SANGRE EN LOS TACONES
Publicado en Mar 23, 2013
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Cómic teatral de Humberto Robles
 
PERSONAJES:
 
MÁRGARA                             AMA DE CASA
 
SEVERO MORALES   SU ESPOSO. OFICINISTA DE TRAJE
 
DOÑA SATURNINA               VECINA. FANÁTICA RELIGIOSA
 
NINÓN                                    VECINA. TRAVESTI
 
PEPE PÉREZ                ASALTABANCOS
 
JOHNY PACHECO                   POLICÍA JUDICIAL      
 
VOCES                                    VECINO, VECINA Y UNA ACTRIZ DE TELENOVELAS
 
 
ESCENOGRAFIA:
 
El escenario es el modesto departamento de Severo y Márgara. Tiene muchos adornos, una cuadro de a Última Cena, una foto del papa, flores de plástico; pocos muebles, los indispensables.
 
A la izquierda está el comedor, al lado de la puerta de la cocina. En el centro esta la puerta principal. A la derecha está un sillón, viejo y usado, dispuesto para ver el televisor, el cual está sobre una mesa.
 
Al fondo hay una ventana que da a un cubo de luz por donde escuchamos las voces de los Vecinos.
 
 
 
 
 
Notas: La obra puede hacerse en un acto o dividirlo en dos. El ACTO II comenzaría en la escena 4.
 
El cadáver de Severo puede ser un muñeco.
 
El actor que interpreta a Severo puede a su vez interpretar a Johny o a Pepe.
 

ESCENA 1
 
Música tropical y sonido del mar y gaviotas. El escenario se ilumina poco a poco. Márgara está en bikini, con lentes oscuros y pamela en la cabeza, tomando un coco con popote, recostada en una silla playera. Lee un periódico tipo "Alarma" con un título que reza: "Ola de crímenes en la Buenos Aires".  Márgara alza sus lentes para ver al público y cierra el periódico.
 
MARGARA (al público): La idea del crimen me vino un día viendo la televisión… Lo que sea de cada quién, las telenovelas siempre me han dado grandes ideas… (Se quita los lentes para ver mejor) ¿Ninguna de ustedes, ha intentado matar a su marido...? (Pausa) ¿No...? (Pausa) ¿Usted tampoco? (vuelve a abrir el periódico) Yo creo que es algo que toda mujer debería hacer... por lo menos, una vez en su vida. (Se pone los lentes y sigue leyendo)
 
Música (se sugiere “Capricho Español” de Rimski-Kórsakov). Oscuro.
 
                                                                     ESCENA 2
 
Noche. Por el cubo del edificio se filtra luz azul y escuchamos una conversación entre el vecino y la vecina:
 
VECINA: ¡Levántate, haragán, bueno-para-nada! ¡Yo ya fui, ya vine y tú ahí, echadote! ¡Un día me voy a divorciar de ti, me canso si no, inútil, mantenido, come-cuando-hay!
VECINO: ¡Ah... ya cállate!
 
Escuchamos un sartén que se estrella en la pared.
 
VECINA (llora): ¡Animal!
 

Severo está a la mesa del comedor haciendo cuentas. Oímos la voz  de Márgara desde afuera del departamento.
 
MARGARA (Afuera): ¡Severo...! ¡Severo Morales...! Ayúdame, por el amor de Cristo... ¡Severo!
 
Severo abre. Aparece Márgara cargando bolsas de plástico donde trae su mercancía (Topers, maquillajes, discos piratas, baratijas, peluches, ventiladores manuales, etc.)
 
MÁRGARA: ¡Vengo muerta, Severo! ¡Muerta! Me vine desde los Indios Verdes… Tuve que tomar dos micros y luego venirme de mosca en un camión... Estuve a punto de tomar un taxi, pero.../
SEVERO: ¡¿Taxi?! ¡Bueno, Márgara, ¿tú estás loca o qué?! Ni que fuéramos millonarios. ¡Taxi!
MÁRGARA: No seas así, Severo, llevo todo el día en el tianguis tratando de vender estas mugres que nadie me quiere comprar: pura fayuca, peluches y discos piratas pasados de moda... Luego, transbordando en el metro, un fulano casi me viola... No sé cómo no te doy pena, Severo, ¡soy tu esposa…! ¿No te doy lástima?
 
Severo niega.
 
MÁRGARA: No comí nada, porque como dices que “hay que ahorrar”…/
SEVERO: ¡Ya, ya! Eso no tiene nada que ver con tomar un taxi. ¡Qué bruta, qué inconsciencia, despilfarradora! (Pausa) A ver, ¿cuánto sacaste hoy?
 
Ella saca unos billetes y monedas y se los da a Severo.
 
SEVERO: ¿Y el resto, Márgara?
MÁRGARA: ¿Cuál resto? Eso es todo. Antes di.
SEVERO: ¡¿Nada más?! (Cuenta el dinero) ¡Con esto no nos alcanza! Ya me toca el pago parcial del IVA, casi no tenemos deducibles y se viene la declaración anual… Para colmo, ya casi no queda nada qué empeñar.
MÁRGARA: El bóiler... si ya empeñaste los tanques de gas, ¿para qué queremos el bóiler? Ya me acostumbré a bañarme con agua helada… O empeña el tanque de oxígeno que usaba tu abuelita desahuciada, que en paz descanse y en gloria esté rodeada de un coro de angelitos pachones.
SEVERO: O la tele.
MÁRGARA: ¡Ah, no, la tele no, fíjate que no! ¡Todo menos la tele! ¡Ahí sí me muero! Es el único, ¡el único! gustito que me queda. La tele no sale de esta casa; sobre mi cadáver, fíjate... y hazle como quieras.
SEVERO: Las boletas del Monte de Piedad no tardan en vencerse, vamos a perder ¡todo! Y ni así vamos a poderle pagar al fisco… Es que si me ayudaras, ya no digo mucho, sólo un poquito, Márgara…
MARGARA (solloza): Hago tandas y rifas con las vecinas; me paso todo el día en el tianguis; los fines de semana me voy a hacer mis ventas de productos de belleza casa por casa -de Testigo de Jehová no me bajan-, ¡¿y dices que no te ayudo?! Si bien me va, duermo cinco horas… creo que tengo la columna desviada desde que empeñamos el colchón.
SEVERO: Ah… ahora, encima de quejarte, ¡vas a llorar!
MÁRGARA: ¡Sí, déjame, ¿no?! Al cine no vamos porque dices que no es deducible. Las navidades son el peor día del año, ¡como día de muertos: horribles, espantosas! Al Toby, que era un perrito tan agradecido, lo botaste porque dijiste que “ya eran muchas bocas que alimentar”. Todo el dinero se nos va en pagarle a Hacienda, ¡¿y todo para qué, Severo, para qué?!
SEVERO: ¡Es por México, es por la Patria! ¿No has oído eso de que "Contribuir fortalece a la nación"?

MÁRGARA: ¿Y a mí qué me importa la nación? ¿Qué ha hecho ella por mí? La despensa está vacía desde hace meses, ¡ya ni me acuerdo a qué sabe el jamón!
SEVERO: ¡”Jamón”! ¡Qué frívola eres!
MÁRGARA: Hace siglos que no me compró un trapo; todas mis amigas dicen que soy víctima del consumismo… “Irala, ahí va Márgara: con su mismo vestido, con su mismo suéter, con su mismo peinado… con su mismo marido…”
SEVERO: En la China comunista todos se visten igual y nadie se está quejando. Y como nos casamos hasta que la muerte nos separe, ¡ora te aguantas!
MÁRGARA: Desde que éramos novios me prometiste llevarme a conocer el mar... ¡y ni siquiera me has llevado a remar a Chapultepec! Nuestra luna de miel fue de lo más triste... ahí, paseándonos por el Parque Hundido... ¿Y eso le ha importado a la nación? ¡Si yo a ella no le importo, a mí ella me vale!
SEVERO: ¡La Patria es primero!
MÁRGARA: ¡Primero soy yo!
SEVERO: ¡Respeta el himno y el lábaro patrio!
MÁRGARA: Bah, si sólo es una canción y un pedazo de tela.
SEVERO: ¡Respeta las instituciones!
MÁRGARA: ¡Que ellas me respeten a mí!
SEVERO: ¡Egoísta! Mira, en lugar de estar pegadota a la televisión viendo telenovelas y tus programas de concursos, deberías leerte el código fiscal a ver si así cooperas conmigo y entiendes por qué debemos pagar impuestos.
MÁRGARA: Esos programas me dan ilusión, esperanzas... Cuando veo que se ganan sus veinte mil pesotes... ¡vieras la envidia que me dan…! En un ratito que pueda, me voy a ir a inscribir... Algo he de sacarme, una plancha de perdis.
SEVERO: Pon los pies en la tierra, mujer, en la tele sale pura güera ojiverde u ojiazul... Mira, ¿por qué no mejor te vas a hacer la cena y me dejas hacer mis cuentas, sí? Desaparécete y cuando te calmes, regresas.
MÁRGARA: Ya ni la burla perdonas. ¿Cuál cena? ¡¿No te estoy dice y dice que la despensa está vacía?!
SEVERO: Hace una semana había una lata de sardinas en tomate. ¿Qué? ¿Ya te la tragaste? Se me hace que te has de salir del cuarto en las madrugadas a ver qué te zampas… ¡Confiesa, Márgara! Si eres bien díscola.
MÁRGARA: Esa lata nos la almorzamos el domingo, Severo, acuérdate. No queda nada.
SEVERO: Pídele algo a las vecinas.
MÁRGARA: N’hombre, ¿con qué cara?
SEVERO: Baja con el de la tienda y pídele prestado.
MÁRGARA: ¡Menos!, no quiero ni aparecérmele, me va a cobrar todo lo que nos ha fiado en el último año fiscal.
SEVERO: Pues no sé cómo le vas a hacer, vete a la cocina a ver qué te encuentras y me preparas algo de cenar... Movida, ándale, que rujo de hambre.
 
Márgara se levanta y sale a la cocina. Severo sigue trabajando. Tocan a la puerta.
 
SEVERO (haciendo cuentas): ¡Márgara! (tocan a la puerta) ¡Márgara, ¿qué no oyes que están tocando, chihuahuas?! ¡Ve a abrir!
 
