lejos venir desde el ladodel Puerto Italia a un hombre cargando una gran maleta al hombro. Caminaba lentamente. Al acercarse al boliche adivinaron que era paraguayo, con más razón cuando habló.
-Reipotá pá chiancho- (¿desea comprar cerdo?) preguntó a don Pastor que estabadetrás del mostrador. El paraguayo es por naturaleza muy comunicativo por lo tanto de inmediato abrió el diálogo con los presentes contándoles con su tono tan especial algunos episodios de su viaje. Mientras negociaba con doña Marisol, conversaban:
- Doña Marisol, algún día vendré con mi arpa a darles a todos una serenata -
- Qué bueno – contestó la dueña de casa-
- Pero qué estás esperando chamigo! tenes que venir – interrumpió unp parroquiano. En esto salió a relucir el tema de cómo fue que don Pastor vino a parar en ese sitio.El dueño del negocio contestó con una sonrisa a la pregunta de los curiosos. Sonreía cada vez que recordaba la hazaña de haberse instalado en ese lugar inhóspito.
- Resulta que cuando nos casamos le había traído a Marisol a este lugar con la intención de mostrarle el lugar que elegí para nuestro hogar. Ella por su puesto,acostumbrada a la ciudad en principio no aceptó este lugar desolado y lejano. Recuerdo aquel momento:
-Pero Pastor me dijo indignada ¿Dónde me vas a traer? Esto es un monte, por aquíno vive nadie -
-Es una ubicación excelente - contesté ilusionado. -Aquí vamos a poner un almacén-
-Hay mi amor, quién va a venir a comprarnos desde tan lejos –
-No te apures Marisol, ya vas a ver, van a venir los isleños, los paraguayos, los quinteros de aquí cerca –
-Y los cobradores también me contestaba, siempre con una sonrisa y un beso.  Y fue así. Este almacén gracias a Dios llegó a ser el punto de referencia de lazona, ya que abastecemos de mercaderías a los pobladores de la costa y de las islas-.
Doña Marisol que estaba escuchando la conversación se acercó con las manos llenas de harina porque estaba en el amaso. Los hombres la pudieron observar. Una morocha fornida, guapa y decidida, de carácter fuerte que le permitía enfrentar cualquier contingencia con singular energía. Además una hermosa morena que impresionaba con su prestancia femenina. Casi sin saludar se metió en laconversación
-¡Si habremos luchado para tener esta casa y para formar esta familia! Ahora es distinto, ya vive mucha gente y además son buenos vecinos, como ustedes -.
También llegó otro hombre al boliche esa mañana. Cuando pidió “caipiriña”adivinaron su origen brasileño. Fue en ese momento que le apodaron “Cambá palito”por su piel morena y su delgadez extrema. Vestía de negro, pero con elegancia; tenía buenos modales y mucha plata en los bolsillos.
En el otro extremo estaba “Yaguá Caí” (perro mono) con su infaltable botella de vino tinto y su verbo de chafalonías y sueños de grandeza. El último en llegar esa tarde fue Martín; nadie supo nunca su apellido, ni de dónde era. Apareció de un día para el otro, así como su rancho a las orillas del arroyo. No hablaba mucho ni muy fuerte, sólo las palabras que necesitaba para darse a entender. Calzaba botas de cuero caña alta de muy fina confección, no era lo único que tenía para mostrar. Sus ropas finas contrataban con el estado de indigencia que  atravesaba, o por lo menos quería demostrar. Su cuerpo delgado, pero bien formadose confundía en un rostro bello y sus ojos hacían juego con el poncho verde que lucía en todo momento. Algunos decían que era un lobisón, otros en cambio le deban otros aires de misterios. Don Pastor que aseguraba que el del poncho verde era en realidad una partícula desprendida de la luna. La particulariad que tenía este hombre era su poncho verde que usaba en todo momento y su solidaridad con los semejantes. A veces nadie lo veía llegar pero el aparecía cuando y donde realmente hacía falta.
 
 
 
 
 
 
 
                                                  LOS ENAGUADOS 

Corrientes crecía a pasos agigantados. Vivir ahí era una aventura para las personas que vivían del otro lado. Ahí no se escuchaba el pregonar de los vendedores que recorrían de arriba abajo las calles, ni el lento traqueteo de los carros, ni el sonido del trencito Económico, ni las sirenas de los barcos. Era el fin del concierto salvaje que molestaba y aturdía los oídos, sin embargo eran para la gente del centro una banda de forajidos. Para rematar, algunas historias escandalosas empeoraban la situación.
El almacén de don Pastor estaba ubicado a doscientos metros del Arroyo. En ese lugar aparte de venderse artículos de primera nesecidad, tenía un rincón donde se servían los aperitivos: caña con fernet o bitter, anis, vermouth con soda o simplemente un vaso de vino.
Don Pastor tenía una habilidad innata para el comercio, todo lo calculaba y llevabaen su cabeza. Lo calculaba todo al instante. Sabía cuantas copas y vasos contenía un litro de coñac. Contaba hasta la última gota cuando había que fraccionar un vermouth. Sabía cuantas copitas podían rendir y juraba que podía sacar tres medios litros de un solo litro de vino.
Siempre se comentaba sobre aquel caudillo liberal que, al no poder pasar el Arroyo Araza, en medio de una áspera campaña electoral entre Liberales y Autonomistas, el dirigente Liberal Dr. Amado Sosa había pedido a su partidario el intendente, que mande a construir un puente en ese lugar (hoy prolongación de la calle 9 de julio) y así fue. El caudillo puso como excusa o justificación que como ya se acercaban las elecciones deberían captar los votos de esa populosa barriada y que en agradecimiento los votarían. Y fue tal el reconocimiento por la obra de ese puente colgante, que los mismos vecinos lo bautizaron con el nombre de “Puente Liberal”.
Los que volvían tarde a sus casas estaban de lo más contentos porque podían evitarlos misteriosos y numerosos caminos por dentro del monte, donde algunos noctámbulos y bohemios denunciaban que, en horas de la noche suele verse aparecer a tres personas vestidas de largas enaguas, pero que caminaban y hablaban como varones. Allí nació el mito de los enaguados.
Era ya bien entrada la noche. Martín, ahora apodado Poncho Verde vio venir a un amujer corriendo por dentro de los misteriosos laberintos del monte. No la reconoció de inmediato; pero al acercarse vio que era doña Bárbara, la cocinera de los Arnolfo, quien entre llanto y temblores le contó que justo hoy que cobró su sueldo y algunos regalos de su patrona, los enaguados le arrebataron su bolso y se perdieron adentro del monte. No fue es el único caso. El comentario se generalizó. Vino la policía muchas veces pero no encontraban nada.
Los enaguados seguían atemorizando a lcaserío.
La imaginación popular no se hizo esperar. Las viejecitas del lugar todas las noches rezaban diez Padre Nuestro y diez Ave María por las almas de esos inocentes finados que estaban sufriendo en el purgatorio las consecuencias de haber pecado “en este valle de lágrimas”.
- Anoche los enaguados le quitaron todo su sueldo a doña Bárbara – comentabaTomás –

- Si – contestó Mary – la otra vez le golpearon a Luicho queriendo quitarle lo que no tenía.-

De quienes serán estas almas desesperadas que piden redención – preguntó elparaguayo -

No nos olvidemos – dijo don Gervasio Martínez - que en un tiempo no muy lejano se había producido acá en Corrientes una terrible epidemia de fiebre amarilla, la que llevo a la muerte a más de dos mil quinientas personas, y la ciudad no estaba preparada para tener tantos ataúdes. Las autoridades sanitarias tuvieron que admitir que a los cadáveres se los sepulte en campo abierto.
El tema de conversación de los pocos que quedaban alrededor de la mesa saboreando el buen vino que aún queda, giraba en torno a estos tres aparecidos. Decían que estas apariciones no serían seres de este mundo, sino almas del purgatorio que imploraban les enciendas velas y oficien una misa para su salvación-
- Eso es verdad – repuso a los contertulios Espíndola Moreira -¡dicen que! porque yo no vi que los vecinos piadosos sepultaron a dos viejitas en la barranca del arroyo-
- Lo que me contaron – terció don Gervasio - es que también falleció el cura que vino a darles la extremaunción y fue enterrado junto a ellas, por eso, de los tres enaguados uno lleva sotana. Pero lo más triste fue la muerte de Mariana. Hija de una familia de españoles, los García Vega que poseían una de las quintas que proveía de verduras a la ciudad. Era una hermosa muchacha de ojos negros azabache, cantaba con una voz maravillosa. Estaba enamorada de su novio Juan Carlos. Toda la colectividad gallega admiraba a la pareja. Pero un día el destino le jugó una mala pasada. La desgracia llamó a su puerta y se ahogo. Fue arrastrada una tarde por las aguas de Arroyo luego de una lluvia torrencial, y como fue enterrada en un foso y no en un campo santo, su alma sufría. Cuentan que en las noches de luna llena, su alma vaga errabunda por el bosque de guayabos y que su alma no entrará al cielo mientras no se produzca en esa parte del arroyo un amor tan grande y genuino como fue el de Mariana y Juan Carlos -
- Las almas en pena necesitan que les prendan velas o una misa, no plata –decía doña Marisol que escuchaba a lo lejos, mientras lavaba los platos -y no toman vino como ustedes, porque me contó doña Bárbara que uno de ellos tenía un tufo a vino tinto que tumbaba, por eso sospechamos que uno de ellos es Yaguá Caí -
- Yo creo que son los balseros que llevan harina al Paraguay, si ustedes ponen cuidado van a observar que usan delantales cuando trabajan – tercio don Aguilar, eldueño de la Farmacia.-
Bueno - dijo el dueño de casa -si esto es cierto se termina la leyenda de los enaguados.-Pablo, el hijo de don Pastor agregó:
– está a la vista que estos necesitan una misa pero de garrotes, pero no para asustarlos, ¡que susto ni susto!, hay que prepararles una emboscada y limpiar demaleantes nuestro Arroyo Arazá -
Al otro día, los más jóvenes se pasaron toda la noche escondidos en unos matorrales cercanos esperando a los enaguados, pero sin suerte; claro, no era fin de mes por lo que decidieron esperar que la gente cobrara sus sueldos o quincenas. Pero el gran día llego. La carnada, Martín (ahora ya, apodado poncho verde). Un poco antes de la media noche simuló ser un hombre rico que venía rengueando con dos grandes valijas en sus manos, cuando llegó al puente aparecieron los enaguados y lo rodearon. Pablo, Cacho, Nicolás, Lucas , y Juan Barrios se arrojaron sobre ellos de sorpresa dándoles una golpiza con sus “amansa loco” que son unos garrotes cortos y pesados.Los enaguados, confundidos y asustados no atinaron a sacar sus armas, cada uno disparó como pudo arrojándose barranca abajo del arroyo.
Nunca más se hablo del tema, pero si se supo quienes eran, ya que los maleantes estuvieron mucho tiempo internados en el Hospital San Juan de Dios a causa del amansa loco, que dejó marcas en sus cabezas y espaldas.Un buen día el diario de día “EL LIBERAL” publicó una noticia con este título_:
UN EXTRAÑO EPISODIO EN EL PUENTE LIBERAL Decía que el jueves a media noche se produjo un extraño episodio en el Puente Liberal. Testigos que por casualidad pasaron por allí vieron que un grupo de hombres apaleaban a tres mujeres. Y, como corresponde a los hombres bien nacidos trataron de defenderlas pero, ahí se dieron cuenta de que no se trataba de personasdel sexo femenino sino hombres vestidos de mujeres y que acostumbraban asaltar a los transeúntes de ese lugar. Lo cierto es que unos vecinos decidieron dar una flor de garroteadura a estos a los malvivientes, y esa noche, cumpliendo con esa promesa los enaguados recibieron una lluvia de lazazos con unos rebenques llamados teyuruguay y hasta con guachas enanas. Se supone como habrá quedado el lomo de los pobres diablos.

