Mejor cerrar los ojos
Publicado en Aug 21, 2009
Un buen día, regresando tras mis pasos, en uno de esos momentos en que la mente divaga buscando gigantes en molinos de viento, me topo abruptamente con una imagen, enmarcada en madera bastante desgastada y tan pobremente labrada que era de imaginar que el autor esperaba impactar con el contenido, no con un envoltorio llamativo a las masas.
En su interior había una joven, poco llamativa, que daba la sensación de neutralidad, tan común que cualquiera podría encontrar en ella un dejo de familiaridad, supongo que fue por eso, que me detuve a contemplarla. El pelo largo y enmarañado, la cara sin gestos acompañada de sus hombros caídos daban una fuerte impresión de fatiga, de ese cansancio que pesa en el alma, reflejaba haber librado unas mil contiendas; la flaccidez grotesca de su pose contaba sus batallas insanas, probablemente con los hombres de día y con sus propios tormentos de noche. En su piel no habían cicatrices (si eso imagina el lector), pero estaba llena de profundas arrugas en el alma, de esas sólo visibles a los ojos de algunos; pero no hay que confundirse, sus cejas pobladas contaban de un carácter fuerte, que, al parecer, se fue perdiendo tras un cauce inútil. Aunque se ha de rescatar algo, sus ojos parecieran tener en el fondo un dejo de vida, que por desconfianza se esconde tras sus pestañas, si, acercándome un poco hay un leve brillo que sobrevivió a muchos más inviernos que veranos, que vio más amaneceres de los que debía. Una profunda pena se apoderó de mí y confieso derramé una lágrima por tan lastimera imagen, pero ¿Qué es esto? ¿Qué mala broma del autor? ¡La imagen! , Ella, derrama también una lágrima, no, ¡imposible!, se mueve igual que yo,... ¿reflejo?, imposible,... mejor cerrar los ojos.
Página 1 / 1
Agregar texto a tus favoritos
Envialo a un amigo
Comentarios (0)
Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.
|