Márgara sale de la cocina con un delantal puesto manchado de sangre  seca. Abre la puerta. Entra Ninón, vestida de alguna de las cantantes famosas que imita, con lentes oscuros. Al ver el delantal de Márgara, grita:
 
NINÓN: ¡Margaret... ¿qué has hecho?! ¡Estás bañada en sangre!
MÁRGARA (Ve su delantal manchado): Ah, esto... Es que hace varios meses se me abrió la bolsa de los hígados y se me chorreó toda la sangre en el delantal... -Si no me falla la memoria, esa fue la última vez que comí algo sólido...- Pero pásate, Ninón, estás en tu casa.
NINÓN (entra): Perdón, amiga, es que vengo con los nervios de punta, estoy alteradísima, al borde de un colapso nervioso, de un síncope cardiaco... ¡Soy histérica, tú lo sabes, y con tanto susto me voy a volver diabética!
SEVERO: ¿Se puede saber porqué tanto escándalo?
NINÓN: Ay, don Severo, usted dispense, pero ¿qué no se ha enterado?
SEVERO: ¡¿Condonaron la deuda de todos los contribuyentes?! (Se hinca) ¡¿Borrón y cuenta nueva?! (Al cielo) ¡Aleluya, gracias por el milagro!
NINÓN (A Márgara): Ay, ¿de qué habla, tú…? (A Severo, que se levanta) No, don Severo… En toda la colonia sólo se habla del asesino serial... Hasta salió en las noticias de la tele: “El misterioso criminal de la Buenos Aires”... ¡¿Y qué creen…?! Mataron a otra de mis amigas del show... (Solloza) Hoy fui al funeral de la Yuri... Tan buena que era... La hubieran visto... Pedazos de ella por aquí, pedazos de ella por allá… y ni rastros de su peluca rubia… y era de pelo natural, ¿eh?
SEVERO: Ah, qué caray, le doy mi más sentido pésame, señorita Ninón… ¿Y qué dice la policía? ¿Ya agarraron a los malosos?
NINÓN: ¡Uy, hasta cree…! Dicen que no tienen pruebas, ni sospechosos, ni pistas, ¡nada de nada...! Lo mismo de siempre... Ah, pero que no fuera la Yuri original porque ahí sí, luego, luego daban con el homicida… Las artistas así como yo, somos artistas incomprendidas.
SEVERO: Usted tranquila, déjelo en manos de la policía.
NINÓN: Ay, por favor, don Severo, no me haga reír… ¿No me diga que usted es de esos que todavía cree que ellos son los "buenos"?
SEVERO: ¡Por supuesto! La ley es estricta, pero es la ley. La justicia es ciega, pero no manca. La policía judicial es perjudicial, pero es su chamba.
NINÓN: Si la policía sirviera de algo, don Severo, pero ¿cuál? Lo único que saben hacer es extorsionar, chantajear, sobornar... si lo sabré yo que me la vivo dándoles mordidas, bola de hojaldras… No sé a quién protegen, pero definitivamente a nosotros no… ¡Pobre Yuri!
SEVERO: No es que sea morboso, pero ¿cómo mataron a su amiga?
NINÓN: ¡Cállese los ojos! A machetazos. Usted no esta para saberlo ni yo para contarlo, pero la Yuri era un padre de familia ejemplar... Dejó una esposa y cinco hijos huérfanos... Pobrecita... La dejaron toda desfigurada... Tanto, que sólo pudieron reconocerla gracias a que descubrieron los implantes de pelo que tenía en la cabeza… Es que ya desde muy jovencita tenía problemas de calvicie… ¡Ah, pero qué artista, qué artista! ¡Pocas como ella!
MÁRGARA: Figúrate, Severo, es la quinta artista que matan en un mes.
NINÓN: La sexta,  Margaret, la sexta… La Castro, la Trevi, la Thalía, dos de las tres Pandoras, y ora la Yuri. Una estrangulada, otra desollada, otra descuartizada… a la Vero la aventaron debajo del Metrobús, no hay que ser, qué modos tan feos... A la Trevi, electrocutada, ¡qué groseros…! Yo por eso, ando pensando seriamente en regresarme a Veracruz hasta que atrapen al multihomicida... Al menos por un tiempito… Es que de veras, una no puede vivir así, esperando a ver a qué hora la vienen a matar a una.
MÁRGARA: Ay, no digas eso, Ninón, ¡toca madera!
NINÓN: Cada día quedamos menos en el show. Mis comadres y yo tenemos que andar dobleteando por falta de personal calificado… Si no es nomás “ponte esta peluca y métete en este vestido”, ¡no, chulita…! Hay que ensayar, vencer el pánico escénico, enfrentarse al público conocedor, dominar el playback, hacer las coreografías todas parejitas… Además no abundan las profesionales como yo, tan multifacéticas, que te manejen un gran repertorio musical tan amplio que va desde la vernácula Lucha Reyes hasta la fabulosa Lady Gaga… Así que ahora trabajo el triple y por el mismo sueldo mínimo… que obviamente sólo que alcanza para lo mínimo.
SEVERO: Lo primero es no dejarse llevar por el pánico, señorita.
NINÓN: ¡¿Qué no se da cuenta que puedo ser la próxima víctima?! ¡Allá afuera anda un asesino suelto, don Severo...! Póngase en mi lugar; el criminal quiere acabar con todo el elenco del show... Una de dos: o es alguien que odia a las mujeres como yo… o que odia a las artistas y cantantes más famosas del medio del espectáculo. ¡¿Y no quiere que me ponga frenética?! ¡Puedo ser la siguiente!
SEVERO: Ni dios lo mande.
MÁRGARA: Lo peor de todo es que el criminal puede ser cualquiera de nuestros vecinos: el carnicero tartamudo, el chino de la tintorería, el chimuelo de la tienda, el mecánico libidinoso, la portera tuerta de los baños públicos... ¡cualquiera!
 
Tocan a la puerta. Márgara abre. Aparece doña Saturnina.
 
SATURNINA: Buenas noches.
MÁRGARA: Doña Saturnina, pásese.

SATURNINA (entrando): Gracias, Márgara, qué amable...  (Al ver a Ninón) Qué asco... ¡digo!, ¿qué acaso hay junta de vecinos y no fui requerida… o por qué tanta chorcha?
SEVERO: No, cómo cree. Aquí la señorita Ninón que nos vino a contar que destazaron a otra de las artistas del cabaret donde ella trabaja. ¡Un tragedión!
SATURNINA: ¿No me diga? ¡Válgame la virgen santa, qué escándalo…! Pero por algo será… algo habrán hecho… Si las matan no ha de ser por buenas, digo yo.
MÁRGARA: Estoy muerta de miedo, doña Saturnina. ¡Ay, nanita! ¿Ya se dio cuenta que cualquiera de nosotras podría ser la próxima víctima?
SATURNINA: ¡Momento, momento, momentito! Por la estima que me merece, Márgara, vámonos respetando... El sujeto sólo se dedica a matar pecadoras, suripantas, cuatro-letras, sarampahuilas, lilos y desviados… no mujeres decentes y cristianas como usted y yo. (A Ninón) ¿O no es así… jovencito?
NINÓN: “Señorita”, aunque le cueste más trabajo.
SATURNINA: Ay, sí, "señorita"... ¡Sodomita, querrá decir!
NINÓN: ¡Y a mucha honra!
SATURNINA: ¡Descarado, desfachatado…! ¡Abominación!
NINÓN: Yo que usted, me andaba con cuidado, doña Saturnina, no vaya a ser que un día de estos el asesino la confunda con alguna teibolera y acabe mascarada como mis amigas.
SATURNINA: ¡Jesucristo misericordioso, deténme, no me dejes llevar por la ira! ¿A mí confundirme con una como ustedes? ¡Jamás, ya parece! Si a leguas se me nota la decencia y la respetabilidad.
NINÓN (a Márgara y Severo): Bueno, chayito, me despido… Como se dice en le mundo de la farándula: "the show must go on…” Ya va a ser hora de mi numerito y no le puedo fallar a mis fans… Buenas noches... Mañana paso a verte, Margaret. (La besa)
MÁRGARA: Ándale, Ninón... Y cuando regreses enciérrate bien… ponle doble chapa a la puerta... Cualquier cosa, nos gritas por el cubo.
NINÓN: Seguro que sí, manita… Gur bai. (Sale)
SATURNINA: ¡Habrase visto! ¡Qué impudicia…! ¡Pecado contra natura…! Si lo de esta gente fuera normal, Dios no habría creado a Adán y a Eva… ¡sino a Adán y a Evaristo…! Por algo el Papa y el Vaticano los condenan... Esos hombres vestidos de mujeres me repugnan... Clarito lo dice la Biblia: eso es una aberración... “No te echarás con hombre como con mujer”… Levítico 18:22… ¡Sacrílegos, herejes, sopla-nucas, muerde-almohadas!
SEVERO: ¿Hombre? ¿Cuál hombre?
SATURNINA: ¿Cómo que cuál? Ese, el mujercito que tan oronda y campantemente  acaba de salir de su casa suya de usted.
SEVERO: ¡¿La señorita Ninón?!
MÁRGARA: Es hombre, Severo.
SEVERO: ¡¿Hombre?! ¡¿Ninón es hombre?!
MÁRGARA: Te lo he dicho mil veces, ¡pero claro!, como yo soy un cero a la izquierda, ni caso que me haces.
SEVERO: ¿Hombre-hombre?
MÁRGARA: ¡Hombre!
SEVERO: Entonces, ¿el asesino a quién mata?
SATURNINA: A depravados, degenerados y homoc-sensuales. Para mí que es castigo divino... Igual que el Sida, que les cayó como plaga de Egipto, lero, lero, candelero… Es que los misterios de dios son insondables… Por eso, yo tranquilaza de la vida…El criminal sabe a quién se le aparece… y como yo soy católica, apostólica, romana, guadalupana, panista y PiPoPe, o sea, poblana por los cuatro costados, duermo en santa paz.
SEVERO: ¿Así que Ninón es hombre?
MÁRGARA Y SATURNNA: ¡Que sí!
SEVERO (A Márgara): Bueno, ya fue mucha plátiquita, ¿qué pasó con la cena? Era para hoy.
MÁRGARA: Con su con permiso.
SATURNINA: Propio, doña Márgara.
 
Márgara sale a la cocina. Severo y Saturnina, confidenciales.
 
SATURNINA: Ora sí, don Severo, a lo que nos truje, ¿en qué quedamos? ¿Va a querer que le preste dinero a cambio de su tele sí o no?
SEVERO: Shhh... No quiero que Márgara se entere. Mañana, en cuanto tenga un tiempito, le subo la televisión.
SATURNINA: Muy bien. Entonces yo le tengo su dinerito a primera hora.
SEVERO: Muchas gracias, doña Saturnina, no sé cómo agradecerle tanta amabilidad y gentileza.
SATURNINA: Es pura caridad cristiana, don Severo, faltaba más... “Ama a tu prójimo como a ti mismo…” palabra del señor… Nomás le recuerdo que el interés es del 30% mensual; o sea que si le doy 600 pesos, más el módico 30% de interés y.../
SEVERO: ¡¿Cómo que 600?! Quedamos en que eran 800 pesos, doña Satur.
SATURNINA: No, don Severo, 600. No le puedo dar más, ando corta de cash.
SEVERO (lleva a Saturnina a ver el televisor): Pero mírela, está requete bonita…
SATURNINA: ¡Ay, si, cómo no… ni a control remoto llega! Tiene una que pararse para darle vuelta a los canales como cuando yo era chamaca.
SEVERO: ¡Con más razón, debería valer más, es una antigüedad, una reliquia!
SATURNINA: ¡Un vejestorio, querrá decir!
SEVERO: Mire su antena de conejo tan preciosa.
SAURNINA: ¡Ay, sí… si ya ni se usan! (Revisa el televisor) Además no tiene entrada para el Sky, ni para el cable, y cuantimenos para el DVD… No me quiera ver la cara de su taruga… Lo siento mucho: 600 es mi última palabra.
SEVERO: Es que tengo que hacer la declaración mensual, compréndame. Usted me dijo que me podía dar 800 pesos... No hay que ser, no sea malita.
SATURNINA: ¡¿Malita?! ¡¿Malita yo?! ¡Pero si yo me paso de buena con todo el vecindaje…! ¡Soy casi, casi una santa: devota, caritativa y fervorosa, humilde sierva de dios nuestro señor Jesucristo, que murió en la cruz por nuestros pecados y resucitó a los tres días para sentarse a la diestra del padre!
SEVERO: Usted dispense, no quise ofenderla… Ándele, ¿qué dice? 800 pesitos, no hay que ser.
SATURNINA: Con la pena, don Severo, pero contando la falta de control remoto y que ni siquiera puede conectarse al satélite o al reproductor de Blue-Ray, le doy 600. Es mi última oferta.
SEVERO: Ni usted ni yo: 700 pesitos. Ándele.
SATURNINA: ¡No me regatee… 600 es mi última palabra…! Ora que si prefiere, puede irse al Monte Pío, que de pío no tiene nada... En una de esas le dan unos 300... o ya con mucha suerte unos 400 pesos... Ya ve cómo son allá de usureros, abusivos, laicos, deshumanizados, materialistas dialécticos, insensibles, ateos.
SEVERO: No, no, está bien... Entonces mañana, antes de que regrese mi mujer de trabajar, la subo la televisión y me da los 600 pesos.
 
Márgara viene de la cocina con una olla, cubiertos y platos. Saturnina y severo disimulan. Márgara los ve frente a la televisión, mientras pone todo a la mesa.
 

