En ocasiones, peor bueno que malo
Publicado en Mar 12, 2013
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Tomó las baterías para permanecer tan activo como sugieren los comerciales del conejo rosado. Acto seguido, salió de la tienda sin dar reparo alguno a lo que vociferaba el lamido dependiente asiático, con seguridad chino.
 
No pagó, y a paso firme fue avanzando hacía la iglesia que se encontraba al otro lado de la calle. Como si se tratase de alguna escena en una película low cost de principios de los 90's.
  
Fachada con baldosas que inútilmente imitan los ladrillos, mucha mugre y pocos detalles; la típica improvisación sobre lo que antes habría sido un taller mecánico durante el turno de la mañana y cervecería por la tarde/noche. Lo usual, es que esta clase de establecimientos fuesen grácilmente atendidos y administrados por su propio dueño, un tipo sucio, barrigón y de mal hablar, rodeado por posters de chicas -autopartes en mano- que promueven la lectura de la prensa.
  
Mientras cruzaba la calle, los coches frenaban en seco para no atropellarlo, y ante el rugir de las bocinas reía de forma arrebatada; como si estuviese acostumbrado a las atípicas situaciones cotidianas -de la misma manera que podría reaccionar el último cuerdo al verse inmerso en un mundo de locos.
  
Botas de cuero, vaqueros ceñidos y desgastados, cinturón con una gran hebilla, franela blanca de mangas cortas -tan blanca como vieja, y estampada con el logo de Batman-, chaqueta de color negro, gafas de aviador, cabello desordenado y barba de hace 10 días, probablemente de unos 35 años de edad; era la viva estampa de lo que muchos padres odiarían ver en sus casas, en especial si se trata de los padres de ‘la novia'.
  
¡Ahora sí, a por la salvación y el cielo! -dijo convencido de sus propias palabras-.
  
Incrustado en el interior de su chaqueta, a la altura del pecho, se hallaba un rudimentario dispositivo que tenía por finalidad generar pequeñas descargas eléctricas de forma sistemática a través de unas tenazas sujetas a sus tetillas. Colocó, entonces, el par de baterías en el dispositivo y presionó para verificar que todo funcionase correctamente. ¡Rayos! -exclamó-, hoy si es verdad que no me quedaré dormido.
  
Mientras tanto, saludaba a los conductores y al dependiente de la tienda, quienes -atónitos- no sabían cómo reaccionar ante lo ocurrido. No obstante, si algo podía notarse en sus rostros es que por alguna razón se encontraban encolerizados.
  
Pasada la página, prosiguió hasta subir a la acera, donde se detuvo para observar el letrero sobre la entrada de la iglesia -el cual llevaba inscrito en blanco pureza: "Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra." Hechos 6:4.
  
Menos mal que no se trataba de una chica bien dotada por la obra y gracia del Señor -cirujano-, pues podría causar alguna clase de revuelo extra, incómodo e innecesario (nótese que en la India hay quienes abogan porque las niñas recién nacidas lleven el sari o el burga -según la religión- para que no generen malos pensamientos en los hombres limpios de corazón. Nótese también la ironía y el sarcasmo-. Ese mismo pensamiento -el mencionado al inicio de este párrado- le tranquilizó un tanto al momento de atravesar el portal. 
  
Sin embargo, una vez dentro, comenzaron los temores, pues no quería fallarse a sí mismo en su rehabilitación y limpieza espiritual, como tampoco a Cristo -quien, según el folleto, también le ama.
  
Por amor a todo y a todos, espero que mi ingenio sea suficiente en esta ocasión para no perder palabra alguna de lo que dice aquel hombre de saco y corbata, pues seguro tendré que memorizar todo si quiero seguir por la senda de la salvación y el cielo eterno.
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Foto del autor Max La Scalea
Textos Publicados: 45
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2 Comentarios 256 Lecturas Favorito 0 veces
Descripción

Se requiere de pericia para conocer los lmites del bien y el mal; trasgedirlos de forma inconsciente puede ser producto de la inocencia e ingenuidad

Palabras Clave: bien mal locura incongruencia Dios salvacin

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Fantasa



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kalutavon

El que camina por la senda del bien, nunca se detiene a contar los guijarros que se le adhirieron al ropaje transitando por el camino del mal. Se me ocurre después de leer tu texto. Saludos.
Responder
March 12, 2013
 

Max La Scalea

Como todo: un poco de todo. En lo personal, soy de la idea de que las cicatrices, la heridas, los grandes errores y demás, pese a ¨pasarse la pagina¨, no se borran del todo, por lo que pasan a formar y forjar parte de cada quien (de ahí el acervo común, que inevitablemente tiene como fuente la interacción entre el todo y la individualidad)
Responder
March 24, 2013

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