CUESTE LO QUE CUESTE
Publicado en Mar 24, 2013
CUESTE LO QUE CUESTE ----------------------------------------- La escalera ha llegado a su fin. Con ojos atónitos y espantada, intento dar la vuelta para escapar. Alguien me sujeta por el brazo al tiempo que dice: -¡Ni hablar, lo prometiste! Yo sigo mirando al frente y un escalofrío recorre todo mi cuerpo, el miedo no me deja respirar. Ante mí, una enorme piscina que a mí particularmente me parece un inmenso océano. Quiero seguir caminando pero mis pies parecen estar pegados al suelo. Respire hondo. Tenia que intentarlo, mis amigas y yo habíamos decidido que aprenderíamos a nadar. ¡Cueste lo que cueste! Había dicho yo que soy muy decidida y además no tengo miedo a nada. La verdad es que aquello no era miedo era pánico. -Está bien, - dije -una promesa es una promesa. Pero no estaba nada segura de poder cumplir aquel reto. Nos dirigimos a los vestuarios de aquella hermosa piscina y después de una ducha rápida salimos al campo de batalla. El monitor nos estaba esperando al borde de aquel terrible reto, que dicho se a de paso fue uno de los peores retos que yo me he impuesto en la vida. Comprendo que soy muy cabezona, y como se me desafíe más y lo cierto es que la prueba era como poco muy importante. Miré al monitor. El pobre no tenía ni idea de lo que se le venía encima. Éramos un grupo de tres amigas, una por lo menos sabia mantenerse a flote. Era Cruz, Tere y yo ¡Dios mío! Éramos como dos losas blancas y pesadísimas. Volví a mirar al monitor. Tenía cara de estar pensando: ¡Vaya que me espera! Y no lo sabía muy bien porque si no dimite. La primera lección consistía en hacer ejercicios para aprender a mover los pies dentro del agua. Nosotras muy ufanas con nuestros gorros y negros y bañador a juego, pateábamos el agua como locas con medio cuerpo fuera de la piscina. Yo pensaba: Bueno hasta ahora bien, y seguía pateando al tiempo que me decía: -¡Pero bueno! ¿Quién te manda a ti con cincuenta y todos meterte en estos líos? En ese mismo momento el joven monitor dice que hay que meterse en el agua. ¡Ay madre! El agua estaba a una temperatura agradable, pero cuando llegó a mí estomago se me puso todo el escaso vello de mí cuerpo de punta. Creí que no sería capaz de mojar ni un solo centímetro más de mi ya cascado cuerpo. Buscando consuelo busque la mirada de Tere. Ella, desencajada buscaba mí mirada. Creo que tenía más miedo que yo, que ya es tener miedo. Cruz, se chuleaba delante de nosotras. ¡Claro ella había metido el cuerpo entero en el agua y estaba tan tranquila, cosa que ni Tere ni yo nos explicábamos. Lo que estaba muy claro es que las victimas éramos Tere y yo. Por fin conseguimos con mucho trabajo meter el cuerpo en la dichosa piscina. Ya estábamos muy animadas cuando... ¡Hay que meter la cabeza en el agua! –dijo el “Profe” ¡Sí hombre la cabeza! ¡Eso sí que no! –Pensé. Pero sí, la cabeza tenía que entrar en el agua. Mí amiga Tere ahí fue más valiente que yo y sin pensarlo dos veces agarrándose al bordillo fuertemente metió la cabeza en el agua, incluso aguanto un ratito dentro. Esa fue una cosa que mi amiga aprendió muy bien porque incluso hoy después de más de diez años nada siempre con la cabeza debajo del agua. Ella tiene la completa seguridad de que si saca la cabeza fuera del agua se hunde, así es que en vez de nadar bucea. Yo, por fin logre meter la cabeza en el agua pero la saque tan rápido que creo que ni se me mojó. (También después de diez años yo nado con la cabeza fuera del agua y no consigo aguantar el agua en los ojos) Las escaleras de la piscina eran pocas, pero a mí aquel día me parecían aun menos y mí miedo había ido en aumento. Era el segundo día de aprendizaje. Yo creo que fue el peor de todos. Unas tablas azules descansaban al borde de nuestro suplicio. ¡Buscado, pero suplicio! No sabíamos lo que pasaría ese día pero lo que sí sabíamos es que teníamos que usar aquellos artefactos. Tere ya no estaba tan segura de poder seguir con aquella batalla, pero yo sí.