Otra noticia destacada decía que algunos estudiantes, alumnos del Colegio Nacional y lo del Manuel Estrada; o escuela Regional, y futuro maestro de escuelas, que en ese tiempo lucían orgullosos su trajecito azul de brín sanforizado, por ser dehumilde condición social, pero futuro maestros de quien sabe de que rincón de este país y, cuya apariencia contrastaba con el aspecto de los estudiantes del ColegioNacional, donde la mayoría de ellos pertenecían a la clase social más alta a la que llamamos los copetudo, se van preparando para la primavera, ya que entre ambos colegios se realizarán justas deportivas. Sus autoridades educativas preparan a sus deportistas para estos ya memorables encuentros, con el noble propósito de fomentar la amistad y la confraternidad en el marco de la locución latina “Mens sana en córpore sano”. Regional y Colegio deberán enfrentarse fraternalmente en fútbol y básquet. Pero la realidad era muy distinta; por su puesto no solo los jugadores también todos los estudiante, familiares y porque no la sociedad correntina se dividía en dos bandos dándole otro sentido a esta contienda donde se notaba cierto tinte social que distabaen cierta forma del amor por la escuela.
 
                                                 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
                                EL NACIMIENTO DE MARTÍNA
Fue en ese hospital de Dios donde ocurrió el nacimiento de Martina. A esa altura ya se adivinaba algo de los poderes sanadores de Martín, claro; no era un simple curador de empachos ni un curandero cualquiera. Muchas personas contaban que solo con ser tocados por sus manos bastaba para sentir un alivio a sus dolores de cabeza, hígado o lo que fuere. También al poco tiempo ya era famoso por su solidaridad con  los vecinos y por su gran cultura general, pudiendo mantener acaloradas tertulias con grandes filósofos, médicos o cualquiera sea el tema a tratar,el siempre estaba a la altura de los más solícitos contertulios, como aquella vezcuando llegó el primer piano al Jockey Club de Corrientes.
Martín caminaba por la esquina de lo que hoy es Mendoza e Yrigoyen, cuando vio que estaban descargando un piano; el instinto y tal vez el destino lo movió a dar unamano a los esforzados hombres que a duras penas si lo podían arrastrar y luego subir una pequeña escalera. Ahí nomás se prendió para alivianar el peso del instrumentoque a duras penas fue colocado en la parte principal de la lujosa sala. Doña Nélida de Martínez, una dama de la sociedad levantó su tapa y empezó aejecutar la Marcha de San Lorenzo ante la complaciente mirada y aprobación de los ahí presentes que aplaudieron la obra magistralmente ejecutada.
- Es una hermosa música – dijo don Mantilla sin dejar de aplaudir – supongo quetambién es de Blas Parera ¿ no?-
- Para nada – contestó la dama – la música es de Cayetano Alberto Silva, un uruguayo que vivió en Argentina –
- Tiene mucha razón, Cayetano Silva fue su autor, y fíjense como son las cosas, el fue hijo de una esclava – agregó Martín, quien luego pidió disculpas a los ahí presentes por haberse metido e interrumpir la conversaciónde las notables personas que formaba parte del público.
- Siga nomás – repuso el Dr. Adolfo Conte, quien bebía un aperitivo mientras se acomodó en su silla para oír mejor- Su autor, Cayetano Alberto Silva, era uruguayo, nacido el 7 de agosto de 1868 en Maldonado, hijo de Natalia Silva, una esclava de la familia que le dio el apellido. Estudió música, integró una banda en Montevideo, y en 1889 viajó a Buenos Aires, donde incursionó en el Teatro Colón. Se trasladó luego a Rosario, donde fue nombrado maestro de la Banda del Regimiento 7 de Infantería. En 1898, al ser contratado por la Sociedad Italiana de Venado Tuerto, se muda con su familia a esa ciudad, donde funda un centro lírico,enseña música y crea la "Rondalla " con la que actúa en el Carnaval de 1900-
A esa altura de su alocución las personas ahí presentes quedaron como hipnotizadasante el influjo de sus palabras, sin embargo Martín sin que se percatara de ellohablaba y hablaba:
- Escribió la música para las obras teatrales "Canillita" y "Cédulas de San Juan"de su compatriota y amigo Florencio Sánchez, así como otras marchas militares:" Curupaytí ", "San Genaro" (en homenaje a este pueblo de Santa Fe), "Río Negro","22 de Julio", "Tuyutí" y una marcha para la guerra inglesa-Boer en Sudáfrica. La partitura musical que después conoceríamos como Marcha de San Lorenzo, fue  compuesta por Silva para regalarle al Coronel Pablo Ricchieri, Ministro de Guerra de la Nación en aquel momento y modernizador del Ejército Argentino. El Ministroagradeció el homenaje pero le pidió que le cambiara el título por "Combate de SanLorenzo", su lugar de nacimiento y escenario de la única contienda que el Genera lSan Martín llevó a cabo en la patria. Fue estrenada oficialmente en 1902 (sin letra) en las cercanías del histórico Convento de San Carlos donde se gestó la batalla de San Lorenzo. Ese día la marcha fue distinguida como Marcha Oficial del Ejército Argentino.
Asistieron el Presidente dela Nación, General Julio A. Roca, y el Ministro Ricchieri. En 1907 su vecino y amigode Venado Tuerto, Carlos Javier Benielli, le agregaría la letra que luego sería adaptada para las escuelas. (También escribió las letras de "Curupaytí" y "Tuyutí").Años después, acosado por la pobreza, Cayetano Silva vendería los derechos de la marcha a un editor de Buenos Aires en cincuenta pesos de esa época, una suma insignificante.
La marcha se hizo famosa (en Europa se considera una de la cinco mejores partiturasmilitares de la historia) y estuvo presente en momentos históricos fundamentales: * ElGobierno inglés solicitó autorización a nuestro país y fue ejecutada el 22 de Junio de1911 durante la coronación del Rey Jorge V.
Cayetano Silva fue también empleado en la banda policial. Tras serios problemas desalud, falleció en Rosario el 18 de Enero de 1920. Por ser de raza negra, la Policía deSanta Fe le negó sepultura en el Panteón Policial, y fue sepultado sin nombre.Recién en 1997 sus restos fueron trasladados al Cementerio Municipal de VenadoTuerto-.
Así como llegó Martín, después de recibir un acalorado aplauso se retiró en silencio sin despedirse de la gente.Era un viernes a la noche; se acostó feliz para más la luna llena brillaba en todo suesplendor,
Su descanso de esa noche no sería tal. Unos goples sonaron en supuerta; cuando miró por el rabillo de la ventana  se dio cuentas que eran policías, por lo que decidió continuar con su sueño.
Una, dos, tres patadas a la puerta. Esta cede de inmediato cuando los tres policías seintroducen a su rancho apuntando con sus armas.La dama que lo acompañaba cubrió su desnudes cuando el que parecía estar al mando del operativo por fin pudo esbozar unas palabras
- Señor Martín, está usted arrestado, tiene que acompañarnos -
- Se puede saber porque? o se retiran inmediatamente de mi casa -
Los tres uniformados pretendieron tomarlo de los brazos para inmovilizarlos pero de los ojos de Martín emanó una especie de humo verde que penetraba en forma  violenta por los sentidos de los pobres y asustados policías quienes, hipnotizadosguardaban sus armas y pasaban a ser ellos quienes contestaban las preguntas. La dama ya no estaba a la vista en ese momento.
- Bueno, así está mejor, ahora me cuentan tranquilo que es lo que pasa si?-
 
- No pasa nada señor, solo que le mando a llamar el comisario porque su nuera eso están en hospital y no puede tener familia así que nos dijo que le trajéramos a usted, porque “asegún” dicen usted es medio culandrero lento  -
       
 - Pero si serán… la puerta estaba abierta, no había necesidad de romperla pué chamigo, ahora los tres se me quedan a arreglarla. Ah, ahí debajo de la cama hay una lata de  barniz de paso le pegan una pintadita, ¡¡¡entendieron!!!  -
 
  Emponchado en su verde capote taloneó a su moro para vadear el arroyo y llegar más pronto al nosocomio. El comisario y su hijo ya lo esperaban afuera con los nervios propios de ser papá y abuelos primerizos del primer varón, tema este que fue corregido por el recién llegado. Mientras bajaba del caballo le recriminaba al comisario sobre el modo en que había elegido ser invitado a tal feliz acontecimiento; lo que le concedió escuchar las disculpas del caso.
 