MÁRGARA: Si gustan, préndanle, con confianza. No tarda en comenzar la teles-comedia… ¿No quiere quedarse a verla, doña Satur? ¡Cada día se pone más buena! Y de paso cena con nosotros.
SATURNINA: No, muchas gracias, Márgara. Yo no ceno, mejor rezo… conforta más. Yo  no alimento el cuerpo, yo alimento el espíritu. Y tampoco veo telenovelas, eso es pura pornografía... Yo prefiero esperar pacientemente la venida de Cristo… Así que buenas noches.
MÁRGARA: Igualmente.
SATURNINA: Primero dios, mañana lo espero, don Severo.
SEVERO: Sí, claro... mañana...
SATURNINA (abriendo la puerta): Qué dios los bendiga. (Sale)
SEVERO: ¿Sabes qué, Márgara? Me quedé intrigado con eso de Ninón. ¿En serio es hombre?
MÁRGARA: Ay, Severo, que sí… toda la colonia lo sabe.
SEVERO: ¿Y se llama Ninón?
MÁRGARA: ¡Cómo crees!, ése es su nombre artístico... Creo que se llama Antonio o Arnoldo o Armando, algo así... pero es más bonito “Ninón”.
SEVERO: ¿Y se puede saber desde cuándo tienes esa clase de amistades?
MÁRGARA: Ninón es mi amiga, Severo, mi mejor amiga, que te quede claro.
SEVERO: Pues no me gusta nada que te juntes con gente que es una cosa y parece otra. Eso no debe ser normal.
MÁRGARA: Ash, tampoco es normal pagar impuestos… Ya está lista tu cena, Severo. Vente a sentar.
 
Severo se sienta. Márgara le sirve a severo de la olla. Severo come. Margara se sienta frente al televisor y le sube el volumen. De la televisión escuchamos un diálogo melodramático:
 
VOZ ACTRIZ (off): Yo sólo traté de vivir mi vida sin herir a nadie… aunque caiga en la ignominia con este caudal de penas que llevo encima… Pero ahora tengo que hacer algo pronto antes de que todos los hombres a los que he engañado me descubran... ¡Ya lo sé! Cicuta… cianuro… o un poco de anticongelante, y al fin seré libre, ¡libre! (ríe con teatralidad macabra)
SEVERO: ¿Le puedes bajar el volumen a ese aparato satánico?
 
Márgara le baja el volumen. Severo sigue comiendo.
 
SEVERO: ¿Qué es esto, Márgara?
MARGARA (sin dejar de ver el televisor): ¿Qué cosa?
SEVERO: La cena.
MÁRGARA: Ah, es la única lata que me encontré en la despensa.
SEVERO: Pero, ¿qué es? Sabe medio raro.
MÁRGARA: ¿Te acuerdas del Toby?
SEVERO: ¿El perro?
MARGARA (sin dejar de ver el televisor): Ajá. Ya con la cebollita y el perejil, a que ni sabe a comida para perros, ¿a poco no?
 
Oscuro. Música “Capricho Español” de Rimski-Kórsakov.
 
                                                                    ESCENA 3.

 
Se ilumina el escenario. Tarde-noche siguiente. Escuchamos las voces de los vecinos que provienen del cubo de luz.
 
VECINA: ¡¿Otra vez con esa agua que le echas a la Coca-Cola?! ¡Borracho, vicioso, teporocho! Hasta acá me llega el tufo de alcohólico que te cargas. ¡Y otra vez fumando! ¡Me vas a apestar la casa!
VECINO: ¡Ah... ya cállate!
 
Se escucha una olla estrellándose.
 
VECINA (llora): ¡Animal!
 
La puerta se abre. Entran Saturnina y Severo.
 
SATURNINA: ¿Conque no está su señora en casa?
SEVERO: Todavía no regresa de la chamba, doña Saturnina, pero no ha de dilatar.
SATURNINA (le da unos billetes): Aquí le traigo sus centavitos. 600 pesotes.
SEVERO: Gracias. Le juro que se lo voy a ir pagando poco a poco.
SATURNINA: Ay, por dios, ¿qué prisa tiene…? Llévesela campechana... Usted váyame pagando los intereses y luego ya después veremos lo del capital, no se apure.
SEVERO: De veras, es usted tan buena gente.
SATURNINA: Sólo una católica practicante, don Severo, nada más... Mi vocación es ayudar al prójimo… Con una pequeña ganancia, claro, de algo tiene que vivir una… La que me preocupa es Márgara... Ya ve que ella sin su tele no puede vivir. A mí como que me da pena la pobre, no sé... Cuando se entere se va a querer morir de la impresión.
SEVERO: Si se quiere morir, que se muera… igual deduzco el cajón… Si no, allá ella. Con Hacienda no se juega y no pienso acabar en la cárcel. O pago los impuestos o me refunden en el Cereso  y eso sí que no.
SATURNINA: ¡Ni lo mande Dios! Usted, una finísima persona, un ejemplo para todos los de la Buenos Aires, lo único decente que hay entre tanto ladrón de auto-partes, narco-menudistas, clonadores de tarjetas, secuestradores express y tantísima hetaira.
SEVERO: Dispense la falta de ignorancia, ¿qué es “hetaira”?
SATURNINA: Ay, no sé, don Severo, pero de que abundan, ¡abundan! Esta colonia está intestada de malvivientes.
SEVERO: Gracias por el préstamo. Mañana voy y hago mi declaración… porque como eso de evadir impuestos además de ilegal, es pecado, a mí se me hace que.../

SATURNINA: ¡Jesús del huerto! ¿Dijo pecado? ¿Cómo que pecado? ¿De dónde sacó eso?
SEVERO: ¿No lo sabía? Sí, doña Satur: evadir impuestos es pecado, lo dice bien clarito el nuevo catecismo que hizo su santidad Juan Pablo II, hoy el beato Juan Pablo, patrono y pritector de los pedófilos.
SATURNINA: ¿Pedófilos? Dispense ahora mi falta de ignorancia, ¿pero qué es “pedófilo”?
SEVERO: Ahí sí no le sabría decir… debe ser algo relacionado con el vicio del alcoholismo. (Hace una señal de botella con la mano)
SATURNINA: ¡Jesús, María y José José…! ¿Y eso del nuevo catecismo lo hizo Su-san…? ¿Su santidad el papa?
SEVERO: El mismísimo: Karol Godzila.
SATURNINA: ¡En la torre de Babel! No me diga eso. ¿Sabe usted? Yo nunca he pagado un impuesto en toda mi piadosa y cristiana vida.
SEVERO: ¡¿No?!
SATURNINA: Ni un triste peso. Y acláreme una cosa, ¿sabe usted si el pecado es venial o es mortal?
SEVERO: No sé bien, pero pa’ mí que debe ser mortal.
SATURNINA (persignándose): ¡Santo niño de anoche! Esa sí no me la sabía. Por lo visto, la crisis ya llegó hasta el cielo... Orita mismo me voy como chiflón a ver al padre Chito Castañas y que me explique todo este margayate. A lo mejor he estado viviendo en pecado desde hace añísimos y yo ni enterada. Tanto esfuerzo que he hecho por ser una buena cristiana, y ahora ¡me voy a condenar por mi falta de ignorancia en materia fiscal!
SEVERO: Dios no lo quiera. Pero ya ve que Bienadicto hasta puso unos nuevos pecados mortales, ahí debe venir el pecado de la evasión fiscal.
SATURNINA: ¡Santa Cachucha…! Voy-vengo y veriguo… Nos vemos, don Severo... (Abre la puerta para salir)
SEVERO: ¡Espérese! ¡La tele! (carga la televisión) Se la subo de una vez a su casa suya de usted… es que Márgara no tarda en llegar.
 
Severo y Saturnina salen con la televisión. Escuchamos un sonido urbano. Después, desde afuera escuchamos la voz de Márgara.
 
MARGARA (afuera): ¡Severo...! ¡Severo Morales...! ¡Me voy a matar! ¡Ayúdame, por tu sacrosanta madre! ¡Severo! ¡Apiádate de mí!
 
Entra Márgara ayudada por Ninón. Cargan la mercancía de Margara. Ninón trae una grabadora.
 

MÁRGARA: Gracias, Ninón... por un pelo patino por el agua jabonosa y ruedo los seis pisos... Ya me veía ahí con la columna rota e inválida para el resto de mis días.
NINÓN: Ay, Margot, ¿cómo es posible que te vengas con todas estas chivas desde Cuajimalpa? Yo ni loca, fíjate. Y luego trepada en los peseros, ¿en qué cabeza?
MÁRGARA: Ideas de Severo, le gusta ahorrar. Me mata si me vengo en taxi. (Grita al interior) ¡Severo, ya llegué…! ¿Dónde se habrá metido?
NINÓN: Ay, perdóname que te lo diga, pero tu marido es un cavernícola. ¿Qué juicio de tenerte así: desnutrida, despeinada, malcomida y sin gota de maquillaje…? Si en el fondo tú eres una reina.
MÁRGARA: ¿Se te hace?
NINÓN: ¡Regia! Toda una lady… Ese hombre no te valora… Ve nomás, si no vengo y te ayudo, seguro te ruedas toda la escalera y me canso si no te rompes la crisma.
MÁRGARA: Yo creo que en el fondo a Severo le convendría que me quedara inválida para poder deducir el hospital... O peor, que me muriera para deducir la funeraria y la cripta... ¡Ay, Ninón, si la vida es una tombola, mi vida es una calamidad!
NINÓN (Le palmea la espalda brusca): Ash, no sabes cómo me chocan las mujeres como tú: dejadotas, sometidotas, abnegadotas, arrastradas… (La zarandea) ¡Qué bruta…! Ya estás como la vecina que le aguanta todo al vago de su marido… sus gritos se oyen por todo el edificio y tengo que subirle bien alto el volumen a la grabadora para poder ensayar… Aquí entre nos, y que no me oiga el Cromañón de tu marido, pero siempre queda el recurso del divorcio. Ya te encontrarás a alguien que te merezca.
MÁRGARA: ¿Divorcio? ¡Sí, tú, ya parece! Severo no gastaría ni un peso en un trámite de esos. El último recurso que me queda es: abandono de hogar o esperar a la viudez. Una de dos. Es un albur.
NINÓN: Yo te recomendaría la viudez, da más caché y es más nice… Y bueno, ¿al menos te agasaja el hombre? O sea... ¿te da lo tuyo...? Tú me entiendes.
MÁRGARA: ¿Cómo de qué o qué?
NINÓN: No te hagas. De aquellito. Eso de darle gusto al cuerpo, pues… Eso de “dale alegría a tu cuerpo, Macarena”.
MÁRGARA: ¡Uy no, de eso, nada de nada! No es que yo piense en eso todo el santo día, pero una vez al año... pues no estaría mal…  Pero desde cuandísimo nomás nada... Dice que anda tenso y él no quiere gastar en anticonceptivos. Y si me embarazo, ¡ni te cuento…! No creo que me mande a abortar porque, aunque es legal, es pecado... o quién sabe… seguro hace que me tome mis tés de orégano… Lo que pasa es que él no quiere otro contribuyente más en la familia, dice que con él y yo más que suficiente. Por eso practicamos el abstencionismo.