¡Tenía que aprender a nadar como fuese! Estaba decidida y yo cuando me pongo una meta la cumplo. Así es que ¡ O me ahogaba, o aprendía a nadar!. Como el primer día nos metimos en el agua. Con la cabeza sumergida deberíamos contar me parece que hasta treinta, eso no se me quedó muy bien en la memoria. Es igual, por que lo que más logré fue contar hasta cinco. Después vino el suplicio de las tablas. A mí aquello me parecía dificilísimo. Agarradas aquellas pastillas de espuma lográbamos apenas flotar, pero es que además teníamos que patear para poder avanzar. Pero el invento aquel no se movía ni dos centímetros y yo miraba el final de la piscina y me parecía que estaba a cientos de kilómetros. Solo tenía una cosa clara. Yo no llegaría nunca allí. También tenía la impresión que mi flotador no aguantaría mí poco peso (Yo entonces no llegaba ni a los cuarenta y nueve a pesar de comer como una lima) Pues bien, entonces entre que vas, y no vas, pateábamos intentando escuchar al monitor y de paso a la experta del grupo que con soltura lograba avanzar. Yo terca como una mula insistía desesperadamente al lado de Tere que estaba igual que yo o peor. Con tanto pataleo inútil la tabla y yo fuimos a parar a la hilera de boyas que marcan las calles. La tabla cada vez me ofrecía menos confianza y estaba rendida. Aquellas bollas eran para mí una salvación y me ofrecían una seguridad que me hacía mucha falta, sin pensarlo dos veces solté la tabla y me agarré a las bollas. El revolcón que me lleve fue como poco alucinante. Sin saber por que ni como, mí cabeza estaba donde deberían estar mis pies y no lograban estar quieta sujeta en a las boyas subía, bajaba y me retorcía como podía para mantenerme un poco a flote, trague más agua que una alcantarilla. No se quien me acerco una tabla y sujetándome como pude logre salir de aquella especie de baile mientras escupía agua hasta por las narices. Apenas me había recuperado de aquella sorpresa cuando suena el silbato del monitor. El “Profe” reúne al personal y nos cuenta que hay que zambullirse en el agua desde el borde de la piscina y sin tabla. -¡Y un jamón!- pensé yo- este tío quiere ahogarnos. Nos puso en fila india y él como lo más natural nos decía: -¡No tengáis miedo! Yo os sujetaré, no pasará nada. Yo pensé: No a mí no, por que yo no me tiro ni con un flotador. ¡Este tío esta como una cabra! Tere, descolorida como un muerto me miro como pidiendo socorro, pero enseguida comprendió que yo tenía las piernas de goma. Yo lo pensé, pero ella lo dijo: -¡Yo no me tiro! -dijo mirando al monitor. -Si, si,- dijo con mucha guasa el “Profe” Mi amiga reculaba hacia atrás temblando y el monitor decidió que se tiraría con ella por que lo que tenia muy claro es que no había manera de que se tirase ella sola. Tere cogida de la mano del monitor temblaba como una hoja seca zarandeada por un ciclón. Le vi tan mal que yo que no se si es que soy rebelde o idiota perdida determiné que no haría el ridículo y me tiraría sin rechistar. ¡Cómo si me ahogaba! ¡Yo tenía que aprender a nadar. El trampolín no tenía ni la altura de una banqueta, pero a mí personalmente me parecía el precipicio más terrible. El corazón martilleaba en mí pecho y en mis sienes y el cerebro me decía: -¿Qué pasa, que no vas a poder? ¡Tienes que poder! Y pude, respiré hondo y me lancé al agua. Todo fue llegar al fondo y salir impulsada por el agua. Luego no se como me lié a brazadas y logre llegar a las escaleras yo solita. Fue todo tan rápido que al monitor no le dio tiempo ni de echarme mano. Cuando se quiso enterar yo ya estaba fuera del agua, aunque para decir la verdad no se como. Lo que sí sé es que me tuve que sentar por que las piernas no podían sujetar mí cuerpo. Mis amigas y los demás me miraban asombradas, yo supongo que aquello fue supervivencia. Después de dos cursos más un y montón de aventuras pasadas por agua, acumulando nervios y partiéndonos de risa, Cruz nadaba como una sirena. Tere y yo simplemente nadábamos, ¡Pero nadábamos! La promesa quedaba cumplida, había aprendido a nadar y de paso me había divertido de lo lindo. ¡Mira tú por donde que ahora me gusta nadar! Antonia Rico-
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Sara
Saludos
antonia
silvana press
Me lo llevo a favoritos, por tu redacción, por tu humor y por tu originalidad.
Cariños
antonia
antonia
Y LA VERDAD ES QUE NOS DIVERTIMOS UN MONTÓN GRACIAS Y UN ABRAZO AMIGA
GLORIA MONSALVE
definitivamente si sos ua caja ... tire risa a mas no poder.. tube que interrumpir para continuar con la lectura...
me rei de lo lindo
me gusto
un abrazote
antonia
SEBASTIAN BARRERA