                     - Hola doctor, ¿como va la nena?  –  dijo el recién llegado a modo de saludo
 
- Creo que mal, tiene dos vueltas de cordón y solo se impone el fórceps… y ya no queda tiempo, parece que se está yendo el angelito – repuso el doctor Rodríguez
 
 - En ese caso afuera todos – dijo Martín y se quedó solo con la pobre y desconsolada parturienta… - Ya está todo bien, ahora entre los dos le vamos a enseñar a tu bebé cual es el camino que tiene que tomar para salir… vamos a ver –
 
  Con su mano izquierda tomo la misma mano de la madre y las dos se apretaban con todas sus fuerzas, la mano derecha apoyó sobre la parte derecha de la cintura de la madre y fue corriendo lentamente en sentido contrario, una vez… otra vez… el bebé giró dos veces y el cordón umbilical dejó de apretar su cuellito justo cuando su piel tomaba de a poco un color azulado por la falta de irrigación.
 
 - Ahora pueden pasar señores –
 
  Dijo emocionado Martín,  y el médico con una palmadita hacia llorar a la nueva integrante de la familia del comisario de la ciudad.
 
  - Bueno, ya está todo bien, ahora me voy… ah; felicidades y mucha suerte señores,  también para usted doctor –
 
 - Al contrario – dijo el médico –usted debiera contribuir con la ciencia y enseñarnos como hizo para sacarle dos vueltas del cordón al bebe sin ningún instrumento quirúrgico -
 
-No se preocupe doctor, solo llámeme cuando considere necesaria mi presencia -
 
   Contestó Martín cuando empezaba a despedirse –Alto ahí -  gritó el comisario al tiempo que depositaba una cantidad de dinero en la mano de Poncho verde y poniéndose a su disposición para cuando precisara algo. Martín sonrió por primera vez esa noche negándose este a recibir una sola moneda… lo único que quiero es que busque a sus agentes que están pintando la puerta de mi casa, porque no van a regresar hasta que usted los busque, pero mejor si no es ahora ya que a las paredes del rancho también le falta unas manos de pintura  – dijo a modo de despedida. Solo unas semanas después se enteró que la beba se llamaba “Martina” y fue una dama muy influyente el la sociedad correntina.
 
                              
                                    EL LOBISON
 
  En ese entonces y desde el origen mismo de los tiempos, la cultura popular dio origen a muchas creencias, mitos y leyendas sobre personajes reales o no… ¿Acaso existen el chupacabras, el hombre lobo, los duendes?
 
  Para ese entonces, Francisco, más conocido como yaguá caí (perro mono)  había traicionado la amistad de Martín olvidándose de las veces que este lo había tendido una mano en sus momentos difíciles, como aquella vez que se sintió que nadaba en alcohol y la otra cuando lo llevó al hospital la mañana que su presión sanguínea se elevó bastante por sus problemas familiares, además de solucionar algunos problemas que no podía resolver en su trabajo por la total falta de ciencias en su formación.
 
  El hecho conocido por todos fue el de aquella vez que encontró un elemento robado en la vereda de la casa de Martín. Éste avisado del acontecimiento y creyéndose su amigo fue a su casa para discutir el tema del cual era inocente, pero yaguá caí, ahora inspector de seguridad lo echó de su casa con el argumento de que su esposa estaba enferma… pero se había olvidado que en sus tiempos de viajante de comercio lo echaron por razones no muy santas según las malas lenguas, hasta tubo que malvender una de sus casas en las afueras de Corrientes para pagar deudas contraídas en su época de galán (con plata). Aparte todos conocían las fechorías de quien fue el autor del hecho, un político o símil político emparentado con la amante del entonces gobernador de la provincia quien, con el fuero que le otorgaba esa situación se aprovechaba para delinquir en todas sus formas.
 
  Obviamente Yaguá Caí no se tomó el trabajo de investigar a este personaje que ya contaba en su haber con la mala reputación  de sus actos… mientras Martín era señalado con su dedo acusador, éste comía asado y se embriagaba al dos por tres en distintas propiedades del autor de los hechos de corrupción más sonados de la época.
 
   Eran las tres de la mañana cuando golpeaban insistentemente a su puerta. ¿Quien será a estas horas? se preguntó cuando de un salto llegó a la puerta y sin más la abrió de par en par. Su corazón se detuvo un instante cuando vio tan de cerca al hombre de barba, pero de pronto unos tiros a su lado le sacaron del profundo letargo.
 
  Se miraron a los ojos un instante y Martín descubrió el terror en la cara. Entre el monte se veían los refucilos de las armas de fuego cargadas con balas de plata que llovían a su lado. Entra, entra gritaba y agarrando el brazo del supuesto yaguá bicho lo introdujo a su casa, abrió la ventana que da al fondo y se perdió en la oscuridad aprovechando que la luna llena se escondía atrás de unas nubes oscuras que hacían presagiar lluvias y tormentas.  Los pobres milicos
 
  La casa fue rodeada por completo, la revisaron de arriba abajo y no encontraron nada que lo vincule al perseguido.
 
 - Viste pá comisario que es el lobisón –
 
 Decía Yaguá Caí mientras miraba al pobre Poncho verde  con cara de sobrador. El comisario que para ese entonces ya sabía de las buenas virtudes de Martín le contestó de tal modo como para que el negro se quedara en el molde:
 
  - Nde quirirí añamembú cambá, robá cuá, pú né – (callate hijo del diablo, negro cara sucia, pata hedionda)
 
  - eguatá comisaría pé – (vayan a la comisaría) y vos Martín prepárate unos amargos mientras charlamos -.
 
  Cuando los agentes se marcharon, entre mate y mate la tertulia trascurrió en forma apacible y sincera. El comisario, quien era en el fondo una persona culta y bondadosa conocía de memoria a cada uno de los habitantes de la ciudad. No se lo podía engañar así nomás, pero era muy crédulo y temeroso se los temas que no podía conocer.  Observó sobre la mesita de luz una foto, en donde una mujer muy joven y de enormes ojos claros sonreía. Quedó hechizado ante tanta belleza y preguntó:
 
    - ¿y está hermosura pá es su guaina?-     (novia)
    - era mi comisario – contestó cabizbajo
 
    - bueno Martín, sabe que yo tengo una deuda muy grande con usted, por lo de mi nieta, pero lo de esta noche creo que ya nos dejó a mano. O sea, vi perfectamente cuando el Yaguá bicho saltó por la ventana de atrás, y si no lo maté fue porque usted lo protegió, y más sabiendo que cada acto que anida en su corazón es para hacer una obra buena; pero vea, la gente me obliga a terminar con este lobisón, así que la próxima vez no voy a fallar cuando lo tenga en la mira; ¿ndey cuajá pá?     (¿Entendió?)
 
  - Si mi comisario, gracias - agradeció Martín – pero no es lo que usted cree, lo que les parece ser un lobisón no es más ni menos que un prófugo del Paraguay. No es un delincuente, solo un patriota que escapó cuando estalló la hace unos años y ahora vive escondido en la isla de acá enfrente. Antes vivió en la Isla del Cerrito pero los paraguayos lo descubrieron y denunciaron a la policía de su país. Claro, ustedes lo ven barbudo y en la oscuridad, para remachar nadie lo vio nunca por acá. El es un patriota que por esas porquerías que a veces tiene la vida, viene a  buscar las cosas mínimas que necesita para vivir ahí -
 
  - Pero no me digas che, ya me parecía pronto… estos milicos ignorantes, contame ¿a ver? -
 
  - Bueno… como esa sublevación fracasó, el huyó del Paraguay en una canoa rumbo a Argentina. Ayudado por su novia Mariana llegaron desde pilar hasta unas islas cercanas a la Isla del Cerrito, desde donde ella volvió a su país para no dejar a su familia. El robó otra canoa que se encontraba a orillas del Paraná y continuó el viaje hacia Corrientes. Después le puse en contacto con un médico amigo que trabaja en el hospital de los leprosos, en la Isla del Cerrito. Pero luego lo descubrieron y escapó, Ahora vive en una isla de acá enfrente que solo yo conozco. Con su novia nunca mas se vieron, pero se que jamás dejaron de amarse
 
-                     Mmmmmmmmmh – pensó el comisario, rascándose la cabeza – Creo que entre usted y yo podemos arreglar este asunto, y en cuanto al prófugo ya le vamos a encontrar cualquier finado por ahí, le ponemos la ropa del paraguayo, hacemos poner la noticia en el Diario el Liberal. “Prófugo paraguayo buscado por la justicia de su país fue hallado muerto en Corrientes” También les vamos a arreglar un encuentro a esos dos  –
 
 
                                 
 
 
 
 
 
 
                                               SAN JUAN BAUTISTA
 
El frío es algo común en esta fecha tan cara a los sentimientos religiosos. Las campanas de la iglesia San Juan Bautista seguían repicando y la gente entraba y salía de la iglesia. En cada casa había velas encendidas en el piso o en sus ventanas y la gente llegaba con luminarias o faroles confeccionados con papeles de barriletes.
 
Las niñas, entre las que se encontraba Mary esa noche realizaban la “prueba de San Juan” que consistía en derramar unas gotas de tinta china sobre el medio de un papel secante y doblarlo tanto como se pueda mientras se rezaba al Santo; al otro día se lo debería abrir para ver las iniciales de quien sería su marido.
 
Sombrero de ala ancha caído para un costado, en su boca un cigarro y en su hombro un “poncho verde” puesto a modo de chal, mirada triste y piadosa lucía Martín aquella tarde, tal vez recordando siempre a un amor imposible. 
 
En silencio, luego de santiguarse acomodó los leños unos sobre otros y los prendió haciendo en principio una gran fogata, que según la tradición debería llegar a los tres metros de altura y arder durante tres horas.
 