NINÓN: ¡Ay, ingrata, de monja te iría mejor! Tú de veras estás perdida, mujer.
MÁRGARA: ¡N’hombre, de perdida me iba a Sullivan!
NINÓN: Pues si no te explota un padrote, sacarías tu buen billete.
MÁRGARA: Quién sabe… Lo que sí es que he estado pensando en darle un giro a mi negocio… Como nadie me compra nada de mi mercancía, ni los topers, ni las películas quemadas, ni los peluches ni nada.
NINÓN: Es de alto riesgo, chula, pero la venta de estupefacientes deja muy buena lana… Las metanfetaminas son lo de hoy… ¡Tremendo biyuyo! Yo conozco un dealer, si quieres te lo presento y arman el bisnes.
MÁRGARA: Ya lo había pensado, pero si Severo se entera que ando vendiendo drogas, ¡seguro me denuncia por delitos contra la salud…! Desde que dejó el trago y el cigarro, para ahorrar y pagar impuestos, odia todos los vicios… y ya ves que él es tan propio y tan recto, nunca va en contra de la ley.
NINÓN (la observa): Sin ánimos de ofender, pero ya en serio: no te veo en el ramo de la prostitución. ¡Digo!, hay de todo, y en gustos se rompen géneros… pero como que no tienes el perfil para el sexo-servicio y el trabajo sexual.
MÁRGARA: ¿Verdad que no…? Ni modo, no nací para el talón ni la fichada… Además, yo digo, si esa es la vida fácil y la vida alegre, ¡imagínate cómo será la vida difícil y la vida triste!
NINÓN: Deja lo pienso, a ver si se me ocurre alguna chamba como para ti más acorde a tu personalidad… y claro, que genere ganancias.
MÁRGARA: Gracias, amiga. ¿No te quieres quedar a ver la teles-comedia? ¡Está rebuena!
NINÓN: Ando a las carreras, mana, me tengo que ir a mi clase de defensa personal… Mientras no atrapen al asesino, es la única manera en que me siento segura… Y luego de eso, me tengo que ir al show. Hoy estuve ensaye y ensaye una canción que está rete difícil… a ver cómo me sale. Hoy es mi debut.
MÁRGARA: ¡Ay, Ninón, cómo me gustaría verte actuar!
NINÓN: Acompáñame ahorita… ándale, managua. Vas, me ves, aplaudes y te retachas.
MÁRGARA: ¿Con que ojos, Ninón?
NINÓN: ¡Yo disparo la entrada y las cubas, que ahorita es la hora feliz y son al dos por uno!
MÁRGARA: Si Severo llega y no me encuentra, seguro me golpea.
NINÓN (la palmea brusca): ¡¿Encima de todo el salvaje ese te pega?! (La zarandea) ¡Eso es violencia doméstica, denúncialo, mi reina, denúncialo!
MÁRGARA: No, nunca me ha alzado la mano… pero anda tan nervioso últimamente con lo del IETU y el ISR, que cualquier día de estos se desquita conmigo.
NINÓN (Ve su reloj): Todavía tengo un chancecito… te voy a dar show pa’ ti solita... Siéntate, Margot…
 
Márgara se sienta. Ninón enciende la grabadora y canta. Número musical de alguna artista famosa y conocida como Lila Downs, Astrid Hadad, Regina Orozco, Paulina, Madonna o la que esté de moda. Al finalizar, Márgara le aplaude.
 
NINÓN: Gracias… gracias… El aplauso es el alimento del artista… Pero te aclaro que, si estoy hecha una espiguita, es por la dieta, no por la falta de ovaciones.
MÁRGARA: ¡Ay, qué bonita debe ser la vida del cabaret, Ninón! Me das una envidia... de  la buena, claro.
NINÓN: No sabes lo que dices, chula. El precio de la fama es muy alto; pregúntamelo a mí, ¡años y años y todavía no he podido pagarlo! Es una vida muy ingrata, pero lo traigo en las venas… Te dejo, me voy a mi clase de karate, mañana te paso a ver. (La besa) Y a ver si le vas poniendo un hasta aquí al cavernario de tu marido. ¡Chayito, bye, bye!
 
Ninón sale con su grabadora. Margara va a la cocina y sale. Severo entra al departamento, sigiloso.
 
SEVERO: ¿Márgara? ¿Ya llegaste?
 
Márgara sale de la cocina con el delantal ensangrentado. Trae un cuchillo de carnicero en la mano.
 
SEVERO: ¡Espérate, espérate, ¿qué te traes, vieja?! ¡No te pongas en ese plan, no es pa’ tanto!
MÁRGARA: Le pedí fiado al de la pollería unas mollejas y unas patas... ¿Vas a querer cenar?
SEVERO: Sí, mi vida, claro... lo que tú digas, mi amor.
MÁRGARA: Mmm… tanta es la limosna, que hasta el santo desconfía… ¿De cuándo acá tan romántico?
SEVERO: ¡Uy, por nada! Ya hasta mi cariño te molesta… (Márgara va a salir) Oye, ¿cuánto sacaste hoy?
 
Márgara lo saca de su suéter y se lo da. Severo lo cuenta yéndose a sentar a la mesa donde hace cuentas.
 
SEVERO: ¿Cobraste lo de la tanda?
MÁRGARA: Ya no me dio tiempo de ir hasta Cuautitlán Izcalli, vieras visto el tráfico que había... A ver si el sábado aprovecho y.../
SEVERO: El sábado es demasiado tarde, mañana te levantas dos horas más temprano y te me vas a cobrar la tanda.
MARGARA (después de hacer cuentas con los dedos): ¡¿Nomás voy a dormir 3 horas?!
SEVERO: Nos urge ese dinero.
MÁRGARA: Pero, ¿que no voy a dormir? ¡¿Ya ni eso voy a poder hacer a gusto?!
SEVERO: Con estos pesos no nos ajusta... Se me va a acabar el plazo y no voy a poder presentar la declaración mensual.
MÁRGARA (solloza): Yo soy una reina... y merezco respeto.
SEVERO: ¿Qué dices?  
MÁRGARA: Ninón dice que soy una reina.
SEVERO (ríe): ¡Una reina...! ¡No me hagas reír! Qué puntadas de esa señorita, señorito o lo que sea... ¡Una reina! (Ríe)
MÁRGARA: Y dice que tú eres un cavernario.
SEVERO: No sé qué quiso decir, pero no me gustan tantas confianzas. Esas artistas tan llevadas e igualadas.

MÁRGARA: Y todo por esos ¡pinches! impuestos. ¡Si no fuera tu esposa, me iría a ponerle bombas a las Tesorerías de la Federación! ¡Ya no soporto más! ¡No soporto esta maldita miseria!
SEVERO (la sacude): ¡¿Qué tienes, qué te pasa?! ¿Estás loca o qué? ¡Cállate o te doy!
MÁRGARA (se pone a gritar, desesperada, jalándose los cabellos): ¡Odio los impuestos! ¡Odio a Hacienda! ¡Estoy harta! ¡Harta!
 
Severo la zarandea con fuerza. Márgara se calma. Se sienta en el sillón. Desde ahí se da cuenta de que la televisión ya no esta. Severo va hacia la mesa.
 
SEVERO: En serio que tú estás mal de la cabeza, Márgara... No doy crédito. Ojalá y no te haya escuchado ningún inspector de Hacienda echando pestes contra el fisco.
MÁRGARA (se levanta viendo hacia el lugar donde estaba la televisión): Severo… ¿Dónde… está… la televisión?
SEVERO: ¿Qué?
MÁRGARA: ¡¿Que dónde está mi televisión?!
SEVERO: Este… hoy no la he visto para nada.
MÁRGARA: ¡No te hagas el que la virgen te habla! ¡¿Dónde está mi televisión?!
 
Se escucha un avión que pasa volando. Severo y Márgara discuten acaloradamente pero no los escuchamos. El avión se aleja.
 
MÁRGARA: … Y conste que atendí a tu abuelita, que tenía enfisema pulmonar porque no le paraba al cigarrito, la maldita anciana viciosa… Si eso no cuenta, ¿entonces qué, Severo, ¡entonces qué?!
SEVERO: Déjame en paz, con un carambas.
MÁRGARA: Severo Morales, ¿dónde está mi tele…? ¿Hiciste un trueque? ¿La vendiste? ¿La canjeaste? ¿La prestaste?
SEVERO: ¡La empeñé!
MÁRGARA: ¡Lo sabía! ¡Eres un monstruo! Dame la factura del Monte, ahorita me voy de volada a sacar la tele.
SEVERO: A estas horas el Monte está cerrado.
MÁRGARA: ¡A mí qué, me vale! Hago cola para sacarla mañana. ¡Callitos con la factura!
SEVERO: No la llevé al Monte.
MÁRGARA: ¿Entonces…? ¡La vendiste, infeliz, desalmado!
SEVERO: No... Doña Saturnina me prestó dinero por la tele. No mucho, pero peor es nada... Cuando termine de pagarle los intereses y el préstamo, nos regresa el aparato, ¡y se acabó…! Así que ya estate y hazme de cenar.
MÁRGARA: ¡Vieja jija de la guayaba! ¿Cuánto te dio? ¡¿Cuánto te dio la muy canija?!
SEVERO (Muestra el dinero): 600 pesos.
MÁRGARA: ¡Dame ese dinero! Ahorita subo a dárselos a esa mugrosa prestamista y que me regrese mi tele. ¡Me canso que me la regresa! ¡600 pesos! Ni siquiera sabes hacer negocios, Severo, si serás bruto, mínimo que te hubiera dado mil. ¡Dame el dinero!
SEVERO: ¡No te regreso nada! Con eso vamos a pagar los impuestos y punto.
MÁRGARA: ¡Qué impuestos ni que las arañas! ¡Dame el dinero!
SEVERO: ¡No te doy nada!
MÁRGARA: Esa televisión era lo único que me quedaba, Severo. ¡Qué poca…! ¡Qué poca consideración! Pero esto no se va a quedar así... ¡No!
SEVERO: Ya me tienes hasta el gorro... No sé cómo te he aguantado todo este tiempo…. (Toma sus papeles, va hacia el cuarto) Si nos casamos por bienes mancomunados es porque lo mío es tuyo y lo tuyo es mío.
MÁRGARA: ¿A dónde vas?
SEVERO: ¡Al cuarto, a terminar de hacer mis cuentas! (Sale)
MARARA: ¡Severo, mi tele! ¡Severo Morales, ven inmediatamente y devuélveme mi televisión! Esa tele es mía, yo la pagué con mi dinero, en abonos chiquitos... ¡Infeliz, desgraciado…! (Abre la ventana del cubo) ¡Me voy a matar, Severo! Te doy tres... ¡Una...! ¡Dos...! ¡Dos y medio… dos tres cuartos…!
SEVERO (afuera): ¡Mátate, pero deja de fregar! ¡Voy a deducir la incineración!
MÁRGARA: ¡Me voy a matar, me voy a quitar la vida! ¡A ver luego cómo les explicas esto!
SEVERO (afuera): ¡No grites, que te van a oír los vecinos!
MÁRGARA: ¡Me estoy matando!
SEVERO (afuera): ¡Pues apúrate, que ya me hartaste!
MÁRGARA (grita al cubo): ¡Que se culpe a Severo Morales de mi muerte!
SEVERO (afuera): ¡Aplácate y cállate!

 
Márgara se aparta de la ventana. La luz cambia. Escuchamos:
 
VOZ ACTRIZ (off): Yo sólo traté de vivir mi vida sin herir a nadie… aunque caiga en la ignominia con este caudal de penas que llevo encima… Pero ahora tengo que hacer algo pronto antes de que todos los hombres a los que he engañado me descubran... ¡Ya lo sé! Cicuta… cianuro… o un poco de anticongelante, y al fin seré libre, ¡libre! (ríe)
MÁRGARA: Yo soy una reina... Merezco respeto.... Y además, Severo es un cavernícola...
SEVERO (afuera): ¡¿Ya te mataste o sigues ahí?!
 
Música. Márgara sale a la cocina. Regresa con el cuchillo de carnicero. Avanza. Va hacia los cuartos.
 
MÁRGARA: ¿Me vas a traer mi tele ahorita sí o no?
SEVERO (afuera): ¡No!
MÁRGARA: ¡Conste que te lo advertí… y conste que tú me provocaste!
 
Márgara sale rumbo a los cuartos. Luego Severo emite un grito ahogado. Márgara regresa con el cuchillo ensangrentado.
 
MÁRGARA: Pobrecito… Ya pasó a mejor vida… Pos ya estaría de dios.
 
“Capricho Español“ de Rimski-Kórsakov. La música sube de volumen. La luz baja lentamente.
Oscuro.
 
ESCENA 4
 
“Capricho Español“ de Rimski-Kórsakov. Se ilumina el escenario. Día siguiente. Por el cubo de luz escuchamos a los vecinos:
 
VECINA: ¡¿Qué es esto, qué es esto?! ¿Quién es esta vieja? ¡Contéstame! ¡¿De dónde sacaste a esta fulana oxigenada?! ¡Y me la traes a mi propia casa! ¡Descarado, desvergonzado, promiscuo, adúltero!
VECINO: ¡Ah... ya cállate!
 
