Enlazados, Capítulo IV Un encuentro inesperado
Publicado en Mar 17, 2013
Las calles estaban llenas de vida, había mucha gente, hablando, riéndose, comprando cosas tanto a los vendedores ambulantes como a las tiendas, jóvenes paseando, niños jugando, de todo se podía ver. Había tantas personas que había que andar con cuidado, porque podían empujarte y puedes perderte por la ciudad, y quién sabe qué puedes encontrar.
Iba tan concentrada mirando los lugares, para luego poder salir y no perderse aunque sabía que nunca saldría sola, ya que las leyes de la reina no lo permitían. El hecho de no poder salir sola le molestaba un poco, cuando Astrid le dijo las reglas estuvo a punto de decir que no estaba de acuerdo con ésa en particular, pero en el instante en que Astrid las enumeró con su mirada le dejó claro que no admitía un no. Pero esa molestia se iba en seguida cuando recordaba lo que tenían que ocultar, para no poner a nadie en riesgo y salvarse de ser atrapados, y era reemplazada por un sentimiento de seguridad al saber que estaba acompañada y rodeada de sus pares. De repente, mientras caminaba en silencio, vio una tienda de artículos de cocina, se acercó a la vitrina y vio todos los artículos con los que alguna vez Henry soñó… Henry, lo extrañaba tanto, extrañaba su sonrisa, sus intentos por hacerla reír, cómo en unos segundos ambos ya se estaban muriendo de risa por cualquier cosa que hiciera o dijera, su personalidad tan animada, en todos sus recuerdos él estaba sonriendo, nunca lo vio triste, llorando o serio. También extrañaba como su cara se iluminaba cuando leía artículos o pasaba por tiendas de cocina, era como si todo a su alrededor se desapareciera y sólo existieran él y sus amados artículos de cocinero… Y como siempre le pasaba cuando pensaba en su amigo, se sentía nostálgica y con unas ganas de volver y de abrazar a su amigo. Se llevó la mano a la cara cuando sintió humedad en sus mejillas y oh… ahí estaban las siempre presentes lágrimas de tristeza por no poder haberse despedido en persona de él y de los demás. Cuando se secó todas las lágrimas que alcanzaron a caer antes de que su mano pasara se dio cuenta de que se había quedado pegada en la vitrina y había dejado de caminar, miró a su lado y buscó a Lion y oh oh… ya no estaba, se había quedado sola en la ciudad. Lo que más le asustaba aparte del regaño que le daría Astrid, de hecho ya se la podía imaginar regañándole y recordándole que no podía andar sola por la ciudad una y otra y otra vez, era que la encontraran, a pesar de que sabía que estaba lejos de ellas, pero no estaba tan lejos del lugar donde había perdido el control. Y al recordar lo que era estar con ellas le causaba escalofríos, a pesar de que había pasado bastante tiempo con ellas, de hecho había estado con ellas desde que tenía memoria… Esa sí que había sido una mala noticia, el no haber podido quedarse con sus padres adoptivos, ya que nunca conoció a los biológicos, por lo que era, por ser lo que el destino había elegido que fuera toda su vida… Y si, había intentado deshacerse de lo que le había tocado ser cuando nació, y mira en lo que resultó, ella varada en el centro de una ciudad que no conocía, buscando la manera de volver a la cabaña donde vivían los que podía llamar “sus pares”, porque a pesar de que lo dijera, en su interior sabía que como ella habían muy pocos y ni siquiera los conocía. Cuando estuvo con ellas, a una distancia tan pequeña de sus “verdaderos” pares, ya que sólo tenía que buscar un poco y ahí encontraría a alguno como ella, no se molestó en buscarlos pensando que escaparía, que despertaría un día en su cama y todo habría resultado ser un mal sueño o a veces se atrevió a soñar que un día llegaría alguien a salvarla y le daría el secreto para librarse de todo. Ahora se arrepentía de no haber tenido conciencia de que era su destino y no podría librarse de