Algunos se acomodaban curiosos y expectantes al rededor del fuego que preparaba el hombre del “poncho verde”. Responsable hasta el extremo de grandes sacrificios para cumplir su palabra empeñada. Pacientemente esparcía las brazas en una cancha de tres por dos metros para el Tata jehasá, o cruce de las brazas; tradición que se practica el día 23 de junio, víspera de San Juan (24 de junio). Este es un acto de mucha fe en el Santo, ya que dice la tradición que aquel que es devoto lo puede cruzar descalzo aun cuando las brazas estén al rojo vivo. Otros sobre una escalera alzaban al muñeco que se quemaría esa noche.
 
El momento crucial había llegado… todas las miradas se dirigían al colchón de fuego pero nadie se animaba a cruzarlo hasta que llegó Yaguá Caí, se sacó sus zapatos y miró a público con aire sobrador y se metió a las brazas. Fueron gritos y gritos de dolor cuando empezó el zapateo, las plantas de sus pies muy pronto se llenaron de grandes ampollas rojas luego de despegar las pequeñas crubicas de carbón adheridos a las plantas de sus pies, lo que dejó al descubierto lo negra de su alma.
 
  Quien lo cruzó en forma completa fue Carlos Martínez. Entre aplausos de la gente se sintió feliz. Luego se animaron los más corajudos; pero fue Carlitos quien primeramente demostró su valor y su fe en el Santo.
 
Por fin legó el gran día, todo era alegría en el barrio. La iglesia lucía radiante, recién pintada y adornada con banderitas y guirnaldas que cruzaban de vereda a vereda dando prueba del buen ánimo y alegría que reinaba entre los feligreses y devotos de San Juan Bautista. Desde temprano hay Kermés y comidas típicas en beneficio del templo, y por supuesto; después de la procesión que llegaba hasta las barrancas del arroyo Arazá, el esperado festival folklórico luego de la última misa.
 
En el atrio se encontraron algunos novios, y viejas amistades. Monchito también lo hizo desde San Luis del Palmar  y antes de la procesión estaba probando los manjares típicos que se vendían en el salón parroquial y los acompañaba con el vino que por casualidad el sacerdote había preparado atrás del altar, y como sabemos, a los vinos de misa solo es aconsejable beber un trago y no toda la botella.
 
La gente los vio llegar cuando se rezaba el rosario y los saludó con una sonrisa cómplice. Los novios arrodillados oraban tomados de las manos, en cambio el pobre Monchito se quedó sentado tratando de entender que pasaba adentro del templo y no se explicaba el porque de tanto silencio en un día de fiesta. De pronto las bombas para la procesión y las campanadas le sacaron del hondosueño, así que el también se prendió de un San Luicito que estaba a un costado, casi escondido y se encaminó a la calle cuando la gente empezaba a recorrer el camino.
 
 - Oiga usted, venga para acá - le encaró un agente de policía en la vereda:
 
 - Vos pá sabes a quien estás llevando en tu hombro.
 
 - Pero si pué cheruvicha, (mi jefe) este es San Luís, no le conoces pá – contestó Monchito con un gesto desafiante y un sapucay a punto de estallar
 
 - Pero había sido que estás bien jodido chamigo, este es San Luicito, no San Luís -
 
  - Y gueno mi comisario, yo no sabía que el tenía un hijo chico -
 
  - Si serás, yo te llamé porque le estas llevando al revés, la procesión se va para esto lado, y el santito está mirando para aquello lado.
 
- Ssssh. Contestó Monchito –no que le cuentes a nadie, pero le llevo así porque el santito quiere ir viendo quien pá é lo que no reza en la procesión.
 
  El agente, no aguantando la risa y fingiendo que le acomodaba mejor para que no se le caiga, puso la imagen en forma correcta y terminó el asunto.
 
 
 
 
                                   EL MILAGRO DE TOBI
 
   Llegaba la primavera del año 1.923, la naturaleza exhibía sus flores silvestres. El amor también dijo presente. Un año más Regional y Colegio dirimen sus rivalidades en dos partidos cuyos resultados pasarán a ser parte la historia. Apenas el sol se marchaba y escondía perezosamente tras del río Paraná; sobre el arroyo Arazá, precisamente en el puente Liberal se concentraba la hinchada de la escuela Regional, que al compás de bombos, redoblantes y el grito de ¡Quiera que no quiera…Regional! Avanzan desordenadamente rumbo al Club Pingüino. Tobi, el perro de los Arnolfo acompañaba feliz a la hinchada de regional a todas partes, era ya como de la familia. Don Froilan Blanco lo narró de esta manera:
 
 La coqueta y refinada hinchada del Colegio Nacional ya estaba ubicada en los lugares destinados a tal fin y bajo la atenta mirada de su Rector; en efecto, el Doctor Carlos Benítez y varios profesores están sentados en la tribuna oficial. En las butacas adyacentes se ubican los Directivos de la Escuela Regional: el Director Fernando Echániz y el Secretario José Fidanza, quienes intercambian cordiales y respetuosos saludos.
 
El partido fue vibrante; doble a doble, simple a simple, en segundos cambiaba el ganador. ¡Nacional!… ¡Nacional!!! Se escuchaba desde el lado derecho. Quiera que no quiera… ¡Regional!!!  Retumbaba desde la izquierda… era un partido no apto para cardiacos.   El partido transcurrió en medio de clamoroso entusiasmo. Ganó el Colegio por un simple: 50 a 49.
 
  Los ganadores con la copa en alto dieron la vuelta olímpica para luego detenerse frente al palco del Doctor Benítez. Este, con su tradicional compostura, serio y solemne, saludó a los triunfadores.
 
  Fernando Echániz, con una ligera inclinación de cabeza felicitó al Rector por el triunfo de su Equipo. El otro, con su aparente solemnidad, agradeció, pero en el fondo no podía disimular la sorna que le salía de adentro.
 
Desde el seno de la hinchada de Colegio no faltó uno que lanzó el grito despectivo: “en fútbol también les vamos a ganar a estos negros grasas”. Este grito sonó como un insulto en el espíritu sensible de los muchachos de Regional.
 
  Ahora faltaba el partido de fútbol. ¿Cómo soportar una nueva derrota contra Colegio?... el equipo de Regional entrenaba duramente para el compromiso. Era cosa de vida o muerte para ellos.
 
  Al otro día bien temprano en la cancha de Regional todo el equipo se puso a entrenar, era un caso de vida o muerte… Nadie los vio llegar, pero ahí estaban Tobi, atrás Martín. Con su infaltable poncho verde hablaba con el entrenador, a quien respetuosamente le solicito que aceptara sus sugerencias para ganar el partido. Después de charlar un buen rato el Director Técnico dijo: - Claro, como no me di cuenta antes,   se quedo mirando el medio de la cancha… y cuando quiso agradecer Martín ya no estaba a su lado…     
 
 Algunas maestras a pesar de querer concurrir al partido de futbol debieron quedarse ya que el contrato firmado con el gobierno era muy estricto y como estarían las máximas autoridades de educación prefirieron cuidar sus trabajos. Dicho contrato decía:
 
           CONSEJO NACIONAL DE EDUCACIÓN - CONTRATO DE MAESTRAS 
                                                      AÑO 1923
   
'Este es un acuerdo entre la señorita............maestra, y el Consejo de Educación y de la Escuela por el cual la señorita .................................acuerda impartir clases por un periodo de ocho meses a partir del......................de 1923.
    
La señorita acuerda:
 
   1* - No casarse. Este contrato quedara automáticamente anulado y sin efecto si la maestra se casa

   2* - No andar en compañía de hombres. 

   3* - Estar en su casa entre las ocho de la tarde y las seis de la mañana, a menos que sea para atender una función escolar.

   4* - No pasearse por las heladerías del centro de la ciudad.
 
   5* - No abandonar la ciudad bajo ningún concepto sin el permiso del presidente del Consejo de Delegados.

   6* - No fumar cigarrillos. Este contrato quedara automáticamente anulado y sin efecto si se encontrara a la maestra fumando. 

   7* - No beber cerveza, vino ni otras bebidas espirituosas. Este contrato quedará automáticamente anulado y sin efecto si se encontrara a la maestra bebiendo....   

   8* - No viajar en ningún coche o automóvil con ningún hombre excepto su hermano o su padre.

   9* - No vestir ropas de colores brillantes.

  10* - No teñirse el pelo.

  11* - Usar al menos dos enaguas

  12* - No usar vestidos que queden a mas de cinco centímetros por encima de los tobillos.

  13* - Mantener limpia el aula.
 
a)     Barrer el suelo del aula al menos una vez al día. 
 
b) Fregar el suelo del aula al menos una vez por semana con agua cliente y
         Jabón.
 
     c) Encender el fuego a las siete, de modo que la habitación esté caliente a las 
        ocho cuando lleguen los niños.. 

        d) Limpiar la pizarra una vez al día.

   l4* - No usar polvos faciales, no maquillarse ni pintarse los labios.
     
 
 
   Una semana después se jugó el partido de fútbol en el Field Ferre. El palco oficial de la cancha ocuparon las mismas autoridades que asistieron al partido de basket. La disputa fue emocionante, el entusiasmo delirante. En el escenario de pasto se producía una lluvia… de goles. Llegó el momento en que Echániz y Fidanza abandonaron sus butacas y adelantándose alentaron con sus manos en alto a sus muchachos.  En la tribuna popular el griterío era ensordecedor. Terminó el partido con el triunfo de Regional por once a cero. Los negros grasa ganaron, sin embargo un hubo ningún insulto para los pitucos. Hubo si vítores. La tribuna se lanzó en masa a la cancha para entonar la copla de la victoria:
 
  Colegio tenía un pitito/ y el pitito se rompió / Regional con su jueguito / once a cero le metió. La   euforia continuaba. “Quiera que no quiera, Regional; quiera que no quiera, Regional”.
 
  En un momento del regocijo Echániz y Fidanza buscaron al doctor Benítez para despedirse. El Rector ya no estaba, un Celador, allí presente, les explicó que “el doctor Benítez tuvo que acudir a un llamado urgente de su casa”.
 
Echániz y Fidanza se miraron significativamente con una sonrisa de dos adolescentes pícaros, mientras Tobi garroneaba la pantorrilla del Celador.            
 
