Llega un momento en el que te has dado cuenta de que es inevitable sentir dolor, por mucho que hayas reprimido tus lagrimas, por muchos nudos que te hayas tragado, por muchas sonrisas falsas y aun por esas veces que decidiste creerte "Feliz" y tal vez porque en el fondo siempre supiste que no valía la pena desperdiciar tantas lagrimas de ti, sentir tanto dolor como el que nunca te habías permitido sentir, y aunque siempre evitaste todas estas cosas, has terminado tirada en el suelo con ojos sollozos y respiración lenta, pero con un alivio inexplicable, que jamás pensaste que sentirías, y solo porque te has dado cuenta que a veces es necesario sentir placenteramente el dolor, justo así como la felicidad.