La oscuridad busca ansiosa mi sombra,
tiene sed, pues no encuentra hoy en día
un alma a la cual robar su querida luz,
camina y camina por calles pero no halla
aquella luz de la cual deseé gozar, 
adquiere la risa de los payasos 
y se la da a los muros silenciosos, 
adjunta los globos rojos de los niños 
para hacerlos reglas con las que medir, 
ah... desdichada oscuridad no te comas
mis ansias de vivir, el regalo de mis padres, 
el polvo de la carrera en la cual sude, 
un sabor nuevo y misterioso como la 
mañana de cada día en la que amanezco;
vaya dilema en que me dejas, pues tu 
argucia es tentadora, tu voz sensual, 
pero el amante que me hace gemir
en las lunas brillantes tiene los brazos
más tersos que la belleza que me presumes,
mi amante se desenvuelve en facciones
de libertad y en la pasión del misterio; 
deseo que nunca tu mirada se pose en mí,
pues... aunque hermosa eres hombre soy
y lo admito; prefiero ver la locura 
de un día insólito que los besos
cómodos que insistes dar; 
no me juzgues, mi alma padece
de vientos muy al norte, muy al sur,
muy al fin del del prohibido, 
perdonar mi juventud por ignorar 
tu mensura, pero amo las estrellas, 
el frió y el amar al amor. 

Quisiera decir nunca, pero digo:
hoy no.
Quisiera decir nunca, pero digo:
esta vez no. 
Quisiera decir siempre, pero digo:
hoy. 
Quisiera decir siempre, pero digo:
si.

No me despido, porque sé
que te volveré a besar.