Al los pocos día, en la casa de la familia Arnolfo, más precisamente en la calle 25 de mayo 1633 frente al arenal, como se lo llamaba a ese lugar de ocasional esparcimiento. Carmencita, su hermana María Rosa y su padre tomados de la mano concurrían en las cálidas tardes de primavera siempre acompañados de su perro Tobi; el integrante perruno de esa destacada familia, quien hacia de guardián y fiel mascota de su amorosa dueña.
EL MILAGRO DE TOBI
 
  Como toda casa en esa época, esta tenía la particularidad de ser de patio amplio con un muro en la parte trasera, y adelante con un tejido cubierto de ligustros que lo separaba de la calle. Tobi encontró la forma de escaparse por un hueco justo en un costado y todas las tardecitas se perdía con destino incierto. Al arroyo Arazá lo atravesaba nadando para perderse en aquella zona desconocida del bosque, pero cuando el Señor Vera regresaba del trabajo en su auto y abría el portón del garaje, el aparecía moviendo su cola de alegría y entrando como Pancho por su casa la casa, como si nada hubiera pasado.   
 
  Una fría tarde de octubre Carmencita jugaba junto a su hermana Maria Rosa en el espacioso patio de su casa. Por seguridad no les era permitido siquiera llegar a la esquina de España y 25 de mayo ni a la fonda de al lado; claro, allí se juntaban a beber los parroquianos que regresaban de sus largas jornadas de trabajo y aprovechaban para templar el ánimo con alguna que otra cañita que les devolviera el alma al cuerpo.
 
   Esa tarde fue distinta; Tobi estaba inquieto y nervioso… miraba insistentemente para el lado del muro del fondo de la casa, el cual a Carmencita le parecía tan alto que no se imaginaba verse subida a el. De repente una sombra enorme cubre el patio… el corazón de la niña latía con violencia y su voz se apago cuando quiso pedir auxilio. Tobi arremetía furioso contra esa figura fantasmagórica que caminaba sobre el muro.
 
  Nadie creyó lo que ella contaba, su madre no le dio importancia a lo acontecido pero si la cocinera; doña Bárbarale confirmó que era un lobisón. Desde ese día Tobi quedo triste, ya no correteaba ni jugaba con las chicas de la casa ni se escapaba en horas de la tarde; es más, ya no se levantaba ni para comer.
 
   El pronóstico “moquillo” Estaba condenado a pasar a mejor vida, sin embargo la niña oraba y oraba permanentemente, ya que según le habían enseñado en el catecismos  Dios concederá todo lo que se le pida y que San Roque es el protector de los perros … Esa tarde de octubre quedaría en su memoria para siempre. Tobi ya no estaba en la casa, quiso buscarlo en el monte pero don Arnolfo no los autorizó. Por las noches miraba las estrellas tratando de descubrir en cual de ellas estaba su perro.
 
   Sin que ella lo sepa, su padre había encargado al pintor que casualmente se encontraba en su casa realizando algunas refacciones, que lo depositara lejos de la casa donde nadie lo viera sufrir… ni morir. El encargado de tal acto lo puso dentro de una bolsa de arpillera a la que ató fuertemente con una soga y lo arrojó sin mirar a las aguas del arroyo Arazá.
 
 Pasó el tiempo, llegaron las vacaciones escolares y muy prontas las fiestas de navidad y año nuevo. Esa navidad ella no pidió ningún regalo. Sin embargo encontró un paquete con un gran moño rojo sobre sus blancos zapatos que los abrió solo por curiosidad; aún recordaba a Tobi y el tiempo del olvido aún no había llegado.
 
  Una mañana, precisamente un dos de enero Carmencita estaba sentada en su sillita de niña en la vereda de casa cuando vio a Poncho verde doblar la esquina; el siempre la saludaba desde lejos pero ahora pasaría a su lado, eso le causó una sensación agradable ya que a esa altura ya era un personaje muy querido de la zona…
 
  - Hola niña bonita, ¿porque tienes esa carita tan triste, acaso se te perdió algo? –   dijo Martín con una dulzura infinita.
 
  - Si don Poncho, mi perrito Tobi que estaba enfermo se perdió hace tres meses y nadie lo puede encontrar, yo creo que el lobisón que una vez vi. sobre el muro del fondo me lo robó -
 
   Carmencita quedó avergonzada pues creyó que Martín se reiría de ella como las demás personas al escuchar su ingenua sospecha, pero su interlocutor frunciendo el ceño sacó un viejo papel del bolsillo delantero de su pantalón y también un lápiz tan viejo como gastado y anotó… perro… Tobi… Lobisón, y hablando con voz serena replicó:
 
  - Veremos como arreglar este asunto - metió la mano en el bolsillo izquierdo y sacando una soga la entregó a la niña diciendo -   -como primer medida quiero que guardes esta cuerda debajo de tu almohada y se la entregues a don Moncho, el albañil de parte mía justo el seis de enero bien temprano cuando llegue a tu casa, te aseguro que será un día inolvidable -
 
 - Si señor Poncho - contestó Carmencita cuando Martín se perdía a lo lejos rumbo al arroyo Araza. 
 
  Y llegó una nueva semana… los chicos no pensaban en otra cosa que en esperar el 6 de enero, cuando los reyes magos traían sus juguetes a los que se habían portado bien durante el año. En Cambio los pensamientos de Carmencita estaban totalmente dirigidos a recordar a su perro, a veces tenía que hacer un esfuerzo para sacarlo se su mente, ya que ésta se dirigía siempre al mismo punto… no lo podía evitar.
 
   Por fin llegó el seis de enero.  A las ocho de la mañana, todos dormían cuando golpeaban la puerta, Carmencita saltó de la cama al recordar las palabras de Poncho Verde, sacó el cordel que guardó celosamente bajo su almohada y al abrir la puerta se lo entregó a don Moncho, que al verlo casi cae desmayado.
 
  -  De donde sacaste eso – casi gritó al reconocer el cordel con que había atado la bolsa de arpillera con el perrito adentro para que se ahogara en la aguas del arroyo Arazá; ¿acaso alguien lo vio y descubrió ese acto casi criminal que había cometido? 
 
 - Me lo dio don Poncho verde para que se lo diera a usted  –
 
  Repuso asustada Carmencita cuando la presión de don Moncho se elevaba más allá de los 18/12… el pobre albañil no pudo contestar una sola palabra al agarrar la cuerda entre sus manos temblorosas, sin embargo se puso a trabajar en silencio mientras la niña procedió a continuar con su descanso.
 
   Pasaron algunas horas y de pronto unos fuertes ladridos despertaron a Carmencita y a los demás habitantes… Tobi estaba de vueltas en la casa, la niña no lo podía creer y lo abrazaba contra su pecho con lágrimas de felicidad. Tobi, Tobi… gritaban todos en la casa mientras el perro feliz los miraba ladrando y moviendo su cola.
 
  Tobi vivió muchos años más para alegría de la familia y del barrio entero que enterados del milagro realizado por Poncho Verde, comenzó a mimarlo y cuidarlo hasta el día que se perdió definitivamente.
 
–No puede ser- decía el pintor, -si yo le - …
 
  Muchas personas han dudado de la veracidad de sus afirmaciones en lo concerniente al caso de Toby y también sobre la aparición del lobisón. Aparentemen­te se han escrito libros y nacieron muchas leyendas sobre ellos, pero ni uno solo o solo muy pocos los vieron, como ellos mismos admiten. Yo los vi, afirma Carmen.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

                            LA DAMA MISTERIOSA
 
La taberna de don Pastor  como siempre seguía siendo el segundo hogar de muchos trabajadores, donde los domingos se reunían a la hora del aperitivo frente al mostrador. En este ambiente alegre y chacotón siempre llegaba el hombre de poncho verde en su calidad de persona humilde y culta, quien gozaba ya a esa altura del respeto y la benevolencia de los presentes, quienes lo saludaban con una sonrisa de agradecimiento por las veces que sin pedirlo, este les había sido útil.  
 
Siempre se sentaba en la parte de atrás casi junto a la puerta, desde donde observaba llegar a las demás personas o veía los rostros de los parroquianos, ya que también poseía el don de leer los labios, así que podía dar cuenta de las tertulia dominical,  mientras esperaba que le sirvieran algunos fiambres hechos por doña Marisol.
 
Ese domingo, los amigos del vermouth y del picado tuvieron una agradable sorpresa. Aquella mañana llegó el hombrecito paraguayo que una vez vino a ofrecer “chiancho”. Había quedado en volver con su arpa. Ah, otra cosa más; Doña Marisol le había dicho la fecha de su cumpleaños y en su homenaje fue llegando ese día. Nadie sabe como, pero al ratito fue apareciendo doña María Inés con una enorme torta.
 
Un gran movimiento en su casa hacía notar que algo fuera de lo común estaba ocurriendo. Más aún cuando comenzó el concierto de arpas. Al son de la música fueron llegando los habitués de los domingos. Más y más gente se fue agolpando. Era ya una fiesta pública.
 
Juan Barrios fue el encargado de sacrificar al chancho que don Pastor había comprado al paraguayo, pero; el nunca había matado siquiera una mosca, así que cerro los ojos y descargó casi sin ganas el “amansa loco” sobre la cabeza del pobre animal, al que cargaron sobre una mesa para carnearlo.
 
- Pobre animalito hangá – lagrimeaba Sabrina, mientras alcanzaba el agua hirviendo para afeitar al cerdo. Pero tal fue el susto que se pegaron cuando derramaron el agua sobre el lomo.  El chancho no estaba muerto. Entre gritos de dolor se incorporó de golpe y salió escapando para el lado del monte, mientras era perseguido por los ocasionales parroquianos que estaban dentro del bar, mientras el paraguayo reía recordando que sus chanchos son duros de matar.
 
La mañana se prestaba; ni una nube en el cielo empañaba la quietud, solo un soplo suave del viento acariciaba la faz de los felices oyentes que se deleitaban con el vuelo azul del arpa que interpretaba el “Pájaro Campana” y luego “Felicidades” a lo que siguió una y otra vez el Cumpleaños feliz.
 
En el momento en que la energía no tenía límites entró un hombre que, a la vista de los presentes era un desconocido en el lugar.
 
