Ello.
Publicado en Mar 25, 2013
Con los ojos nebulosos presencie lo que nadie quiere ver, una gota de vino en lugar de un sudor corpóreo, interviniendo en el inconsciente más vil de mi cabeza.
Era día jueves y me habían liberado, estaba atado a mi lucidez con esas píldoras de extraña procedencia que me generan un frenesí decadente. El siervo aun descansa a mis espaldas, no sabría explicar el peso de su conciencia, desde que me trasporto cada día con caramelos, no pienso demasiado mis acciones. Soy un poco viejo y no sirvo para andar en asuntos de jovencitos. Mi vino se espesa, veo venir la linterna pero no logro distinguir su templanza. He quedado ciego. He mentido. Pero sobre todo he bebido del diáfano pecado y probado cuantas carnes infantiles se me han cruzado. Debo reconocer, que quedar ciego es lo mejor que he experimentado, y sin duda es aquello que me hace ser más natural dentro de esta selva de hipócritas.
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