ello. Si hubiera abrazado su destino, si lo hubiera aceptado y hecho amigos, aliados, ahora no estaría perdida sin saber hacia dónde ir si no que estaría rodeada de amigos que no tendría que abandonar más tarde… Luego de dejar que su mente vagara por hechos que la hacían tener sentimientos mezclados tales como la ira y la tristeza, decidió que era hora de moverse y empezar a buscar a Lion, si no quería quedarse para siempre en el centro de la ciudad, donde podría ser encontrada fácilmente y… decidió que era mejor no pensar en lo que seguiría después de que la encontraran. Empezó por mirar hacia todos lados, con cuidado, viendo si había rastros de Lion por algún lado, esperando con ansias que se hubiera dado cuenta de que ya no estaba a su lado y que corriera a buscarla para llevarla a casa. Cuando se dio cuenta que por más que mirara para todos lados deseando que por alguna calle apareciera Lion no iba a ocurrir decidió comenzar a caminar para no levantar sospechas sobre una chica que estaba simplemente parada en medio de la ciudad buscando algo que parecía inexistente. A medida que caminaba deseaba haberle recordado a Lion que le grabara su número en su nuevo celular, pero no, había decidido que sería mejor hacerlo en la casa, ya que se les hacía tarde y en ese momento no quería enfurecer a Astrid por llegar tarde. Mientras iba caminando por el camino que pensaba que la llevaría a casa iba deseando que fuera el correcto y que el perderse fuera la última mala noticia del día, incluso escuchar el regaño de la reina sería una buena noticia al lado de lo que le había ocurrido hasta el momento. De repente una sensación de miedo, muy conocida para ella, se deslizó por su cuerpo, al sentirla primero entró en pánico y luego se obligó a tratar de ser optimista y pensó que le pasaba por el hecho de estar sola y desprotegida en medio de un lugar desconocido, pero cuando dirigió su mirada hacia más adelante supo que lo que le había pasado hasta ahora no era nada comparado con lo que le pasaría si dejaba que la atraparan… No podía negarlo ahí, delante de sus ojos estaban ellas, sus dos pesadillas… Sus pensamientos de optimismo se esfumaron y le quedó un profundo sentimiento de miedo. Su mente le gritaba que corriera y corriera y no mirara atrás, que siguiera el viaje sola porque no quería hacerle daño a los demás, pero su cuerpo no respondía sólo seguía ahí paralizado como si ellas desde esa distancia ejercieran poder sobre ella, hecho que era imposible a menos que ya la hubieran visto, pero su visión no le decía lo mismo si no que le mostraba a las dos mujeres caminando lentamente y mirando hacia todos lados excepto hacia atrás. Creyó que tendría suerte y que no voltearían hasta que su cuerpo respondiera, sin embargo nuevamente su día tomó un giro inesperado y sucedió lo que ella temía… En medio de la ciudad se podía ver a dos mujeres caminando lentamente y observando cada rincón. Alrededor de ellas había un aura tenebrosa que los habitantes se mantenían a una distancia más que prudente, manteniéndose más cerca de la que iba a la derecha, ella no les hacía temblar con su aspecto tranquilo si no que su compañera era la responsable de dar esa sensación debido a su rojiza mirada, mirada que demostraba frialdad cada vez que la posaba sobre alguna persona. Iban tan concentradas que nadie quería acercarse a preguntar que andaban buscando. De repente una de ellas se detuvo, la que según los que la habían visto era la jefa del dúo, y un rato después que ella lo hizo su compañera y volteó a verla. -¿Lenore?, ¿Qué sucede? La nombrada le hizo una señal con su mano para que se callara y lentamente se volteó esperando encontrar lo que andaba buscando atrás, pero no estaba, sólo estaban las personas del lugar. Frustrada se giró. -Pensé que al fin la habíamos encontrado. -Pero la sentimos y la conexión es fuerte. Lenore le dirigió una