Paseaba sin saber hacía donde
como dejando pasar el tiempo
en una mañana encapotada
de cielo teñido de gris y plata.
 
Apenas me cruzaba con gente,
la noche recién terminada
dando paso a una fría madrugada
con una débil lluvia que no cesaba.
 
De repente al ir a cruzar de acera
me encontré contigo de frente
y fue un consuelo que mi paraguas
nos diera cobijo en nuestra cita.
 
Agarrada de mi brazo junto a mi cuerpo
sonaban nuestros pasos acompasados
sorteando charcos en nuestro caminar
llegando a darnos cobijo un viejo portal.
 
Los primeros rayos de sol aparecieron
entre aquellas nubes  que se abrían
mientras pájaros prestos se cobijaban
bajo los aleros de diferentes tejados.
 
Por tus hermosos ojos guiado
sentí el deseo que no cesara la lluvia
y lei en tu frente que te besara
cuando un último rayo te iluminaba.
 
Con caricias nuestros rostros secamos
mientras con delicias besos mezclamos
fue entonces cuando ya no hablábamos
pero todo para nosotros lo reservamos.