Como siempre, escuchamos una olla estrellándose.
 
VECINA (llora): ¡Animal!
 
Márgara, con dificultad, viene arrastrando el cadáver de Severo de los cuartos a la sala. El cadáver trae el cuchillo de cocina en el pecho, sangre y cuchilladas.
 
MÁRGARA: ¡Ah, jijos, cómo pesa el angelito! (mira al piso. Descubre que el cadáver ha dejado rastros de sangre) ¿Y ese rastro de sangre...? Ay, Severo, te me estás desangrando.
 
Márgara va a la cocina. Regresa con una cubeta con agua y un mechudo. Trapea. Tocan a la puerta.
 
MÁRGARA: ¡Me lleva! ¿Quién será?
 
Márgara saca el cadáver a los cuartos. Regresa y abre la puerta. Entra Saturnina. Márgara le impide el paso. Ambas quedan en el umbral.
 
SATURNINA: Márgara, buenos días, ¿cómo le amaneció?
MÁRGARA: Muy bien, gracias, ¿y a usted?
SATURNINA: Bendito sea dios todopoderoso, también.
MÁRGARA: ¿Se le ofrece algo, doña Saturnina? Fíjese que ando medio ocupadona.
SATURNINA: Vengo a hablar con su esposo… Temas bíblico-fiscales, nada más.
MÁRGARA: Severo salió. Pero qué bueno que la veo... (Saca dinero del busto) Aquí tiene los 600 pesos que le prestó a mi marido.
SATURNINA: ¿Cómo? ¿Así tan pronto?
MÁRGARA: ¿Cómo la ve? Ya no los vamos a necesitar.
SATURNINA: ¿No me diga que se arreglaron sus problemas?
MÁRGARA: Digamos que casi, casi. Así que ya me puede ir trayendo mi tele.
SATURNINA: Újule… Con la pena, pero de ayer a hoy ya me debe 50 pesos del interés. Ya ve que el dólar sube y la bolsa baja, y del euro ¡ni le digo! La economía anda en la cuerda floja.
MÁRGARA (saca el dinero de su busto): Ahí tiene sus 50 pesos.
SATURNINA: No, pues sí se nota que amanecieron suertudotes hoy… ¿Así que don Severo no está?
MÁRGARA: ¿No le estoy diciendo?
SATURNINA: Oiga, Márgara y aquí entre nos, ¿cómo le hicieron? Ayer, perdonando la expresión, don Severo no tenía en qué caerse muerto… y ahora usted me regresa el préstamo, encima con el módico interés... ¿No se le hace raro?
MÁRGARA: A mí no, ¿y a usted?
SATURNINA: A mí sí... ¿Se sacaron el Melate, la Lotería, el Tris o los Pronósticos?
MÁRGARA: Algo así, más o menos.
SATURNINA: Qué bueno… por ustedes, digo... Pues entonces ahí dígale a su esposo que al ratito suba por la tele.
MÁRGARA: Eso sí no se va a poder porque fíjese que quién sabe a qué horas regrese. Mejor bájemela, ¿sí?
SATURNINA: Cómo será, Márgara, yo con mi artritis crónica y estas reumas...
MÁRGARA: Entonces, yo subo al ratito, ¿sale?
SATURNINA: Ándele pues...
MÁRGARA (sacándola): la acompaño a la puerta… no se vaya a regresar.
 
Márgara cierra la puerta. Va a los cuartos. Vuelve arrastrando el cadáver de Severo.
 
MÁRGARA: Ay, Severo, si pusieras tantito de tu parte… peso muerto, literalmente.
 
Tocan a la puerta.
 
MÁRGARA: ¡Bueno, justo hoy todo mundo quiere venir a visitarnos!
 
Márgara arrastra el cadáver a los cuartos. Regresa, se arregla y abre la puerta. Sin que Márgara pueda impedirlo, Ninón entra. Trae otro vestuario de las artistas que imita, con lentes oscuros.
 
NINÓN: ¡Ahora sí, Magie, tú me perdonarás, pero ahoritita me voy a Veracruz!
MÁRGARA: Buen viaje.
NINÓN: ¿Así nomás? (llorosa) Una despedida más emotiva por lo menos… Abacho, becho y apapacho… una lagrimita de perdis… Al menos pregúntame por qué me voy.
MÁRGARA: ¿Por qué te vas?
NINÓN: ¡Agárrate…! Anoche, saliendo del show, me estaba despidiendo de la única Flans que me quedaba, cuando agarran y nos avisan que a la Daniela Romo la estrangularon con una media de red.... ¿Cómo crees que quedó…? Morada, morada, toda morada... Mañana es el sepelio… así que terminando el funeral, agarro mi camión y me voy pal puerto… hoy no es mi día.
MÁRGARA: ¡Válgame!

NINÓN: ¿Es todo lo que se te ocurre decir?
MÁRGARA: Sí.
NINÓN: Y ya ni te digo cómo está quedando el show: ¡horripilante, infame, adiós a la calidad! Y al dueño del antro le vale con tal de que haya variedad… ¡Imagínate!, entre cuatro de nosotras tenemos que hacer como 15 artistas de talla internacional. Con decirte que hasta me toca hacer a Celia Cruz... y perdón, pero a mí muertas no me gusta homenajear… No vaya a ser que se sale una.
MÁRGARA: Ora sí en serio, a ver qué día me invitas a ver el show.
NINÓN: ¡¿No te estoy diciendo que me voy a Veracruz?!
MÁRGARA: No, digo luego, cuando todo se haya arreglado.
NINÓN: Ah, para el futuro pluscuanperfecto quieres decir... Cuando quieras, Magie, tú me dices. Oye, ¿y qué haces aquí? Yo te hacía en la talacha.
MÁRGARA: Creo que hoy no voy ir.
NINÓN: Pues que bueno que te encontré… Yo venía a decirle a tu marido que te diera el recado de que me iba… Por cierto, ¿dónde está ese engendro? ¿Ya lo pusiste en su lugar?
MÁRGARA: Creo que sí. Se me hace que ya no volverá a molestarme.
NINÓN: Ah, bárbara, ¿y cómo le hiciste, mujer?
MÁGARA: Pues… así… Aunque creo que se me pasó la mano.
NINÓN: A ver, ¿cómo está eso, managua? Exprésate, ¡digo!, explícate.
 
Se escuchan unas sirenas de policía.
 
NINÓN: ¿Y ese ruideral, tú?
MÁRGARA: ¡Sabe!
 
Ambas se asoman al cubo de luz.
 
MÁRGARA: Lástima que no tengamos ninguna ventana que dé a la calle, así no nos vamos a enterar de nada.
NINÓN: ¿Habrán agarrado al asesino múltiple?
MÁRGARA: ¡Ojalai!
NINÓN: ¡Lo castramos, amiga, me canso si no!
MÁRGARA: ¿Así de plano tan drástica?
NINÓN: ¡Cómo no! Lástima que no vivamos en un país primermundista y civilizado como Estados Unidos… ahí se los escabechan en la silla eléctrica o con una inyección letal… lo que es el primer mundo, de veras.

MÁRGARA: Oye, tú has de saber más de eso que yo. En un supón, hazte de cuenta: si matas a alguien, ¿como qué te hacen?
NINÓN: Así experta, experta, no soy, pero por lo que he visto en los programas gringos, mínimo cadena perpetua. Aunque el otro día vi algo de una cámara de gases… lo que no me acuerdo es si la usaban los nazis o los gringos. Es que luego los confundo.
MÁRGARA: Y de que te agarran... te agarran, ¿verdad? Eso que ni qué.
NINÓN: Pues no siempre, Magie; ya ves, tanto político que anda suelto y tan campante deambulando por todos lados... Ahí están los feminicidas, los curas pederastas, los dueños de la guardería ABC… Pero a los asesinos menos experimentados, amateurs, o sea principiantes, tarde o temprano los pescan. Siempre dejan algo que los delata y ¡zaz, los pepenan!  (Pausa) ¿Y a cuento de qué la pregunta, mana?
MÁRGARA: Por… por… por el asesino de las artistas como tú. Ojalá y le hagan todo lo que me estás contando. No está bien que haya personas por ahí matando gente y como si nada, ¿no crees?
NINÓN: ¡Exacto, Margaret, ya basta de impunidad, carambas! ¡No más sangre! ¡Ni una muertas más…! Ahora me imagino lo nerviosa que debes de estar.
MÁRGARA: ¡¿Yo por qué?!
NINÓN: Por tanta sangre derramada.
MÁRGARA: ¡¿Sangre?! ¡¿En dónde?!
NINÓN: Por el asesino suelto, chula... no olvides que tú también podrías ser la próxima víctima.... y como yo me voy a regresar a Veracruz, te vas a quedar solita…pobrecita.
MÁRGARA: Ah… sí, es cierto.
NINÓN: Al menos tú tienes un marido que te defienda; yo ni eso, porque proxenetas no mantengo, faltaba más, ¡ya parece…! Estoy para que me mantengan, no para mantener  a ningún baquetón explotador de féminas como yo… Bueno, manita, me voy a la central de autobuses por mi boleto... Te caigo al rato, ¿sale?
MÁRGARA: Sale.
 
Se despiden de beso. Ninón sale. Márgara mira en el piso la sangre.
 
MÁRGARA: Ay, Severo, ya me chorreaste toda la casa de sangre... (Toma el mechudo y trapea) La silla eléctrica... la cámara de gases... ¡Qué horror! Tengo que hacer algo pronto...
 

Márgara sale a los cuartos. Al mismo tiempo que ella vuelve con el cadáver, Pepe, con una pistola, pasamontañas en la cabeza y una bolsa de dinero, se esta metiendo, con dificultad, por el cubo de luz. Entra al departamento. Ninguno de los dos se da cuenta del otro hasta que chocan espalda con espalda. Ambos gritan sobresaltados. Se miran. Margara ve la pistola y Pepe al cadáver.
 
MÁRGARA (grita al unísono): ¡¡El asesino!!
PEPE (grita al unísono): ¡¡La asesina!!
MÁRGARA: ¡Usted es el que mató a las artistas…! ¡Auxilio!
PEPE: ¡No! ¡Es usted...! (se quita el pasamontañas) ¡Y no grite!
MÁRGARA: Se equivoca. Yo no soy una asesina. ¡Usted mató a Yuri, a la Trevi, a la Romo… y yo lo entiendo, cantan horrible, ¡¿pero yo qué culpa tengo?! ¡Y ahora seguro viene a hacerme cachitos a mí! ¡Pero le juro que yo no soy cantante, ni artista! ¡Y soy una mujer completa, no de imitación, 100% femenina…! Y si quiere, a las pruebas me remito.
PEPE: ¿Cómo que usted no es la asesina? (señala a Severo) ¿Y ese difuntito qué?
MÁRGARA: ¿El? Es Severo, mi marido, que Dios lo tenga en su santa gloria.
PEPE: Pero está muerto.
MÁRGARA: Y sin remedio.
PEPE: ¿Y ahora me va a salir con que usted no lo mató, que es inocente? ¡Eso dicen todos!
MÁRGARA: ¡No! Sí lo maté… pero yo no soy la asesina... O sea, yo no maté a las artistas, sólo a mi marido.
PEPE: Yo tampoco maté a las cantantes.                      
MÁRGARA: Entonces, explíqueme, ¿qué hace en mi casa -propiedad privada-, metiéndose por la ventana, trepando seis pisos? Si no viene a matarme, ¿pa’ qué tanto esfuerzo?
PEPE: Es que acabo de asaltar un banco.
MÁRGARA: ¡Uy, lo que nos faltaba, un amante de lo ajeno…! ¡Váyase… y rapidito!
PEPE: ¡No puedo!, la policía me anda siguiendo los pasos. ¿No oyó a las patrullas?
MÁRGARA: ¿Hace ratito…? Sí.

