CUANDO NADIE TE QUIERE
Publicado en Mar 22, 2013
Paula ha cumplido diez años de la moneda de su vida, donde una cara, muestra la niña que es y donde la cruz, muestra la mujer que está empezando a ser. Si el destino no lo remedia, será una y muy complicada...de esas que arañan en vez de rozar y que muerden en vez de besar. Es la corderita negra de un centro de acogida y adopción donde a pesar de la condescendencia, la profesionalidad y hasta, porqué no, el afecto, se mantiene en la cuerda floja de la ira, el temor y la introspección. Cuando miras sus ojos aceituna comprendes que vive sin pensar, sin recordar, sin preveer, sin soñar y sin querer, pues no es capaz de vislumbrar todos esos actos ni reconocerlos en su pequeña persona. Sacude continuamente su piernas al viento, sus manos al aire y grita al invisible desasosiego que siente dentro de su cabeza . Y te preguntas ¿que mal endémico se ha apoderado de ella para que no valore cualquier acto de acercamiento, cualquier intento de socialización y cooperativismo con sus compañeros de hogar?. Y es que Paula es un ser humano catalogado, una piedra que apartas del camino para que no moleste, para que no llegue a formar con otras un pedregal donde no se pueda plantar nada. A Paula es mejor olvidarla, pues ¿que corazón valiente sería capaz de darle el calor de su sangre? Cuatro intentos de acogida y ninguno de adopción, terapias y cambios de residencias. Nada hace borrar la oscuridad de su mirada a medio cerrar, ni cambiar el gesto de su boquita torcida. Y es porque a Paula, nadie la ha querido. Pues apenas después de nacer era un bebé con marcas de maltrato en su cuerpo. Podemos vivir mucho tiempo de nuestra vida con lo indispensable. Podemos pasa frío con la ropa escasa y amanecer en las cunetas de una carretera de pobreza y necesidades. Podemos no saber leer hermosos poemas y no haber escuchado mas música que el canto de los pájaros. Y así, duraríamos incluso muchos años a la sombra de otra vidas. Pero jamás podremos vivir sin que nos quieran, sin que alguien alguna vez, haya rozado nuestras mejillas y susurrado una canción de cuna. Porque a falta de algo tan necesario y fundamental para nuestro crecimiento y el de nuestra alma, navegamos a la deriva y, finalmente perdidos, ya no hay ninguna mano que nos encuentre y comparta la humildad del perdón y el amor hacia los otros. Pues, cuando nadie te quiere. el corazón se torna en una piedra oscura y no sientes la palabra, ni la cosa, ni la luz de ambas y entonces te conviertes en peligro, en ocaso, en destrucción y ya no hay esperanza, ni crecimiento. La vida se transforma en una batalla constante en la que te niegas a jugar, pues todo es una guerra en la que acabas compitiendo solo por ganar ese momento de gloria, efímero y burlesco como una careta de carnaval. Y cuando mas te alejas del corazón de los demás, mas te alejas de tu propio corazón convirtiéndote en un pequeño animal acorralado en el rincón del odio. Cuando nadie te quiere, te empeñas en ver el mal como rey soberano y recurres al todo, sin admirar la pequeña señal de bondad que la naturaleza nos regala en cada ciclo de vida, menospreciando su mensaje y atacando su principio creador. No encuentras prado donde disfrutar de la hierba, ni árbol donde admirar una puesta de sol. Paula ya es una extranjera en su mundo, porque está creciendo apartada de sus buenos sentimientos, sometida por sus emociones y pensando que la hostilidad es la frecuencia en la que vibra su pensamiento. Su actitud y su conducta revueltas entre sus pocos objetivos y sus acciones, la sumergen en una soledad, que solo se curará cuando alguien no tenga nada que perder y mucho que ganar consiguiendo una de sus sonrisas. Porque Paula ahora no sonríe, ríe estrepitosamente sin alcanzar un pequeño minuto de felicidad buscando la atención de cualquiera, sin darse cuenta que solo pretende pertenecer a alguien, y no a algo, aunque siga rehusando cualquier mano. Peplau y Perlman, unos eruditos en esto de los sentimientos intergrupales, dijeron en uno de sus estudios allá por los ochenta, que la soledad era una discrepancia subjetiva entre el nivel de contacto social logrado y el deseado. Pero para Paula, la soledad es carecer de un mundo propio y no impuesto, no vislumbrar futuros tranquilos, ni acumular pasados felices. Es seguir siendo huevo de rincón, paloma de barandilla, feriante en día de lluvia y galgo de mil carreras si Sabina le hiciera una canción. Vivir en una sociedad avanzada que mantiene su retraso. Y morir, viviendo y sabiendo que jamás ha importado a nadie. Quiero pensar que un día y así lo deseo, encuentre la brisa en su cara y aprecie, en un salto mortal, que tiene que dar lo que nunca sacó de su alma. Quiero creer que no seguirá dentro de la vaina del rencor y avanzará con alguien a su lado. Que leerá los libros que ahora intenta romper. Que recordará su mal sueño, como una sola pesadilla y que habrá aprendido del dolor. Porque quiero creer que todo tiene sentido en esta vida y una causa, que explique la negrura de noche. Pero el efecto del olvido y de la invisibilidad en alguien, es la peor experiencia que un ser humano puede llevar sobre sus espaldas. Porque nadie, absolutamente nadie, debería vivir sin ser querido. "Vivimos en el mundo cuando amamos...." Albert Einstein
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