sonrisa que a cualquiera le parecía más una sonrisa de “voy a matarte” que una de felicidad, pero a Savannah le era normal. -Entonces quiere decir que está en este pueblo, escondida por ahí y pronto la sentiremos de nuevo. ¡Ja! pensó que podía escapar. Y tras decir eso le indicó que siguieran buscando, ambas con la seguridad de que la encontrarían. Por las calles se podía ver a una chica corriendo como si su vida dependiera de ello. Sabía que tenía que seguir corriendo, pero en un momento quiso voltear para mirar si la estaban siguiendo. Fue justo en ese momento que una persona se atravesó en su camino y fue inevitable que chocaran. Ella creyó que lo que vendría luego de chocar sería el suelo, pero no contó con que la otra persona la abrazaría contra su pecho para no dejar que cayera. Cuando sintió la calidez proveniente del otro cuerpo y se encontró sumergida en el pecho de la otra persona descubrió que era un él y no ella, así que su salvador era un hombre. Después de un rato de estar pegada al pecho de él decidió separarse un poco y mirarlo para pedir disculpas. Miró hacia arriba, ya que él era más alto que ella y se sorprendió con lo que encontró. Mirándola estaba un chico con su pelo azulado, piel blanca y… No podía creerlo, sus ojos eran igual que los de ella. Con ese conocimiento se sintió más segura y relajada con este extraño. Cuando el chico descubrió que estaba siendo observado le sonrió y la soltó. -¿Corrías de algo? Antes de que pudiera contestar la misma sensación de miedo se deslizó por su cuerpo y nuevamente la dejó paralizada y escuchó las voces que tanto había deseado no volver a escuchar viniendo en su dirección, la habían divisado. Se odió muchísimo por dejar que la paralizara, pero su cuerpo no se movía por más que le gritara que lo hiciera y en ese momento supo que sus esfuerzos por obtener libertad habían sido en vano si ahora la encontraban, sin embargo antes de que la encontraran su salvador la abrazó nuevamente y echó a correr con ella. Después de un momento de correr por la ciudad llegaron a un parque que poseía en su centro una gran fuente. Era un lugar muy tranquilo, rodeado de árboles, arbustos y flores de todos los colores. Por la cantidad de gente que acudía al lugar se podía inferir que era el lugar preferido para muchos. Habían muchas personas haciendo un montón de actividades, sentadas en las bancas conversando, sentadas en el pasto compartiendo con la familia, paseando, etc. Al llegar ahí el chico la soltó y se dejó caer en una banca. -¿Señorita?, ¿se encuentra bien? Ella le miró y por un momento no entendió a que se refería hasta que miró sus ojos y recordó lo que había sucedido. -Sí, muchísimas gracias, me salvaste de ser atrapada. -No es nada, es lo menos que puedo hacer por alguien que es igual a mí en un aspecto. -¿Me dirías tu nombre?, es raro estar hablando tan naturalmente con alguien que ni siquiera me ha dicho su nombre. -Perdón, debí haberte dicho mi nombre apenas pude, pero te veías realmente mal, mucho gusto mi nombre es Klaus ¿y el tuyo? Dicho esto extendió su mano para que ella la tomara. Ella la miró por un momento hasta que le correspondió el gesto y respondió a su pregunta. -Scarlet y de nuevo muchas gracias por salvarme. -Puedo preguntar ¿de qué corrías? -De mis dos pesadillas, ¿no las viste?, venían detrás de mí. Klaus la miró sorprendido. -¿De las dos?... Espera, ya entendí, corrías de las dos porque si una te atrapa te entregará a tu… -No, corría de las dos, ¿No ves mis ojos? El chico se quedó nuevamente sin habla. Al ver que no entendía recogió una parte de su cabello que tapaba su ojo derecho, el que ahora sin sus lentes de contacto mostraba su verdadero color, rojo claro. -¿Ves? -No me imagino tener que lidiar con dos, ¿es mucho problema? -Ni te lo imaginas, especialmente cuando no se ponen de acuerdo. Y para aligerar el momento se puso a imitarlas