Estar enamorado
Publicado en Mar 15, 2013
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     Caminando en dirección a su encuentro, mirando el cielo celeste, pensaba: "¿Estará esperándome? ¿Cumplirá su palabra?". Mil sonrisas se dibujaban en mi rostro adolescente; por momento cantaba, se me iluminaba la cara por los simples recuerdos. La gente a mi alrededor abrá lanzado muchos argumentos a mi cara de enamorado. ¿Enamorado digo? ¿Podría ser aquello? ¿Estaba enamorado -una vez más lo digo, en verdad enamorado? Me detuve. Parecía, en cierto modo enamorado. ¡Pero no lo podía estar! ¡Me lo impedía yo mismo! Mi ser, mi ánima, mi cuerpo, mis pensamientos, mi moral iban por caminos diversos. Ninguno se ponía de acuerdo sobre si debía o no debía estar enamorado.
     Pero podría ser cierto. En fin, seguía caminando. El cielo celeste, mientras más me acercaba a mi objetivo, se iba cubriendo de espesas y temibles nubes grises. ¡Cuántas veces en mi vida había experimentado el gozo y el dolor en un solo momento! ¡Cuántas veces había sentido el orgullo y la decepción! Es como que lo opuesto va bien puesto. Y así fue esa tarde. El cielo celeste me inspiraba a seguir mi camino, a encontrarme con mi "Destino", a seguir cantando y sonriendo como un loco enfermizo; Si, enfermo de amor. Pero a su vez, las nubes grises, me impedían el trayecto, me daba miedo y temor. El camino liso y seguro se transformaba en grietas y escándalo molesto. Me preguntaba una y otra vez a mis adentros, si debía continuar, si debía encontrarme con aquella persona en aquél lugar. No hice caso a las molestias, a los dolores, a la sangre derramada. ¡A nada de aquello! Seguí caminando, sufriendo en el camino.
   Sufrir, amar, caminar y esperar. En una mirada cristiana, podría ser el camino perfecto, añorado, iluminado, ansiado. Pero no, se contradecía estos términos con el verdadero sentido que da la Iglesia. Sufría. Si, pero no por una causa santa y noble. Sufría, no en honor al Señor Jesucristo en la Cruz; ni menos a algún mártir de la Historia. Sufría por mi propio querer, por mí y por aquello que quería alcanzar, que no iba de la mano con los méritos de la Cruz ni con el pensamiento del purpurado. Amaba. Si, pero no a quién debía. O mejor dicho, no de la manera que debía a quién amaba. Amaba de manera desinteresada, sin ningún interés; pero a diferencia, del amor del Apóstol, mi amor no tenía validez, fundamento ni base. Era un amor sin compromiso, porque no quería tenerlo. Inclusive, ese amor no tenía interés para ninguno de los dos. Amaba por amar,  nada más. Caminaba. Si, ¿a dónde? ¡No lo sabía! Tenía el presente en mis manos, el pasado se me había escapado. Pero no tenía el futuro asegurado. No tenía a dónde caminar. Cada vez que hacía un paso hacia adelante con ese sufrimiento, con ese amor, hacía dos o más pasos hacia atrás. Así era mi caminar. ¡No había proyecto! Y si lo había, o si lo hubo: cambiaba, desaparecía, se borraba. ¡No había camino! Y, lo que más hice fue esperar. Si, esperé. Esperé con el Alma, el cuerpo, el sentimiento, y todo lo que se le ocurra en diferentes partes. Cada uno, esperaba algo diferente. No es necesario, creo, analizarlos. Esperaba. ¡Esperé el sufrimiento de la otra persona, por el sufrimiento dado! ¡Y sí qué sufrí! Esperé también el sufrimiento de otros, ya que al amar a una sola persona, se odia a miles. Esperé la respuesta del amor, esperé el amor, esperé al amor, esperé amor. No llegaba, no había camino. Y esperé también el camino. Siempre esperé. 
     Ya estaba por llegar, y si, había cumplido su palabra. Estaba allí, esperando. Había caminado. Dijo que sufrió y amó. Pero no por mí, fue lo que dolió. Preguntó -en realidad en mi pensamiento preguntó- "¿qué viaja más rápido que la luz?". Quería gritar a los cuatro vientos. Quería desaparecer y empezar un camino que había abandonado. Le respondí -nuevamente digo, en mis pensamientos- "Acércate, siente mi corazón cuando te acercas. Viaja más rápido, al latir, que la luz. Te amo". No pude decirlo, ni tampoco pude lograr que diga las cosas que esperaba. ¿Y si lo decía? ¿Podría responder? No lo creo. Pienso que es la situación de estar enamorado, te quedas sin palabras.
Caminaba en dirección a... me olvidé. ¡Qué cabecita de enamorado! 
 
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Foto del autor Alejandro Manzur
Textos Publicados: 18
Miembro desde: Mar 15, 2013
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Descripción

Estar enamorado, una situacin que causa muchas preguntas y nos hace olvidar de todo lo que nos rodea. Estar enamorado, te hace olvidar. Ests enamorado/a? Te invito a leer y, por supuesto, comentar.

Palabras Clave: Amor Enamorado novios corazn texto poesa de y con aquello todo

Categoría: Ensayos

Subcategoría: Pensamientos



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