PEPE: Me están buscando.
MÁRGARA (empuja a Pepe a la ventana): Mire, joven, tengo muchos problemas, así que regrésese por donde vino, y si me vio, usted ni se acuerda.
PEPE: ¡Es el sexto piso, señora!
MÁRGARA: Ya lo sé, llevo añales viviendo aquí.
PEPE: Está muy alto.
MÁRGARA: Si se pudo subir, se puede bajar. Ándele, como va.
PEPE: No puedo.
MÁRGARA: ¿Por qué?
PEPE: Tengo vértigo. Me dan miedo las alturas.
MÁRGARA: Mire, jovenazo, usted y yo no podemos estar en el mismo lugar. ¿Se imagina si la policía nos encuentra a usted y a mí juntos?
PEPE Y MÁRGARA: ¡El asaltabancos y la autoviuda!
MÁRGARA: ¡Exacto! Así que chayito, joven, ha sido un gustacho, aguas con los cables de luz.
PEPE: Espérese. Hagamos un trato.

MÁRGARA: Nada de tratos... ¿Cuál trato?
PEPE: Yo necesito esconderme y ocultar este dinero.
MÁRGARA: Y yo desaparecer a lo que queda de mi marido.  
PEPE: ¡Vamos a ayudarnos!
MARGARA: Pos, no hay de otra… seremos cómplices.
PEPE: ¡Óigame, tampoco! Una cosa es que yo asalte bancos y otra muy distinta es que me dedique a matar gente, no compare.
MÁRGARA: Ay, ahora se va a poner sus moños. Si no le gusta, salte. Ándele, cúchale.
PEPE: Está bien, está bien.
MÁRGARA: ¿Cómplices?
PEPE (se estrechan las manos): ¡Cómplices!
MÁRGARA: Ahora, ayúdeme a deshacerme de éste pobre ingrato.
PEPE: ¿Dónde lo va a poner?
MÁRGARA: ¡Yo qué sé!
PEPE: ¿Qué no lo tiene planeado?
MÁRGARA: ¡Para nada…! Anoche mi esposo me sacó de mis casillas y… Ahora no sé qué hacer con el cuerpo… ¿A usted se le ocurre algo?
PEPE: ¡No tengo la menor idea, señito…!
MARGARA (le da la mano presentándose): Márgara García de Morales... hoy más bien y legalmente: viuda de Morales.
PEPE: Ah, sí, lo siento. José Pérez, pero mis cuates me dicen Pepe, Pepe Pérez. A sus órdenes.
MÁRGARA: Tanto gusto. Órele, Pepe, ayúdeme con éste… si viera qué pesado está.
PEPE (ambos arrastran el cuerpo): A ver, a ver, creo que vamos mal. Primero hay que pensar qué hacemos con el cuerpo y luego procedemos, ¿no se le hace?
MÁRGARA: No se me ponga tan exquisito, tenemos prisa, Pepe. Mi pobre esposo no tarda en descomponerse y apestarme toda la casa... (Mira a Severo) Pobrecito... se me parte el alma nomás de verlo así.
PEPE: ¿Puedo hacerle una pregunta?
MÁRGARA: Depende... ¿Qué le intriga?
PEPE: ¿Por qué lo mató?
MÁRGARA: Me agarró en mis cinco minutos. Severo estaba obsesionado con pagar los impuestos... Empeñó todo para dárselo a Hacienda, ¡todo! Pero lo que me puso frenética fue cuando empeñó mi tele... Ay, Pepe, si usted supiera lo que significa para mí la televisión, me comprendería... ¿Qué quiere? No puedo vivir sin ella... Es mi vicio, el único placer que me queda.
PEPE: No, pues a usted mejor agarrarla de buenas, porque de malas es muy violenta… Ora lo que urge es deshacerse del cadáver.
MÁRGARA: Dígale, Severo, no hay que ser.
PEPE: De su esposo, pues… ¿No ha pensado nada?
MÁRGARA: Primero se me ocurrió aventarlo de la azotea a la calle… pero está difícil subir al finado yo sola… faltan como otros cuatro pisos…Luego pensé partirlo en cachitos y meterlo en una bolsa de la basura…
PEPE: ¿Y luego?
MÁRGARA: No me atreví, no podría... Como quiera que sea, es mi esposo, no hay que ser, toda una vida juntos... no soy tan despiadada… No tengo corazón para hacerlo picadillo.  
PEPE: No, pos sí. Y decir que se suicidó de cinco puñaladas por la espalda, como que no… aunque en este país cualquier cosa es posible.
MÁRGARA: Pos no es mala idea… Si la niña Paulette estaba debajo de la cama…
PEPE: Oiga, y después de deshacerse del cadáver, ¿tiene algún plan?
MÁRGARA: No, pero… ¿Sabe? Desde que tengo uso de razón soñé con conocer al mar... Cuando nos casamos, Severo me prometió llevarme de luna de miel a la playa... pero no llegamos ni a Topilejo... Ahora que soy sola de nuevo y me quedé con el dinero de los impuestos, pues yo creo que es justo que me vaya a Acapulco como premio de consolación... (Llorosa) Porque ser viuda es muy difícil, yo nunca había pasado por esta situación… Es muy doloroso… Y otra vez soy sola.
PEPE: No llore.
MÁRGARA: Y usted, ¿por qué asaltó el banco, si puede saberse?
PEPE: Uy, señito, es que llevo años de desempleado… Este es el único trabajo donde no me pedían ni escolaridad, ni experiencia, ni cartas de recomendación.
MÁRGARA: ¡Pero expone su vida! Usted tan joven… tan bien parecido… (Lo toca)  tan musculoso… con esos brazotes… tan… tan… tan… Podría buscarse otro trabajo menos peligroso.
PEPE: ¿Sabe? ¡La plomería es mi fuerte! Esa es mi verdadera vocación… Ora con el botín, voy a poner mi micro changarro… “Pepe Pérez Plomero”… ¿A poco no suena requete suave?
 
Tocan a la puerta.
 
PEPE: ¡Ah su mecha, la policía!
MÁRGARA: ¡¿Cómo que la policía?! Apúrese... (Grita) ¡Ahí voy, ahí voy! (arrastran el cadáver a los cuartos. Márgara y Pepe regresan) ¡¿Quién es?!
SATURNINA (afuera): ¡Yo, Márgara! ¡Por los clavos de una puerta vieja, apiádese de mí y ábrame la puerta!
 
Márgara abre. Aparece Saturnina cargando la televisión. Entra y la pone en su lugar. La puerta queda emparejada.
 
MÁRGARA: No se hubiera molestado, doña Saturnina, le dije que luego yo subía por la tele… usted con su artritis y sus reumas.
SATURNINA: Y eso que los interesados eran ustedes, no yo, qué falta de consideración, de veras… Pero ya ve, la caridad cristiana que me caracteriza.
MÁRGARA (Toma la tele y la pone en su lugar): Muchas gracias.
SATRNINA: Aunque me quedé dudando… lo que se me hace muy raro es lo del dinero, Márgara. ¿De dónde lo sacó? Ayer don Severo andaba sin un centavo partido por la mitad, hecho un manojo de nervios por lo de los impuestos…
MÁRGARA: Lo que son las cosas: hoy está en santa paz.
SATURNINA: ¿No ha regresado?
MÁRGARA: Uy, figúrese que no y no tiene pa’ cuándo.
SATURNINA: ¿A dónde fue, si no es indiscreción?
MÁRGARA: Lejos... bastante lejos.
SATURNINA: Qué se me hace que…/
MÁRGARA: ¡¿Que qué?!
SATURNINA: ¡Que su esposo la abandonó!
MÁRGARA: Algo así.
SATURNINA: Aquí hay gato encerrado. Algo me huele mal…
MÁRGARA: ¿Ya le llegó el tufo?
SATURNINA: Algo hiede aquí… A ver, conteste, ¿quién es ese individuo tan… tan… tan…?
MÁRGARA: ¿Es de opción múltiple…? ¿Quién...? ¿El...? Es Pepe, Pepe Pérez.
SATURNINA: ¿Y que se supone que hace un hombre desconocido y bien ponchado con una mujer sola, decente y casada como usted? ¡Respóndame antes de que piense mal!
MÁRGARA: No sabría cómo explicarle, doña Saturnina, yo.../
SATURNINA: ¿Ve?  Insisto, algo me huele mal...
MÁRGARA: ¡¿De veras?! Ay, Severo...
SATURNINA: ¡De cualquiera lo hubiera creído, menos de usted, Márgara! (Mira a Pepe) Usted con un hombre… tan… tan… tan… ¡Ay, dios mío!
PEPE: No hay ningún misterio, señora… Yo soy el plomero. Pepe Pérez plomero, para servirle a usted.
 
Aprovechando que la puerta esta abierta, entra Ninón, con otro vestuario.
 
NINÓN: Margorie... Dispensa...
PEPE: ¡Válgame, esta casa parece pasarela!
NINÓN: ¿Se puede?
MÁRGARA: ¿Pues ya qué? Pásate, Ninón.
NINÓN: Aprovechando que no está tu mareado, quería ver si me acompañabas a la central camionera a comprar mi boleto.
MÁRGARA: Que pena, fíjate que ando ocupadísima.
NINÓN: Lástima, pensé que podrías venir conmigo mientras la policía investigaba…/
SATURNINA: ¡¿La policía?! ¿Cuál policía?
NINÓN: La patrulla que está aquí abajo en la calle.
PEPE: ¡¿Qué quieren?!
NINÓN: No entendí bien... Parece que andan buscando a un asaltante de bancos… ¡Para eso sí son buenos, para cuidar el dinero de los banqueros millonetas, en cambio de las mujeres como nosotras ni quién se ocupe ni preocupe!
MÁRGARA: ¿Y sabes más o menos como qué se les ofrece?
NINÓN: Interrogar testigos, buscar huellas digitales, dactilares, genitales... ¡Digo!, como en los programas policiacos gringos, yo creo.
SATURNINA: Me voy yendo, Márgara, dejé los frijoles en la lumbre... Si llega don Severo dígale que me urge hablar con él. (Sale)
NINON (jala a Márgara, confidencial): ¿Y ese galán? Está rete cuero el papucho. Se ve tan… tan… tan… ¿Quién es el chacalón?
MÁRGARA: El… ¡el plomero…! Otro día te cuento con más calma, Ninón. (Empuja a Ninón hacia la puerta) Y ahora, si nos disculpas, tenemos mucho qué hacer.
NINÓN: Ay, mana, qué brusca, no seas tosca. (Ve a Pepe) Pero te entiendo, con un hombrezote así, a mí también me entraría la urgencia…
MÁRGARA: No es lo que piensas.
NINÓN: Antes de que me corras, dime, ¿me parezco o no me parezco?
MÁRGARA: ¿A quién?
NINÓN: Hoy debuto como (nombre de alguna artista de moda) y este es el modelito.
MÁRGARA: ¡Está precioso y te ves idéntica! ¡Chayito!
NINÓN (a Pepe): ¡Adiós, muñecote! ¡A ver qué día vienes y me reparas la tubería que la tengo medio averiada!
MÁRGARA (saca a Ninón y cierra la puerta): Pepe, ¿qué vamos a hacer?
PEPE: ¡Si la policía entra aquí, estamos perdidos! Yo mejor me despido...
 
Pepe toma la bolsa del dinero y se dispone a salir por la ventana, Márgara corre a detenerlo.
 
MÁRGARA: ¡Óigame, no me puede hacer esto! Somos cómplices, acuérdese, no se puede desdecir, ¡habíamos hecho un trato y trato hecho jamás deshecho!
PEPE: Pérese, pérese, si la policía nos descubre juntos, vamos derechito al bote. A usted le echan 40 años por homicida… Y a  mí 20 años por el asalto… más 10 más por ser su cómplice... ¡Olvídelo, tengo toda una vida de plomero por delante!
MÁRGARA: Al menos ayúdeme a sacar a mi marido del departamento… (Solloza) No hay que ser... soy una mujer sola, indefensa, débil de constitución y más débil por la desnutrición… Compadézcase de mí.
 

