Veredas de Comillas (*)
“
cantaba la niña triste en la playa de Merón, Entierra mi corazón y pónle una cruz de plata”…
Estuve allí, lo saben tus demonios,
los que duelen en la piel de la distancia
no me niegues, me adormecí en tu pecho,
enredando las sedas de tu cama
y bien lo sabes,
en el instante de acabarse el mundo
se coló el amanecer por los cristales.
Estuve allí, con los rayos de la aurora
dibujé mi cruz del sur en tus veredas,
y un sol redondo de oro, tras los prunos.
Te tuve miedo y, para conjurarlo, me deshice
de la carta de amor que llegó tarde,
de la mansa actitud, de la palabra absurda,
anhelante de poesía e insensata.
Te recorrí con manos de palomas
Deshojando caricias de agua blanda,
Sobre tu piel que queda en mi memoria.
Y fue infinita la pena de dejarte,
Como infinito, el beso robado tras las rejas
de aquella vieja estación desconocida.
Pero agoniza la tarde en esta orilla,
un río oscuro de barcos desdeñados,
llora su pena de olvido irremediable,
y los naranjos liberan sus azahares
en las aceras de mujeres tristes.
Tarde en la tarde, mi paso breve,
Camina en la añoranza de tu pueblo,
calle arriba y sin descanso.
Tapizan las estrellas, el manto de la noche.
Y aquí el ocaso se inmola entre las nubes
en el desierto suburbano del destierro
mi voz te nombra plasmando en tus veredas
mis pasos leves, prendidos de tu sombra.
Maherit
(*) Comillas, ciudad de Cantabria - España