Capítulo 9 "Un amanecer distinto"
Publicado en Mar 11, 2013
Cuando mi padre se fue de casa, hubo que hacer cambios en nuestro hogar. Uno de ellos fue el de mudar mi habitación al lugar que antes era su oficina.
Debí mover todas mis cosas, entre ellas mis álbumes de fotos. Estaba revisando mi caja de recuerdos y encontré algo creía haber perdido. Eran fotografías de aquella vez que fui a pasar unos días al campo de mis abuelos... En ese entonces, mi abuela ya había fallecido y mi abuelo vivía solo. Recuerdo que fuimos en un auto que mamá odiaba y pase la mayor parte de mi viaje escuchándola criticarlo. A mi me encantaba. Era el auto que papá había querido durante su adolescencia y logró cumplir su sueño de grande, con algunas criticas claro. Era un lugar perfecto. La tranquilidad que habitaba en ese sitio me inundaba de paz. El abuelo salio a recibirnos, primero saludo a mamá con un beso y abrazo, a papá le estrecho la mano como acostumbraban y luego se dirigió hacia mí... No lo veía desde aquel día. La muerte de la abuela lo había afectado mucho, mi mamá siempre me contaba que el amor que habían vivido fue un amor de toda la vida. Mis abuelos se conocieron de muy pequeños. y se enamoraron en su adolescencia. Lo cierto es que al parecer, yo, tenia un gran parecido con Ester. Fue mi abuelo quien decidió que no quería volver a vernos y mis padres lo respetaron. Habían transcurrido 2 años desde aquel día. Él se acerco a mí y me dio un fuerte abrazo. Mi cuerpo se paralizo, no logré hacer ningún movimiento. cuando finalizo esa eterna demostración de cariño, volvió a ponerse en pie tomo un bolso que habíamos llevado en el viaje y nos invito a entrar. Durante los días que vacacioné en ese hermoso campo, aprendí a cabalgar, ordeñar vacas y me hice amiga de todos los perros de mi abuelo. Pero por mas que intentaba acercarme a él solo lograba un saludo en la mañana y otro por la noche. Eso me ponía triste puesto que realmente quería hacerles algunas preguntas, platicar con él sobre ciertas cosas. Pero los adultos son extraños, misteriosos y ya no quería seguir insisitiendo en lograr una relación con él. La noche anterior a irnos, no podía dormirme, necesitaba hablar con él. Di mil vueltas en mi cama hasta que en la madrugada, sin poder cerrar un ojo, coji un abrigo y salí a caminar por la casa, que por cierto es enorme. Las luna aun iluminaba el campo y las estrellas mas bellas que nunca brillaban como centenares de hermosas lucecitas. Antes de volver a la cama, lo vi. Mi abuelo sentado en una silla reposera con un mate en su mano mirando las estrellas. Tome valor y me senté junto a él. Como si ya hubiese sabido que estaría allí, ni siquiera volteo a mirarme. Permanecimos asi durante unos minutos. Comenzaba a sentirme incomoda, pero sin que lo advirtiera unas lagrimas brotaron de mis ojos. Mi abuelo me miró, me puso sobre su rodilla como acostumbrara a hacerlo hacía tiempo y comenzó a cantarme la canción de cuna que me cantaba Ester cuando bebé. Ya no me sentía triste, el dolor había pasado, la angustia que por años me atormento se desvaneció en un instante. -Perdóname Clara. Necesitaba un tiempo para curar mis heridas, y tú, tan solo eres una niña,no tienes la culpa. -Gracias abuelo. -Quiero que vuelvas el año siguiente y el otro y el otro. Ahora será como tu lo decidas. Permanecimos así hasta que el sol asomaba en el horizonte, iluminando de a poco cada extremo de ese inmenso campo. Cuando estábamos a punto de irnos, mi abuelo me apartó y me obsequio una pulsera. Era de mi abuela, la que él le dio el día que se pusieron de novios. Aun la conservo, como oro, mas que eso... Observe una de las fotografías de mi abuelo, era de antes de partir. Llevaba la misma sonrisa que no veía hace años cuando junto a él estaba ella...
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