Yo, Hernando de Corts
Publicado en Mar 16, 2013
Márquez del Valle, he me aquí envuelto por las sombras de la oscuridad y aguijoneado por los más terribles pensamientos, pero con el convencimiento de que es la única forma de terminar con esto, ¡no hay más!
Debo girar quedamente la perilla para no despertar a Doña Catalina. Todo esta tan sosegado, iluminado con esa tenue luz de las velas e impregnado con ese aroma a rosas, esas flores que tanto le gustan a Doña Catalina, debo de acercarme silenciosamente a la cama. ¡Ahí está! Duerme serenamente, sólo espero que mi Señor Dios, comprenda mi desesperanza y el alma de mi Señora, sea acogida en su seno. Vedla, las mantas resguardan su cuerpo, que ironía, su cuello esta enmarcado por el encaje de su camisón azul, contempladla que frágil se ve, sólo debo apretar su aristocrático y delicado cuello con mis manos. ¡Así, así! Un poco más, se ha relajado su cuerpo, parece como si permaneciera dormida ¡Adiós, mi señora! ¡Esta hecho! Tengo que bajar a mi despacho, es necesario dejar testimonio de lo acontecido esta noche y enviarle un inbox con archivo adjunto, a Don Diego de Velásquez, Secretario del Despacho Judicial. Lunaoscura
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