Esa tarde me prometió la luna y las estrellas. Le sonreí con alegría, era imposible que me las diera, además esa promesa nunca lleva nada bueno son… Simples palabra.
 
Aunque un anillo de diamante rodeaba mi dedo anular.
 
 
Luego de la noche de bodas, la alegría era palpable, la felicidad y el gozo… Nada podría quitárnoslo, estábamos en Venice explorando y el romance duraba a nuestro alrededor. Solo con nuestra armonía.
 
 
Explorando encontramos una hermosa playa, una playa secreta entre viejas casas y malezas.
 
 
Una playa de cuento de hadas.
 
 
La arena blanca como miles de plumas, el agua tan cristalina que veías el fondo y por eso no entro al mar ¡A saber cuan profundo era! Ella no calculaba esa distancia; había rocas grandes y pequeñas, esparcidas como si te dijeran “salta por aquí, para llegar allí”; y si no fuera porque a lo lejos el mar se oscurece no sabría donde se separa el cielo y el mar.
 
 
Además de explorar, no te diré que hicimos en la playa oculta. La noche cayó sobre nuestras cabezas y él sonrió con picardea. Camino adentrándose en el mar, le grite: <<¡Detente! Es malo entrar en la noche al mar>> él solo sonrió y siguió caminando. La luna inmensa sobre nosotros iluminaba su camino. Alzo la mano y dijo: <<Mira Eliz, tengo la luna en mis manos>> mira que me reí y asentí, negando con la cabeza, cerré mis ojos unos segundos cuando frente a mi estaba el con la mano extendida y una pequeña roca redondeada en su mano.
 
 
Abrí los ojos sorprendida, anonadada mire el cielo luego a él y más tarde su mano, seguí así unos segundos más <<¿Pero qué mier…?>> él tenia esa cara de travesura. Extendió su otra mano y había una pequeña niña desmayada que relucía cual diamante reluciente.
 
 
—Te prometí la luna y las estrellas… Pero cazar una estrella es muy difícil, así que solo te doy una.
 
—¿Pero te volviste loco? ¡Devuelve eso allá! —señale al cielo y él me miro sin entender. Antes de que hablara de nuevo lo mire seria e hice de nuevo el ademán de que la devolviera —¡Ahora, Rich!
 
 
 
Resignado asintió y se dirigió de nuevo al mar, alzo la mano con la luna y la coloco de nuevo en el cielo estrellado. Resignado regreso a mi. Luego me desmaye.
 
 
Era ya de medio día cuando desperté, en el hotel. Todo fue un sueño, claro ¿Quién podría bajar la luna y una estrella? Y de paso decir que es difícil cazar una estrella. Rich no estaba en ningún lado. Camine hacia el baño, pero toque mi cuello en el cual estaba un collar, fui al espejo más cercano y allí en mi cuello posaba una cadena de plata... Con una estrella de diamante…
 
 
—¡Oh Dios!
 
—Se desmayo… Otra vez —un suspiro resignado salio de los labios del ahora, esposo.