Tocan a la puerta.
 
JOHNY (afuera): ¡Abran en nombre de la ley!
PEPE: ¡Pronto! ¡El cadáver!
MÁRGARA: ¿Qué hacemos?
JOHNY (afuera): ¡Es la policía, abran o derrumbo la puerta!
MÁRGARA (grita): ¡Ya voy! ¡Ya voy!
PEPE: ¡Llevémoslo adentro!
 
Márgara y Pepe van hacia los cuartos con el cadáver y lo sacan. Pepe también deja en el cuarto la bolsa de dinero y el pasamontañas. Regresan. Johny sigue tocando. Margara abre. Aparece Johny, quien les enseña su placa de policía.
 
JOHNY: Agente Johny Pacheco de Motta, policía judicial... Identifíquense.
MÁRGARA (se limpia la mano en su vestido y se la estrecha a Johny): Márgara García de Morales, encantada...
JOHNY: ¿Y usted?
PEPE: Pepe…/
MARGARA (rápida): Mi marido, Severo Morales...
PEPE: Pe-pe… permítame saludarlo. (Se dan la mano)
JOHNY: Muy bien. Hace unos minutos fue asaltada la sucursal del HSBC de aquí a la vuelta. Tal parece que el asaltante se introdujo en este inmueble para ocultarse… Esto según lo dicho por varios testigos oculares, incluyendo un invidente que asegura poder reconocer el sonido de las pisadas del peligroso delincuente. El interfecto lleva el rostro cubierto por un pasamontañas y lleva en la diestra una bolsa con el botín... ¿Han visto a alguien extraño merodeando el edificio?
MÁRGARA (Niega): ¿Y se robó mucho?
JOHNY Mucho, señora, mucho.
MÁRGARA: A ojo de buen cubero, ¿cómo cuánto?
JOHNY: Como un millón.
MÁRGARA: ¡¿De dólares?!
JOHNY: De pesos, señora… en los bancos ya no hay esas cantidades y mucho menos en dólares.
MÁRGARA: Ándale… de todas formas, un atraco millonario.
JOHNY: ¿Tienen alguna información que pueda ser valiosa para la captura del asaltante?
PEPE: No hemos salido de la casa para nada, ¿verdad, mi reina?
MÁRGARA: Así es, para nada… mi rey.
JOHNY: Por otro lado, también aprovechamos –como no queriendo- para investigar sobre el asesino serial, conocido como el "terror de la  Buenos Aires", el cual se dedica a matar travestis. ¿Tienen alguna información que puedan proporcionarnos para dar con el individuo?
MARGARA Y PEPE: No.
JOHNY: ¿Últimamente han notado algo sospechoso? ¿Tienen idea de quién pueda ser el criminal? (Márgara y Pepe niegan) ¿Nada?
PEPE: Nada.
JOHNY: Muy bien… Ahora, ¿me permiten registrar el departamento? Es de rutina.
MÁRGARA: ¡En la madre!
PEPE: ¿Trae orden de cateo, señor policía?
JOHNY: No, bueno, pero.../
MÁRGARA: Mi esposo tiene razón, señor Pacheco de Motta. No crea, así como nos ve, conocemos nuestros derechos.
JOHNY: ¿Orden? ¿Qué orden? ¿Cómo para qué o qué? Mire, mejor pongan de su parte…  (Se abre el saco para dejar ver su pistola) O como dijo el chinito “o copelan o cuello”
PEPE: Bueno... Si gusta, comience por la cocina... (A Márgara) Ándale, vieja, tú mientras escombra el cuarto para que el agente no vea el chiquero que tienes ahí... Si parece un muladar, qué vergüenza aquí con el oficial, ¿qué va a decir de nosotros...? Ándale, no seas cuachalota.
MÁRGARA: ¡¿Yo sola?! ¡¿No me vas a ayudar?!
PEPE: Sí, vieja... ahorita te alcanzo... Ándale, muévete como anoche, mi reina.
 
Márgara sale a los cuartos.
 
JOHNY: Tomaré en cuenta su amable disposición, señor Morales… Se ve que usted es tan… tan… tan… Muchas gracias.
 
Johny sale por la cocina. Pepe sale por los cuartos. Entra Ninón por la puerta emparejada.
 
NINÓN: ¡Maggie! ¡Maggie! ¿Dónde andas? ¡Amiga, soy yo, Ninón!
 
Johny sale de la cocina sosteniendo con una mano el delantal ensangrentado.
 
NINÓN (Grita): ¡¡Deténgase!! ¡Deténgase o no respondo de mí! (Le hace una llave de karate a Johny y lo somete)
JOHNY: ¡Señorita, por favor...!
NINÓN: ¡Maldito feminicida! ¡¿Por qué lo hizo?! ¡¿Por qué mató a mi amiga Márgara?! ¡¡Policía, auxilio, socorro!! ¡Help!
 
Al oír los gritos, Márgara y Pepe regresan del interior.
 
MÁRGARA: ¡Ninón, aplácate, ¿qué te acontece?!
NINÓN: ¡Managua, el asesino está en tu casa! ¡Dime lo que trató de hacerte este infeliz-enfermo-sádico-asesino! Yo creí que el criminal sólo mataba a mujeres como yo… pero por lo visto también ataca a mujeres como tú.

MÁRGARA: Serénate, Ninón... el agente es de la policía judicial... Vino a investigar lo del asalto al banco… y de pasó la muerte de tus amigas... Suéltalo.
NINÓN (suelta a Johny): Ay, disculpe, señor oficial, es que veo sangre y me trastorno, me desconozco, dejo de ser yo... Se me sale el hombre que todas las mujeres como yo traemos dentro.
JOHNY: Resultó ruda la señorita.
NINÓN: Y aprovechandito que lo veo, ¡qué bueno que se aparece, agente, hasta que al fin nos hacen caso! Usted tiene que aclarar todos estos crímenes de odio. ¡Busque al homicida! ¡Encuéntrelo y  déle su merecido!
JOHNY: Mi deber es detenerlo, señorita... pero con calma y nos amanecemos... (Refiriéndose al delantal ensangrentado) Antes que nada, ¿alguien de ustedes me puede explicar qué significa esto? Aquí tenemos una prueba con-tun-den-te... ¡Uno de ustedes es el asesino! ¡Confiesen ahora mismo!
MÁRGARA: Déjeme explicarle, oficial... Esa sangre es de unos hígados que compré desde cuandísimo... Se me rompió la bolsita donde venían y se me manchó el delantal... Eso es todo.
JOHNY: Uy, señora, le quiere vender pan a la Bimbo... ¡Queda usted detenida!
NINÓN: Quieto, agente… mi amigocha dice la verdad.
PEPE: ¿Usted cree que seríamos tan tontos como para guardar en la cocina las evidencias del crimen? Me ofende que piense eso de nosotros… nos subestima. No pasamos del tercero de primaria ¡pero no somos mensos!
MÁRGARA: Analfabetas sí… ¡pero funcionales!
JOHNY: Ya veremos qué dicen los peritos del laboratorio cuando les lleve la prueba del delito... (Habla a su walki-talkie) Pareja… ¿me escuchas, pareja…? Aquí tenemos un 60-20… Repito: 60-20.
NINÓN: Mire, señor oficial…/
JOHNY (dándole la mano): Agente Johny Pacheco de Motta, para servirle, estimada y bella señorita.
NINÓN: Favor que usted me hace… Ora verá, agente Pacheco, pierde su tiempo, aquí no va a encontrar nada. Allá afuera hay un asesino maniaco-compulsivo-misógino-homofóbico-transfóbico y cualquiera de nosotras está expuesta a ser su próxima víctima.
PEPE: La señorita tiene razón... ¡Hasta que se aparecen! ¡La policía nunca está cuando se les necesita, carambas!

JOHNY: No se me ofusque, señor Morales.../
PEPE: Ese asesino tiene aterrorizada a toda la  colonia y ustedes, como siempre, ¡ni sus luces...! Esto no puede seguir así... ¡Hagan algo! ¡Basta de violencia!
MÁRGARA: En lugar de estar interrogando a familias decentes, de buenas costumbres… -nosotros pagamos religiosamente nuestros impuestos, somos contribuyentes; apúntelo para que no se le olvide a la hora del juicio-… deberían buscar en las calles, seguir la pista del verdadero asesino, detenerlo y castrarlo... ¿verdad, Ninón?
NINÓN: Bueno, era un decir, Maggie, no seas tan literal.
MÁRGARA: La señorita aquí presente ha perdido a todo un elenco de artistas famosísimas por culpa de ese asesino múltiple que ustedes, por incompetentes, inútiles y buenos-para-nada, no han podido atrapar.
JOHNY: Sin agraviar, ¿eh?, sin agraviar ni insultar a la autoridad o la remito.
MÁRGARA: ¿Y para eso pagamos nuestros impuestos? Si usted come es gracias a los honrados contribuyentes como nosotros.
JOHNY: ¡Bájele, señora, bájele o no respondo! (A Ninón) Dígame, linda damita, ¿usted era amiga de las hoy occisas?
NINÓN: Así es, ínchimas, uña y mugre, Johny... Puedo llamarlo Johny, ¿verdad? Yo trabajaba con ellas en un bar de ambiente… de ambiente familiar... Somos la variedad… el show pues.
JOHNY: Cuénteme lo que sepa.
NINÓN: Ora verá… Cristóbal Colón descubrió América… 2 X 2 son 4… H20 es el símbolo químico del agua…/
JOHNY: Lo que sepa en torno a los asesinatos de sus compañeras cantantes, señorita. Concéntrese.
NINÓN: Ay, qué barbaridad, ya caigo… (Tomando del brazo a Johny) Mire, lo puedo invitar a mi departamento para tomarnos un cafecito soluble y descafeinado... o dos... hasta tres.
JOHNY: No sé… cuando trabajo no bebo… El deber es primero.
NINÓN: Ándele... ¡Interrógueme, interrógueme cuantas veces quiera!
JOHNY (a Pepe y Márgara): Ni crean que ya terminé con ustedes; vuelvo en un rato... No se muevan de aquí.
NINÓN (saliendo del brazo de Johny): Mi nombre es Ninón... Ninón Granados… Lo saqué de una artista de antes que así se llamaba... "Ninón..." ¿A poco no suena bien padrulis...? Aunque mi nombre verdadero, el que aparece en mi credencial del IFE, en mi RFC y con el que me bautizaron es…
 

Ninón y Johny salen. Márgara cierra la puerta.
 
MÁRGARA: ¡Tenemos que deshacernos de Severo a la voz de ya!
PEPE: ¡Si llevamos horas tratando de hacerlo, señora…! No es mi culpa que en esta casa haya tantas interrupciones y todos entren y salgan como Pedro por su casa.
MÁRGARA: Ay, no se me esponje… Yo digo que de plano hay que aventarlo por la ventana. Ahí luego que averigüen de dónde salieron tantas cuchilladas...  Para cuando encuentren el cuerpo, usted estará disfrutando de su micro changarro y yo bronceándome en Caleta o Caletilla.
PEPE: Olvídelo, señito, no llegaríamos muy lejos. Descubren el cadáver, nos siguen hechos la cochinilla y ahí por Chilpancigo o por Iguala… igual y nos aprehenden.
MÁRGARA: ¡Carambas, usted también ponga de su parte! ¡No puedo estar en todo, se me agotaron las ideas…! No le parece el auto-suicidio, no le parece dejarlo caer por la ventana, ¡nada le parece! ¡Ponga tantito de su parte!
PEPE: A ver, se me ocurre algo... venga...
 
Márgara y Pepe van a los cuartos. Regresan cargando a severo. Entra Saturnina.
 
SATURNINA: Doña Márgara…
 
Al verla, Márgara y Pepe ponen a Severo sobre la ventana, medio cuerpo afuera y medio cuerpo adentro.
 