Dijo dirigiéndose a Don Pastor:
 
- por favor un vermouth – y agregó - ¿puede ser un asiento? Quiero escuchar la música
 
  Don Pastor le ordenó a una muchacha de la casa que lo ubique en el lugar con una mesita y una silla. Allí se quedó en silencio.
 
  El desconocido al sorber su copa estaba pensando ¡Ah! Estoy envejeciendo. En otros tiempos yo ya estaría frente al arpa cantando una polca y recibiendo los aplausos de esta gente maravillosa y ahora solo tengo penas. ¡La vida se va muy rápido! Para que me habrá citado Martín acá?
 
En medio de tanta algarabía todos levantaron la vista ante la presencia de una hermosa mujer, elegantemente vestida. Ella entró, se dirigió directamente a don Pastor. Le preguntó algo que no pudo oírse a causa del sonido del arpa. El le indicó algo con el dedo índice.
 
La misteriosa mujer que misteriosamente fuera invitada al cumpleaños de doña Marisol, luego de saludarla y agradecer el cumplido al parecer iba a salir, pero se quedó frente al arpista. Estuvo un largo rato frente al artista hasta que este no aguantó más las ganas de dirigirle la palabra.
 
 - ¿le gusta la música señorita? – preguntó – ¿quiere que le interprete algo de su agrado?
 
Ella lo miro un momento llena de melancolía y contestó: - Hace añares que no canto acompañada de un arpa… ¿puedo? –
 
Haberlo dicho antes cuñatay porá… - contestó el paraguayo en su dulce idioma guaraní. Ella dudó un poquito, pero fue más fuerte el deseo. El paraguayo templó su instrumento una vez más y luego interpretó Serenata Ocara, para acompañar a la desconocida, quien de inmediato hipnotizó al auditorio con su voz tan dulce como la de Anahí:
 
 
 
La música galana que vuela a media noche
Vestida de armonía cual novia de Chopin
Se vino a la tranquera del rancho en que ella vive
Trayéndola en su sueño un raro purajhéi
Dos músicos muy tristes eran los que cantaban
Sentados sobre el tronco de un viejo guayaibí
Guaraní eran los versos que del cantar fluían
Mientras tristes lloraban las dos mbaracá í
De pronto en la tranquera, del rancho campesino
Apareció la musa, envuelta en su tipóy…
Sus pies al descubierto, dos cocos parecían…
Mientras su boca abría al dulce pucavy
Enmudecieron lentas, las nobles guitarritas
Los fieles compañeros del bohemio vy´á yn´
Y firmes sobre el tronco, los dos la contemplaron.
Libando la dulzura de su ma´é rorí.
 
 
Los que estaban ahí presentes, más los que estaban adentro de la casa se habían agolpado a su alrededor. El hombre del vermouth tampoco quiso ser menos, más cuando esa polca y esa voz le recordaba algo querido.
 
 
 
Jhí aitente picó cheve
Balbuceó la moza
Peé pé yapo jhaicha
Cheavé  apurajhey
Jha é jahuá peéme
La dulce “muchas gracias”
Peyú jahuére coicha
Torypé che mombay
 
(Quisiera yo también cantarles las muchas gracias, así como hacen ustedes al despertarme con alegría)
 
 
 
 
 
 
Cuando el forastero vio la cara de la dama quedó pálido. Ella también se sorprendió como si hubiera visto un fantasma. Dejó el instrumento, dio unos pasos y…
 
-                   Natalicio…-
 
-                   Anita…-
 
 El abrazo fue largo y emocionante hasta para el público que contemplaba extasiado ese momento sublime. Los dos tomados de la mano salieron a la calle, casi sin despedirse de la gente.
 
 El auditorio quedó sorprendido. Algunos salieron a la calle para ver si veían algo, luego se agolparon alrededor de Poncho Verde; que estaba sentado en la parte de atrás casi escondido, para que le cuente algo. El siempre tenía respuestas para la gente cuando estas no entendían lo que ocurría… siempre recurrían a el. Sin embargo, el reía feliz pero no dio ninguna respuesta.
 
De lo que si estaban seguros es que tanto la mujer como el mozo eran paraguayos se conocían y estaban enamorados.
 
 Iba llegando la hora de la siesta y la fiesta de cumpleaños no paraba en emociones, pero de a poco las personas se fueron retirando en busca de su almuerzo habitual de los domingos. Cuando doña Marisol vio que quedaba poca gente invitó al arpista a pasar al comedor.
 
  La mesa estaba dispuesta en un largo comedor, limpio y ordenado y desde la cocina llegaba un apetitoso olor a asado con achuras. Además las hijas habían preparado un fuentón de pastelitos a lo que se sumaba la torta de doña María Inés y los chipá mbocá preparado por mary.
 
 Comieron a discreción sin que faltaran algunas chanzas, las que corrieron por cuenta de los jóvenes músicos que acompañaron al artista. Uno de ellos, Juan de la Cruz se había fijado en la hija menor del dueño de casa. Sabrina se dio cuenta y un momento ya estaban entablando conversación.
 
 -  Juan de la Cruz, que hermoso nombre, ¿ha estado usted alguna vez en Asunción?
 
 - Claro que si, muchas veces –
 
- Cuénteme de las galoperas, ¿por que bailan con un cántaro en sus cabezas? -
 
- Bueno, eso se remonta ya desde el siglo diecinueve, cuando en un lugar llamado
Tarumá, por estar esa zona cubierta de plantas de ese nombre, cada tres de febrero; fiesta de San Blas, las devotas de ese santo quien además es el Patrono de la ciudad se reunían ahí para honrarlo con los cultos tradicionales. Esa fiesta siempre era amenizada con la “Banda Jheycué de Trinidad” y así, mientras la orquesta ejecutaba polcas las mujeres que para cumplir sus promesas bailaban con los famosos cántaros llenos de agua en sus cabezas y cuando la música terminaba las servían a los peregrinos que venían llegando, diciendo “Tupasý ymí, o San Blas ymí”. Una de la más hermosas era María pío que ataba su cabello negro azabache con un kiguá verá del que caía en tranzas su larga cabellera -
 
 
 - ¡Ah señora! – dijo a la dueña de casa – quisiera invitarla alguna vez a Asunción, claro… tendrá que acompañarla su hija Sabrina -.
 
 Sabrina ruborizada, pero mirándolo con sus grandes ojos verdes le contestó con su acostumbrada firmeza:
 
- y ¿Por qué tendría que ir yo? -
 
- Bueno, confieso que me traicionó mi otro yo, supongo que no se ha ofendido conmigo -
 
 - Nada que ver - contestó la damita – Créame que lo tome como un halago –
 
  El viejo sauce llorón del fondo de la casa expresaba sus sentimientos con sus largas hojas que caían verticalmente como el canto de la naturaleza, cuando ella es testigo del nacimiento de un nuevo amor entre Sabrina y Juan Cruz; hijo de unos de los hacendados más ricos de su país.
 
  El sol caía cual bola de fuego sobre el arroyo Arazá. El verde vegetal parecía más hermoso con las caricias de los últimos rayos solares. La alegría en el patio de la cumpleañera iba en declinación. Parecía decir ¡Basta por hoy!
 
 De pronto Aparicio, el arpista dijo:
 
  - Permítanme que les diga que me siento feliz de haber compartido con ustedes tan hermosos momentos. Gracias por todo. Tenemos que retirarnos porque la lancha que nos va a llevar de regreso parte dentro de una hora  –
 
  Al notar la indecisión del dueño de casa fue la del cumpleaños la que agradeció con estas palabras:
 
-       Les voy a decir que esta no es una despedida, sino un hasta luego. Siempre serán bienvenidos. Gracias y vuelvan pronto.
 
   El Paraná esplendoroso desplegaba su belleza ese anochecer. La lancha a motor partía hacia el Paraguay. Juan de la Cruz llevaba el pañuelo de Sabrina en su mano izquierda y su cabeza recostada sobre la baranda de la embarcación, recordando algo hermoso. El amor navegaba sobre las olas del río.
  
 
 
                                   EL REENCUENTRO
 
 
- ¿De donde saliste Ana?  - preguntó Natalicio
 
- ¿Y vos por donde andabas? – contestó sonriendo Ana
 
Caminaron un rato casi sin hablarse. Ambos estaban sorprendidos; no sabían si alegrarse o llorar. Por fin rompieron el silencio.
 
Dijo Natalicio:
 
- Las cosas que pasé no las deseo a nadie. Navegué por el río no se cuanto tiempo. En la canoa escapé por milagro hasta una isla  del lado del Paraguay. Allí no había nadie. Fue una odisea tenebrosa, creí que no llegaría a la Argentina. Pero llegué –
 
Interrumpió Ana:
 
 - Yo lloré mucho. Creí que el río te había tragado, no deberías haberte involucrado en la sublevación… - 
 
  Natalicio continuó contando:
 
-                     Los isleños me ayudaron. Así andando me encontré en un camino en el que un camionero me alzó. Viajamos por el Chaco hasta la balsa que cruza el Paraná y conduce a Corrientes. Allí el camionero me bajó. Tomé una calle y caminé sin saber que hacer: llegué hasta el arroyo Arazá y me senté bajo un árbol con el propósito de aclarar mi mente. De pronto… de la nada Apareció Martín y fue el quien me salvó. Me indicó donde vivía un médico paraguayo en la Isla del Cerrito quien me ayudó. Te digo más, para no descubrir mi paradero me escondí entre leprosos y desde ahí, el llevaba mis cartas al Paraguay en persona, para que al menos supieses que estaba vivo, pero nunca recibí contestación y la casa donde vivías era ya una tapera; allí estuve hasta que me descubrieron y escapé por milagros a una isla de acá enfrente  –
 
- Ocurre que mi familia también tuvo que emigrar. Nos establecimos en un pueblo que se llama Esquina. Nunca supe nada de vos –
 
- Yo nunca te olvidé, siempre estabas presente con el esplendor de tu belleza, con la magnificencia de tu compañía. Te busqué pidiendo a mis amigos que viajaban al Paraguay que trataran de encontrarte. Nunca tuvieron éxito.
 
