Mi nombre es...bueno eso no importa porque, tu, estimado lector lo olvidaras tan pronto como termines de leer mis memorias, y se, por propia experiencia que es más doloroso el olvido, que el anonimato.
En fin...las palabras que te presento solo son un poco de la vida que en algún momento tuve, y que ahora se ha extinguido...empecemos pues.
Creo que desde el momento en que nací estaba predestinado, no, posiblemente  la palabra apropiada es, condenado, a vivir una vida infeliz y miserable.
Cuando menos tuve la momentánea dicha de haber nacido, con un cuerpo frágil y desnudo con las mejillas rosadas y con un fuerte y saludable llanto, ¿Qué madre no querría a tan hermosa criatura?
Pues...la mía, una prostatita que fue violada por un grupo de ebrios..."maldita sea mi suerte “Esa momentánea felicidad de mi primer suspiro desapareció.
Tan pronto como la helada acera mojada de aquel callejón toco mi cuerpo desnudo mientras mi madre me maldecía y se reprochaba por no haberme abortado.
¿Mamá por qué me odias? Pregunte, pero ella me ignoro como si no entendiera lo que yo decía me dio la espalda y me abandono a mi suerte...la odio.
Pero...algo paso, mientras yo lloraba una cálida mano toco mi mejilla y sentí una gota cálida sobre mi pechito congelado..."¿Pero qué clase de monstruo seria capas de...?".
Antes de terminar su frase me recogió entre sus amorosos brazos y acerco su rostro al mío, tanto que pude oler su aroma... y de inmediato sentí algo que hasta ese momento no había podido.
Sentí...que tenía una madre... que me amaba, que no me abandonaría...que me protegería...y que no se arrepentiría de mi existencia.