mientras discutían sobre algo. A Klaus le pareció tan gracioso que mientras ella hacia su imitación se largó a reír. A ella su risa le pareció tan encantadora y contagiosa, que segundos después también se largó a reír. Y así estuvieron un buen rato, riendo, hasta que Scarlet recordó que tenía que volver a la casa y paró de reír. Klaus al ver que paraba de reír se detuvo y la miró con preocupación. -¿Qué sucede? -Acabo de recordar que tengo que volver a la casa y no sé cómo. -¿Vives aquí? -Por el momento si. -Entonces, ¿Cómo no vas a saber llegar a tu casa? -Recién llegué al pueblo, tengo suerte de no vivir sola o si no sería un gran problema. -¿Vives con humanos? -No, vivo con nuestros pares. -Qué alivio, pero ¿Por qué no los llamas? -Porque no me dieron sus números de celular. Por un momento los dos se quedaron en silencio, pensando cómo podían resolver el problema. Hasta que Klaus rompió el silencio. -¿No recuerdas cómo era la casa? -Lo único que recuerdo es que era una casa a las afueras de la ciudad. -Entonces empecemos a buscar en las afueras, si no la encontramos, te puedes venir a mi casa. -¿Vives aquí? -Sí, pero vivo solo. -Nunca he vivido sola, ¿no temes que te encuentren? -La verdad no, llevo bastante tiempo solo, así que estoy acostumbrado. De repente el chico miró hacia el cielo y la chica para ver que estaba observando siguió su mirada. Ahí fue cuando se dio cuenta de que tenían que moverse rápido, ya que el cielo ya se estaba oscureciendo. -Ven, busquemos tu casa. -Espera, ellas están en esta ciudad, si me encuentran podrías correr peligro. Él se puso en una pose inventada de defensa. -No te preocupes, sé defenderme y te defenderé de lo que sea que se nos cruce en el camino, mi bella dama. Ella lo miró por un momento y luego no pudo aguantar lo chistoso de la situación y se puso a reír escandalosamente. A raíz de su risa Klaus puso cara de enfado. -¿Qué te da risa?, lo digo en serio. Al ver que había hecho que se enfadara Scarlet paró abruptamente de reír. -Perdón, pensé que estabas jugando. -Para que sepas nunca bromeo con esas cosas. -Ya entendí, perdón, pero a pesar de que sepas defenderte no quiero causarte problemas, así que busquemos otra solución. -¡Ya sé!, ¡Disfracémonos! -Suena bien, entonces busquemos una tienda de disfraces cerca de aquí. Luego de mucho buscar una tienda, ya que tuvieron que recorrer el camino más largo, yendo por callejones y calles escondidas al fin llegaron a la única tienda de disfraces de la ciudad. -Mira hay un disfraz de princesa para ti Ella lo miró con cara de “¿Me estás hablando enserio?”. -Está bien, está bien, yo sólo decía, no tienes porqué enfadarte. Luego de haber elegido sus disfraces, los que consistían en una peluca, lentes, un vestido para Scarlet y para Klaus una camisa a cuadros y unos pantalones, siguieron en su búsqueda. Cuando ya llevaban un buen tramo en silencio Scarlet tomó la palabra. -Klaus, ¿Puedo preguntarte algo? -Dime, puedes preguntar lo que sea -¿Siempre eres tan caballero? -Sí, pero contigo es diferente. -Me di cuenta, me llamas dama y princesa, ¿Por qué? ¿Te recuerdo a alguien? -No, no es que me recuerdes a alguien, es sólo que tú… -¿Yo? -Tú… -¿Yo qué? En ese momento él paró de caminar y ella al ver esto también se quedó quieta. Todo pasó tan rápido para ella que de repente se vio siendo besada por Klaus y no supo reaccionar, ya que era su primer beso. Klaus al ver que ella no reaccionaba empezó a alejarla, pero antes de que pudiera separarse completamente de ella escucharon unos pasos apresurados hacia ellos y listos para enfrentarse a lo que fuera que se acercaba se separaron rápidamente. Cuando miraron hacia adelante para ver quién era se encontraron con un muy sorprendido Lion parado en medio de la vereda.
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Daniela Olgun
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