   Se pararon en una esquina en silencio. Se miraron tiernamente sin saber que decir. En eso apareció una mujer que le habló a Ana:
 
 - Está toda lista señora… -
 
 - Ya voy Valeria… - dirigiéndose a Natalicio – Por favor, tengo que resolver unos asuntos –
 
    Quedó pensativa y continuó:
 
 - Natalicio, yo nunca te mentí. Aquella vez quise salvarte para mí, pero el destino es cruel. Ahora tengo que decirte que me casé con un argentino…-
 
- ¿Te casaste?... entonces ¿murió nuestro amor? –
 
 - No. Natalicio, hay amores que nunca mueren… -
 
   El quedó enmudecido, su alma estaba exaltada por la terrible noticia. No atinaba a aclarar sus pensamientos.
 
  En eso volvió la muchacha para hablar a su señora.
 
 - Señora, es tarde… -
 
- Por favor – dijo Ana suplicando – Tengo prisa. Quiero volver a hablar contigo - 
 
   Parecía que la suerte estaba echada, con tristeza Natalicio aceptó una nueva entrevista.
                
  Osvaldito, uno de los parroquianos sentado desde temprano dijo:
 
 - Debe ser hermoso sacar del purgatorio a un alma enamorada. Sería como sacar los valores dormidos del fondo del corazón. Este Arroyo guarda cosas insondables de los espíritus inquietos y enamorados. Les aseguro que vi el alma de Mariana acurrucada en un rincón del Arroyo. También les aseguro que el pombero no es malo. Es un buen amigo –
 
 - ¿Vos le viste? Preguntaban los del público sonriendo
 
 - No, pero sé que andan. El ayuda a sus amigos. Lo malo que tiene es que es muy celoso. Si se enamora de alguna de sus hermanas, ella va a tener todo, pero no le va a dejar que le mire a otro hombre –
 
 - ¿De donde sacaste eso? ¡callate!!! – gritaban los presentes en plena algarabía.
 
 - Yo se que es así. En cuanto a Cambá Palito, el morocho brasileño que hoy no vino y que dicen que a la siesta suele raptar criaturas, para venderlo a un leproso del centro de la ciudad, quien se baña con la sangre infantil para paliar su enfermedad… la otra vez le seguí. Pude averiguar que nunca molestó a ningún niño y que el tal ricachón del centro tampoco existe. Él es cuidador de caballos de carrera en un establo. Aaaah, muchos no saben, pero una pareja que se amaba mucho le va a salvar a Mariana de la prisión del purgatorio -
 
   
                 
 
 
 
 
 
 
                        CLARO DE LUNA
 
 
  Natalicio fue al encuentro de Ana desmoralizado por lo que había dicho que se había casado. ¿No será una broma? El aire estaba tibio, por los alrededores caminaba la gente al parecer sin preocupaciones, la primavera regalaba su aroma nocturno.
 
  Desde donde se hallaba se escuchaba practicar al piano la “Sonata Claro de Luna” de Beethoven. Ella tardaba en aparecer. – ¿Será que Ana se arrepintió?  A lo mejor el marido no la dejó salir. ¿Pero que estoy pensando! Ahora vendrá, siempre ha sido puntual. Esperaré, es agradable esperar escuchando Claro de Luna, con el corazón henchido de esperanza.
 
  Por fin la dama apareció, pero no por donde el esperaba. De pronto escuchó una voz dulce detrás de él, que le decía:
 
- ¿Esperaste mucho? -
 
                    - Nunca es tarde cuando se trata de vos – respondió lisonjero Aparicio
 
  Se miraron sonrientes, no se notaba en ellos el tiempo transcurrido desde la noche aciaga del escape. Trataron de comprimir la larga ausencia. El amor estaba presente, palpitando desesperadamente. No, aquello no has muerto y hoy renace con más fuerza.
 
 - Tratemos de arreglar lo nuestro – dijo Ana
 
                      -  No hay nada que arreglar si estás casada – respondió cabizbajo Natalicio
 
-  Si, y tengo dos hijas – dijo tímidamente Ana – pero perdí mi marido -
 
  Al oír esto Natalicio iba a decir algo, pero quedó pálido y mudo.
 
  Ana continuó:
 
- ¡Cuánto me hiciste falta en aquel momento! Increíble pero fue así. Mi esposo un médico de acá se fue a trabajar a Esquina, pero no le pagaron nunca. Un político se quedó con la plata de sus sueldos, pasamos hasta hambre… y el pobre murió del corazón a causa de tanta tristeza e impotencia. Allí me di cuenta que nosotros habíamos nacidos el uno para el otro; una vez el amor nos unió y otra vez, a causa de la tragedia de la vida el amor nos separó. Te quiero mucho Natalio. En aquel momento de soledad he llegado a comprender lo mucho que te quiero -
 
-  ¿Porque te casaste?
 
-  Porque creí que te habías muerto… mi amor –
 
  Después del encuentro, tan caro a sus sentimientos Natalicio se dirigió a su casa. Vivía solo en las afuera de Corrientes. Cada vez que llegaba le gustaba prender su calentador “Primus” calentar agua y tomar unos mates amargos. Esa noche estaba feliz. El sueño de amor de toda su vida había despertado y entraba por su ventana en un rayo de luna.
 
  El encuentro de la noche siguiente fue definitorio. Ya no en la calle, sino en la residencia de Ana. Una sala bien dispuesta, con un piano, con una mesa redonda cuyo centro lucía una fuente con frutas naturales.
 
-       Yo vivo habitualmente acá, mi casa Está en esquina donde heredé el negocio unos tíos lejanos. Trabajo en sociedad con mi cuñado. El siempre me insiste en que me vuelva a casar porque necesita un socio que lo ayude. Es un muchacho muy bueno –
 
  Natalicio la escuchaba, pero no oía lo que Ana estaba diciendo. ¡Qué terrible pasión es el amor!... Que interesaban las cosas materiales de la vida si el amor estaba allí, palpitante. Por fin se animó a hablar:
 
 -  ¿Y tus hijas, donde están?  –
 
 - Ellas se fueron con su abuela, quería estar a solas contigo –
 
  Natalicio la escuchaba, sus ojos se le avivaron; miró a los ajos de su Ana con pasión. Las pocas sombras de dudas que se ocultaban en sus sentimientos se disipaban. El amor y la pasión regresaron con la misma fuerza de siempre.
 
   La Sonata Claro de Luna que se escuchaba a lo lejos echó más leña a ese fuego que ardía. En ese momento se dieron cuenta que las horas habían pasado y que ellos estaban sellando sus destinos. En realidad, estaba todo dicho.
 
 
 
                               SEGÚN PASAN LOS AÑOS
 
 Y pasaron los años. Estaban felices, poseían una familia adorable. Hijas, cuñado y suegra se entendieron perfectamente con Natalicio. La frescura de la vida los ayudó a seguir adelante. Diecinueve o veinte años es poca cosas en la vida del hombre, siempre que el amor presida los momentos más preciosos del hogar.
 
 Una vez, caminando por la vera del Arroyo Arazá, Natalicio le contó a Ana de como fue que ese espacio geográfico fue un factor muy importante para cambiar su vida. Nunca se enteró que Martín, el paraguayo que vendía chanchos y el comisario influyeron y programaron el encuentro en el Almacén de don Pastor.
 
 -  Si aún vive quiero saludar al viejito – dijo Natalicio
 
Bajaron por un largo caminito desde la cima de la barranca hasta un rancho que se hallaba entre los árboles.
 
 
-  Buen día don Martín – saludó Natalicio
 
                     -  hola señor -
 
- ¿Se acuerda usted de nosotros? -
 
-  No señor -
 
                     -  Somos Natalicio y Ana -
 
-       Ah, ahora si – dijo el viejito del poncho verde, mientras se acomodaba en su silla de madera… - ahora si -.
 
  La conversación giraba en torno de esa historia de amor vivida más allá de todas las vicisitudes y peligros que les ha tocado pasar, pero el amor, el buen amor siempre triunfa. Ellos decidieron no regresar al Paraguay a pesar de que amaban a su país prefirieron seguir viviendo en Argentina, ya que su tierra se desangraba en revoluciones entre liberales y colorados, por tal concepto eligieron el amor y la paz.
 
  Cuando le tocó hablar a Poncho verde dejó escapar algunas lágrimas recordando un tiempo mejor… mientras le ponía al tanto de los acontecimientos últimos del lugar.  
 
  -  Al negro Yaguá Caí se lo suele ver con la mirada perdida en un remoto pasado, tal vez rememorando su antigua altivez y cuidando lo poco o mucho que consiguió en la vida pisoteando a sus semejantes – decía - eso si; su fiel amigo el alcohol nunca  lo abandonó-
 
-       Demás esta decir que nunca vieron al lobisón, aparte de Carmencita aquella siesta en su casa cuando enfermó su perro Tobi. Cambá Palito también desapareció.  Nadie supo ni encontró el domicilio de quien decían que se ocupaba de matar inocentes con el propósito de conseguir sangre para el hijo de un hombre de mucha fortuna, que padecía una enfermedad cuyo tratamiento precisaba constantes transfusiones. Pero nunca se denunció ningún caso de alguna criatura asesinada.  Se cuenta que vivía entre el monte a un costado del arroyo. Muchas personas lo vieron pero nadie se preocupó en denunciarlo ya que no creían en esas cosas; al contrario se reían de la ignorancia de la gente crédula, pero eso si… los viernes a la noche cuando sale la luna llena… todos se quedan en sus casas, asustados al escuchar unos aullidos provenientes del monte de guayabos.
 
-       Que Alegría Natalio, me acuerdo que eso pasó hace mucho tiempo en el almacén de don Pastor. Allí usted se encontró con su novia, se hablo mucho de eso -
 
                    Trataron de seguir hablando, pero el hombrecito estaba impedido por su vejez. Las pronunciadas arrugas de su piel denunciaban su estado de senectud que le impedía pensar como en antaño.
 
Al contemplar al anciano Natalicio pensó que cada hombre trae escrito su destino que a veces no lo sabe usar para si, pero lucha para ayudar a encontrar el amor y la felicidad a los demás. Poncho verde está aquí por una pena de amor, pero disfrutando de los frutos que Dios puso en su camino y en la naturaleza para el goce de sus hijos.
 
