al caminar hacia casa esa noche, alguien o algo me seguia por la angosta y tetrica calle con arboles de invierno, el viento moviendo los cables de la electricidad, golpeando las ventanas de las casas, la tenue luz de los faros a penas iluminaba mi camino, los perros aullaban, a lo lejos senti la sirena de una ambulancia, solo faltaba una cuadra para llegar a mi hogar pero de un instante a otro, en la fria noche nublada del siete de julio de 1989 me desplome en el piso sintiendo un horrendo dolor de cabeza, lo ultimo que vi antes de perder el conocimiento, fueron unos cabellos negros que caian sobre un rostro palido y sus zafiros que me observaban con una demencial excitacion.
 
Desperté en mi cama, por una extraña razón estaba demasiado débil, fui al baño para lavarme el rostro y una vez que lo hice y levante mi cabeza quedando frente al espejo, observe los ojos de aquel sujeto que estaba delante de mí, unos ojos carentes de vida alguna, oscuros como la noche sumergidos con una delicadeza sublime en la piel pálida de su rostro, no podía creer lo que veía en el espejo, estaba estupefacto, pero cuando logre calmarme, comprendí que estaba ante un reflejo, mi reflejo, y que aquel ser que estaba con vida pero que a la vez carece de esta misma, solo podía ser yo.