MÁRGARA: Ay, Severo, de a tiro no te mides... ¡Borracho a estas horas del día! ¿No que habías dejado la botella? ¿Qué van a decir los vecinos? ¡Qué vergüenza!
SATURNINA: Buenas... Me dijo el agente de la policía que había hablado con usted y con su esposo... ¿Don Severo ya volvió?
MÁRGARA: ¡Está volviendo… el estómago…! Lo que me faltaba, ¡recayó!  (Llorosa) ¡Volvió a tomar! ¡Maldito alcohol, maldito alcohol!
SATURNINA: ¡Ay, santísima virgen de Ecatepunk... qué asco!
MÁRGARA: ¿Por qué no regresa al rato, doña Satur? No me gusta que vean a mi esposo en estado inconveniente… Está tan mal, que hasta anda vomitando los churros de su primera comunión.
SATURNINA (saliendo): Sírvale un café bien cargado con harta sal... Después de eso, va a ver que ni una gota del cochino vino le vuelve a tomar... Hágame caso, verdad de dios.

MÁRGARA: Gracias por el consejo, hasta luego, chayito, gur bai.
SATURNINA (antes de salir): Ahí cuando a don Severo se le pase la cruda, dígale que sí era cierto eso de los impuestos... Evadirlos es pecado... Me lo dijo el padre Chito Castañas y si no me pongo al corriente con el favor de Dios, ¡me voy a condenar eternamente en las llamas del infierno!
MÁRGARA: Ándele, ándele... yo le paso su recado… Cúchale.
 
Saturnina sale.
 
MÁRGARA (jalándose los cabellos): ¡No puede ser, no puede ser! ¡Ya no puedo más! ¡¿Qué hice mal, qué hice mal?!
PEPE: ¿Haber nacido?
MÁRGARA: ¡Hágase el chistoso!
PEPE: A ver, tranquilícese... Venga, vamos a llevarlo a la azotea y allí lo dejamos ensartado en una antena de televisión.
MÁRGARA: Eso sería como justicia poética que le llaman… encontrarlo en una antena de televisión por haber empeñado mi tele. Suena justo.
PEPE: ¡Pues pa’ pronto es tarde!
MARGARA (pausa): Pepe... espérese… ¡Olvídese de todo y mejor huyamos, démonos a la fuga… risa y risa por la Autopista del Sol!
PEPE: ¿Y el cadáver?
MÁRGARA: ¡Lo dejamos aquí!
PEPE: ¡Nos buscarán por todas partes!
MÁRGARA: No importa... Seremos unos prófugos de la justicia... ¡Vámonos, Pepe!
 
Ambos se miran. En un arranque, Pepe abraza a Márgara, se miran unos instantes y se besan. Se separan.
 
MÁRGARA: ¿Por qué hizo eso? (Pepe la vuelve a besar. Márgara se separa) Oh, estese... ¿Qué no ve que aquí está mi marido? Manque sea, respete su memoria.
PEPE: Le propongo otro trato.
MÁRGARA: ¿Cuál?

PEPE: Nos fugamos, compartimos el dinero del banco y la invito a Acapulco. Usted y yo... solos... el mar, la brisa, el cayo de hacha, los cocos con ginebra… el parachute y la banana.
 
Tocan a la puerta.
 
MÁRGARA: ¡¿Otra vez?! ¡¿No se puede tener ni tantita intimidad en esta humildad habitacional?!
PEPE: ¿No cree que deberíamos quitarle el cuchillo a su marido? Digo, con lo solicitada que es usted, en chico rato nos descubren.
MÁRGARA: ¿Qué quiere? Practicamos la buena vecindad y somos muy populares. (Le quita el cuchillo al cadáver) Y yo que lo acababa de afilar.
 
Márgara y Pepe sientan al cadáver de Severo en un sillón. Siguen tocando a la puerta.
 
MÁRGARA (grita): ¡Ahí voy!
 
Márgara abre. Entran Ninón y Johny, quien trae una peluca en la mano.
 
NINÓN: ¡Marga...! ¡Marga, agárrate...! ¡Johny Pacheco encontró esto en el departamento de doña Saturnina…! ¡La peluca de Shakira!
JOHNY: Sin querer emitir juicios prematuros, podemos conjeturar que estamos muy cerca del asesino... O más bien, debería decir, de la asesina... aunque es una simple hipótesis… Una de las líneas de investigación.
MÁRGARA: ¡¿Usted cree que doña Satur…?! ¡No, pero si ella es casi una santa…/
 
La puerta se abre de golpe. Aparece Saturnina empuñando la pistola de Johny con ambas manos.
 
SATURNINA: ¡Atrás, herejes lujuriosos!
JOHNY (busca su pistola): ¡Mi pistola!
MÁRGARA: ¡Doña Saturnina!
PEPE: ¡Suelte eso! ¡Se le puede disparar!
SATURNINA: ¿Y para qué cree que la robé, tarugo?
JOHNY: ¡Regréseme mi herramienta de trabajo!
SATURNINA: ¡A un lado, pecadoras, calenturientos, libidinosos! (Le apunta a Ninón) Tengo que acabar con la Ramera de Babilonia... (A Ninón) ¡Te llegó tu hora, maldito mujercito travestido!
NINÓN: ¡Así que usted mató a mis amigas!
SATURNINA: ¡Sólo vine a hacer justicia! ¡Dios me encomendó esta divina misión divina! ¡Háganse, háganse pa’ allá, si no quieren salir heridos! (A Ninón) ¡Y tú, quimera... prepárate para morir! ¡¡¡Aberración!!! ¿Qué no les da asquito? ¡Va por usted, arzobispo primate de México! ¡Y también por el santísimo padre Maciel!
 
Saturnina le apunta a Ninón. Rápidamente, Johny se abalanza sobre Saturnina. A su vez, Ninón se lanza sobre Saturnina. Forcejean.
 
SATURNINA: ¡Ya viene el Juicio Final! ¡Cristo viene… y viene emputadísimo…! ¡Arrepiéntanse, libertinos concupiscentes, jijos del averno!
 
Ninón y Saturnina forcejean por la pistola. Se escucha un disparo que le da a Johny en el hombro. Luego otros disparos que le dan al cadáver de Severo. Pepe abraza a Márgara y se tiran al piso. Hábilmente Ninón logra arrebatarle la pistola a Saturnina. Johny se incorpora, herido, y le pone unas esposas a Saturnina. Ninón le apunta con la pistola a Saturnina.
 

SATURNINA: ¡Suélteme, mi artiritis, suélteme! ¡Mis reumas!
 
Johny le pone las esposas a Saturnina, va a salir cuando repara en Severo.
 
JOHNY: ¡A ver, ya párenle! ¿Y ora este cadáver de dónde salió?
SATURNINA: ¡Ay, virgen inmaculada de Iztapalacra…! ¡A usted no quería matarlo, don Severo, a usted no!
JOHNY: ¿Alguien me puede decir quién es el hoy occiso?
MÁRGARA: ¡Es… era mi esposo!
JOHNY: ¿No que era éste, señora?
NINÓN: No, Johny… debe haber habido una confusión… él es Pepe Pérez… el plomero.
JOHNY (A Márgara): ¿Y entonces por qué declaró que este sujeto era su marido?
MÁRGARA: Porque… porque…/
SATURNINA: ¡Yo sé por qué…! ¡Porque don Severo la abandonó y para ocultar su vergüenza inventó esa mentira! ¡Éste hombre tan… tan… tan… es su amante! ¡Ella es una adúltera infiel!
MÁRGARA: Así es.
SATURNINA: ¡Cochina fornicaria…! (Al cielo) ¡Dios mío, ¿porqué no me diste tiempo para acabar con todos estos fornicadores inmorales?!
 
Johny abre la puerta y sale con Saturnina.
 
JOHNY (afuera): ¡Muchachos, todo está bajo control! ¡Llévense a esta mujer… queda detenida como presunta responsable del asesinato de siete artistas de talla internacional y de un pobre contribuyente que ni la debía ni la temía!
SATURNINA (afuera): ¡Sacrílegos! ¡Se van a condenar, arderán en las llamas del averno! ¡Ay, mis reumas!
 
Margara y Pepe se han incorporado. Johny regresa. Ninón deja la pistola por allí.
 
NINÓN (corre a abrazar a Johny): ¡Estás herido, Johny Pacheco!
JOHNY: ¡Ninón! ¡Usted me salvó la vida!
NINÓN: No fue nada… De algo sirvieron mis clases de artes marciales.
JOHNY (a todos): Señores, caso cerrado… El terror de la Buenos Aires pasará el resto de sus días en prisión... El asaltabancos ya debe haberse dado a la fuga y ha de andar muy lejos de aquí… Pero antes de continuar con su búsqueda, (A Ninón) permítame interrogarla nuevamente.
NINÓN: Sí, ¡interrógueme, interrógueme!
JOHNY: Dígame, linda damita, ¿se viene conmigo? Recuerde que usted me salvó la vida y yo soy muy agradecido.
NINÓN (apartándose): Agente, yo... yo tengo que hacerle una confesión.
JOHNY: La escucho.
NINÓN: Váyase... (Se muerde el labio inferior) ¡Lo nuestro no puede ser!
JOHNY ¿Por qué? ¿Es que acaso no siente lo mismo que yo por usted?
NINÓN: No, eso sí… lo mismito.
JOHNY: ¿Entonces?
NINÓN: Es que... Es que... ¡Yo no soy 100% mujer, Johny!
JOHNY: ¿Y eso qué… cuál es el problema?
NINÓN: ¡Usted no entiende… yo…! ¡Yo soy 17% hombre! O lo que es lo mismo, tengo 17 centímetros de hombre.
JOHNY: Bueno, señorita, nadie es perfecto… Es un detalle que podemos pasar por alto… Claro, si es que su corazoncito palpita por mí como el mío por usted.
NINÓN (lo abraza): ¡Johny!
JOHNY: ¡Ninón…!  (Van a besarse) Permíteme un momento…  (Al walki-talkie) Pareja… pareja… aquí tengo un 41-69… Sí, pareja, usted y yo hemos terminado… ¡para siempre!  
 
Johny abraza a Ninón y la besa. Ambos salen abrazados. Pepe toma a Márgara en sus brazos y la besa.
 
PEPE: Entonces, ¿qué? ¿Nos vamos a Acapulquito bello?
MÁRGARA: ¡Juímonos…! ¡El Revolcadero nos espera!
PEPE: ¿Sabe una cosa? Yo tampoco conozco el mar. (Van a salir) ¡El dinero!
 
Pepe sale al cuarto. Márgara descubre la pistola. Pepe regresa con la bolsa de dinero.
 
MÁRGARA (toma la pistola): ¡La pistola del agente Pacheco!
PEPE: ¡Deshazte de ella!
 
Pepe toma la pistola y la avienta por el cubo de luz.  Ambos se besan. Van a salir cuando escuchamos a los vecinos por el cubo de luz. Pepe y Márgara atentos:
 

VECINA: ¡Ora sí ya me hartaste, méndigo patán! ¡Quédate con la golfa ésta y con esos escuincles tan feos que procrearon fuera del matrimonio! ¡Yo me voy de la casa, ya estuvo suave! ¡Infiel, bígamo, polígamo!
VECINO: ¡Oh... ya cállate y suelta esa pistola!
VECINA: ¡Ya me hiciste enojar y tú te lo buscaste!
 
Escuchamos un disparo. El vecino emite un gemido agonizante.
 
VECINA (triunfal): ¡Por animal!
 
Música “Capricho Español“ de Rimski-Kórsakov. Márgara y Pepe salen de prisa tomados de la mano. Oscuro. La música sube de volumen.
                                                                         - FIN -
Humberto Robles   -   hrobles@hotmail.com
 
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Descripción

Farsa. Una ola de asesinatos cunde en la ciudad... No queda más remedio que echarle la culpa al fisco. Estrenada en Munich, Alemania Montada en Guadalajara, Puebla, Monterrey, Mexicali y Redwood City (California)

Palabras Clave: sangre en los tacones teatro farsa

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Humor


Creditos: Humberto Robles

Derechos de Autor: Copyright


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