Cuando decidieron despedirse Natalicio sacó de su billetera un puñado de billetes y los depositó en sus manos temblorosas. Don Martín simplemente dijo:
 
-  Gracias, ¡Un gran amor!... ahora si Mariana descansará en el cielo –
 
                        En el camino de regreso Ana preguntó:
 
 - ¿Por qué dijo eso el anciano? -
                     
                      -  ¿que dijo? -
 
 - Que Mariana ahora iba a descansar en el cielo porque hubo un gran amor -    
 
                      -  La verdad que no se, ¡que raro! – contestó natalicio.
 
    Ninguno de los dos sabía la leyenda de Mariana. Tampoco sabían que su gran amor había liberado un alma del purgatorio. Solo conocían el amor que había sellado dos almas, la de un hombre y una mujer que habían nacido para amar, vivir y luchar venciendo todos los obstáculos.
 
  El mes de julio de 1.942 fue particularmente frío; Poncho Verde no esperaba más sorpresas a su vida que ya se iba apagando lentamente. A esa altura ya era un personaje en el barrio. Todos hablaban del hombre del poncho verde. Algunos contaban hechos de lo más disparatados que se convertirían en leyenda, como aquella que decía que el enfrentó a una docena de policías solo con un facón en la mano derecha y en la otra su infaltable poncho verde, y que el mismo era nada menos que el paño de la mesa de billar arrancado de un tajo para defenderse. ¿Acaso fue el?... solo Dios sabrá       
 
 
 
 
 
 
 
 
                             LA AVENIDA
 
 
- Vamos a cenar esta noche por Poncho verde – dijo Hugo Insausti 
 
- Será Avenida Pujol che – replicó Sofía
 
-  Mejor queda Poncho Verde – discutían entre todos los amigos esa noche
 
Hubo un tiempo que lo que llamamos Avenida Pujol, se llamaba Arroyo Poncho Verde. Eso fue hace mucho tiempo. Ahora este espacio está ocupado por negocios, bares y parrilladas. La leyenda de Poncho Verde quedó atrás. Los alegres visitantes no saben que esta zona había un guayabal entre las altas barrancas que vio pasar generaciones enteras de correntinos y guarecía todas clases de alimañas, y porque no a algunos individuos que escapaban a la justicia y a la policía brava. Estos hechos daban pie a cuentos o casos inventados o no, pero que caían en la cultura de cada generación que debía pasar por ese sitio.
 
Esos amigos que estaban discutiendo para ir a cenar ¿pudieron ser acaso, uno de ellos descendientes de Ana y Natalicio?
 
Ellos llegaron a una conocida parrilla de la avenida. Se ubicaron a una corta distancia del escenario donde actúan los músicos. 
 
-       Mozo, ¿que hay para cenar? – preguntó Mary
 
 
El mozo le entregó una cartilla con el menú de la noche. Pidieron una parrillada completa con vino tinto.
 
Jeny, una paraguaya hermosa que acompañaba al grupo, miraba fijo al locutor cuando anunciaba un trío de arpas y guitarras, Griselda Doldán, Catalo Rodríguez y Florentín Arévalo. ella sin querer se estremeció, un hormigueo le subió por el cuerpo. La sangre llama. Se le dio por preguntar cosas raras. El locutor para darse de sabiondo y dar un halo de misterio a su exposición agregó:
 
 - Amigos, por debajo de este pavimento corre un río de leyendas. Cuentan que una hermosa muchacha se ahogó en sus aguas y fue al purgatorio, y solo un gran amor la pudo salvar –
 
   Todos se rieron de la ocurrencia del locutor. Menos Jeny. Ella se quedó seria, presa de un profundo atavismo. Su espíritu se comportó como si fuera heredera de aquellos lejanos protagonistas de la leyenda del Poncho Verde. Pensó en un gran amor. Ese espíritu de Ana y Natalicio, a quienes ella no conoció, se había escondido en lo más recóndito de su conciencia, para renacer en un momento de intensa emoción.
 
   Una noche de alegrías y cena, escuchando la música que uno lleva en la sangre, siempre es buena para despertar la curiosidad. Para encontrar un rincón desconocido, buscar palabras que nadie ha pronunciado jamás. El paso de los siglos sobre el mundo no ha podido borrar las ansias de saber algo sobre lo misterios, entonces es cuando nos independizamos de la realidad que nos absorbe para entrar en el mundo de la fantasía, para resaltar en algunos personajes, el tormento de amar y morir. Como Pedro Héctor Blomberg, que describe el sufrimiento de la vieja irlandesa:
 
                           …Que todavía sueña
                Con los ojos azules de aquella pequeña
                Que se fue para siempre, una noche de bar.
 
Los misterios del Poncho Verde, que hoy nadie recuerda, estarán latentes. Mientras haya amor, habrá leyendas. Y las leyendas acarrean los recuerdos y abren las esperanzas.
 
 
 
 
 
 
                                           FIN
 
           
 
                       PALABRAS FINALES
 
  Los pobladores más antiguos de pronto recordaron aquel caso que ocurriera una década antes en un billar de la zona… (Según la escritora Mirtha Mirella el hecho sucedió de este modo):  
 
Un caballero apuesto, vigoroso, de condiciones valientes, de apellido Ponccio, que venia de Misiones, entreverado con las tribus, había dado libertad a más de trescientas familias, con haciendas y tierras, se asentó en Corrientes, renegando de aquella gente que habitaba el norte argentino. Ponccio, hombre inteligente y audaz, pronto se relacionó con lo mas high-life de Corrientes Colonial; los militares.
 
Como había llevado muchos años en Misiones, entre jesuitas e indios, había adquirido una astucia especial, y un valor estoico.
 
Cuando llegó el año 1811, Ponccio lucía jinetas propias, con el grado de Sargento
 
Pero nunca falta un roto para un descocido, Ponccio, tenia pasión por el juego. ¡Era muy jugador!!
 
A mediados del año 1812, regresaron de campaña, los Capitanes y contaron las hazañas del Sargento Ponccio, su valor y maestría en las contiendas
 
El Gobernador de entonces, pretendió celebrar con grandes actos el 2º aniversario de la Patria.
 
Convocó a las tropas hacerse presente para asistir al solemne Tedeum que se realizó en la Iglesia Matriz con el motivo Patrio
 
En la Iglesia de la Cruz de los Milagros se leyó la orden del Superior Gobierno por el cual se lo ascendió a Alférez de los ejércitos de la Patria al Sargento Ponccio.
 
El Sargento Ponccio faltó a la cita dando parte de enfermo.
 
-Como ya soy Alférez - se dijo - plata tengo, tendrán algunas consideraciones si falto al toque de diana - mejor sigo jugando.-
 
Se lo busco por doquier, así se supo que había pasado l a noche jugando en el billar de Don Ángelo. (Hoy zona del Barrio La Rosada) Había ganado mucho dinero y bebido en exceso caña, Don Ángelo encaró a Ponccio por la rotura del paño del billar.
 
Ponccio, metió manos al bolsillo y le tiró monedas de oro y plata no sin antes arrancar de un solo tirón todo el paño de la mesa, que se lo colocó a modo de poncho, sobre los hombros, con el que se ausentó, luego de haber dado muerte a Don. Ángelo de un certero puntazo en el pecho.
 
Ponccio era símil a un pájaro, tenía su nido en el arroyo Manantiales que desemboca en el de las las Baterías y luego al Río Paraná. (Entrada al Parque Mitre) Una compañera y tres niños.
 
Guarecido en su enramada del arroyo, esperó a que se calmen las voces callejeras, que lo buscaban por la muerte de Don. Ángelo. .
 
Mucho tiempo estuvo oculto en el Arroyo, lugar impenetrable aún para la milicia, perdiendo absolutamente todo su dinero y rango social...
 
Hizo hacer con su compañera, un agujero en el medio del paño que se lo ensartaba como poncho
 
Más de una vez se deslizó sigiloso por los suburbios sin ser reconocido, por lo cual la gente comenzó a llamarlo el loco del Poncho Verde.
Versiones comenzaron a correr, atando cabo por conversaciones de los pobladores, se intentó investigar a este ser misterioso ser, envuelto en un poncho que se metía en el Arroyo luego de conseguir algo para comer.
 
La Guardia Urbana encomendó al Sargento Piris, disfrazado de paisano, a seguir sus pasos, junto a tres hombres.
Piris organizó un gran fandango en una casa de la calle hoy 9 de Julio, antes de llegar divisó un bulto que a tientas y en la oscuridad venía atraído por el barullo.
Piris se enfrentó a el y lo reconoció, es Ponccio, este no ofrece resistencia, vislumbra una emboscada, como buen valiente enfrentó a su rival en gran pelea, esgrimiendo ambos grandes hojas de acero. Ponccio atravesó a Piris con trece puñaladas cayendo muerto a sus pies en un gran charco de sangre, Ponccio resistió un poco mas, apoyado en un añoso tronco de espinillo con el coraje que lo caracterizó, quiso incorporase , pero fue inútil cayo para siempre con el último suspiro de la muerte.
 
Martha, su fiel compañera y sus tres hijos, clavaron una tosca cruz de madera en el lugar, (próximo a las calles 9 de Julio y Av. España) la que visitaba todos los días lunes encendiendo velas de cebo.
 
Cuentan… que una imagen tambaleante cubierta de un gran poncho verde hasta el suelo aparecía de vez en cuando por el Arroyo, o el lugar de su muerte, quienes lo vieron se persignaban prontamente aludiendo, -es el alma del valiente Poncho Verde.-
 
PD. El Arroyo Manantiales fue entubado, en 1957-58, este hermoso lugar , desaparecio a la mirada de los correntinos para siempre,...sobre el se levanta la Av. Gobernador Juan Pujol, (las verdaderas ciudades hubieran construido la avenida a cada lado de su margen...) pero todos, todos... lo conocemos como EL ARROYO PONCHO VERDE
 
 
 
 
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Descripción

leyenda correntina sobre un lugar muy particular de la ciudad de Corrientes como es el ex arroyo Poncho verde

Palabras Clave: santos morello poncho verde

Categoría: Ensayos

Subcategoría: Sociedad



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