Atardecer
Publicado en Mar 26, 2013
La miro, con su silueta de plano al horizonte y de fondo el sol extinguiéndose en el mar, los colores nos envuelven cálidos, entre ellos solamente distingo el burdeo, en cambio ella podría nombrarme todos los nombres de aquellas variantes para mí indescifrables. Conversamos de todos y de todo. Es la única amiga con la que desearía tener algo más, pero siempre sucede algo o aparece alguien que nos deja en segundo plano. Tenemos tres años de amistad, nunca ha pasado nada entre los dos, excepto por una vez en un carrete, ahí estaba lindísima, sin embargo, nunca se conforma con su figura. Recuerdo aquel día que la encontré en la disco, yo con sólo un trago en el cuerpo y ella con más de uno. Comenzamos a bailar, la quería besar pero no lo hice porque no hubiese querido que las cosas sean así. Hasta el día de hoy, algo me arrepiento, puesto que ella rozó sus labios con los míos esperando encender la chispa para detonar la implosión contenida desde la primera vez que nos vimos, lástima que la respeto tanto, que no iba a concretar nada con ella en ese estado de ebriedad, puesto que primero es mi amiga. A veces me carga mi moral y sensatez, pero no puedo ir en su contra. “Me escuchas” me dice sacándome de mis pensamientos: “Amo ver los atardeceres, es lo que haría todos los días, posiblemente es lo único que le dé algo de sentido a mi vida.” Me considero una persona observadora pero no me interesan los atardeceres a menos que los veamos juntos, aunque me hable de sus amigos del gimnasio, de los bíceps, de algo para las uñas que no sé que es, que se deprime cuando viaja a Reñaca, que allá todas son estupendas y me llena de superficialidades.
Quiere ser una miss universo, me encantaría decirle que, en al menos mi universo ella sería la única reina, pero lamentablemente aún no olvido mi último e insidioso fracaso amoroso. Le comento mi posición acerca de lo que me dice, le doy mis consejos, mi opinión sobre el amor y le cuento sobre mi Ex. Espero que entienda que más allá de lo físico, es más importante la profundidad de la relación. Ella juega con la arena, sólo se escucha la respiración del mar y de fondo se ve el sol extinguiéndose entre colores lúgubres que presagian una fría noche. Me encanta conversar con él, es tan tierno, amoroso, simpático y creo que es el único con el que puedo hablar lo mal que me siento. A veces es tan correcto, y eso me gusta, pero por ahora no busco eso de alguien, sé que en un futuro me voy arrepentir. Es hombre y hay cosas que no entiende y no entenderá jamás, por ejemplo cuando le digo que no tiene idea de lo que es levantarse y recordar que tu grasa abdominal aún está ahí y saber que el verano se acerca, la desesperación que me causa no tener un pelo fuerte y largo, muy largo, pero siempre que veo mis puntas están horribles. Él no se imagina lo que es mirar tus uñas y verlas débiles, cortas, horribles y peor aún nunca conseguir un esmalte que te dure más de dos días. Mirarte al espejo y sentir que ya me estoy arrugando y pensar en viajar a Reñaca, una toda gorda y saber que ningún tipo se fijaría en mí. Se queda callado, sé que no le gusta oírme hablar así y entiendo que prefiera no poner toda su atención en lo que le acabo de decir, a pesar de todo lo que le digo, sigue escuchándome con silencio y respeto. Recuerdo aquel día, que el muy perno no me besó y entiendo que no lo haya hecho porque previo a bailar conmigo conoció a la puta de su Ex, una weona sentimentalista que le habla y lo vuelve loco. Terminaron hace tres meses pero piensa en ella todos los días. Lo miro y me responde: “Con dificultad me acuerdo de su cara, pero anhelo su compañía, el complemento. En realidad eso fue lo que me enamoró de ella, más allá de lo físico, fue la linda relación que tuvimos, pues ahora cada día de su ausencia me recuerda su presencia” Sigue mirando el mar como si la pena todavía le rondara el alma. Me carga que hable de esa maraca, sobre todo que todavía sienta cosas por ella, si además ella lo pateó y estoy segura de saber qué le fue infiel con mi personal training y además los he visto salir juntos, pero decirle algo así terminaría por destrozarlo. Prefiero callar, me concentro en la arena, es mejor que hacerlo en la impotencia. Ahora sólo se escucha la respiración del mar y de fondo se ve el sol extinguiéndose entre colores lúgubres que presagian una fría noche.
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