El Tablero de la Monarca
Publicado en Mar 28, 2013
I.Capitulo
El gato, el perro y el ave Fue arrojado al tren de la libertad…y no recordó más... Eloy cerró los ojos, tenía miedo y hambre, pero algo atroz nacía del interior, los minutos prolongados efectuaron en él la escucha de una música dentro del árbol, y en medio de la oscuridad las flores germinaban como alas de ángel, albas, relucientes y místicas, del suelo se prolongaba un enorme pasaje de tierra, la vida devoraba a la oscuridad, el sueño sucumbía ante la realidad y las pequeñas luciérnagas se posaban en los adentros, el cauce no se detenía ante la majestuosa visión, el ciprés, los nogales y el olor a pino le daban la bienvenida, observo con detalle el cielo añil bajo un sentimiento de comodidad, eran nueve años de vida, o solo ocho, aun no sabía contar, sus delgadas piernas lo traicionaban en el andar, la vestimenta inadecuada ataviaba la diminuta coherencia, no sabía leer tampoco deletrear, pero el letrero era traicionero y los ojos debajo del níscalo no lo culpaban, se acerco e intento rozar con las manos la superficie suave del césped, y en aquel instante la calidez llego sobre la yema de sus dedos en forma de humo, el olor a pino se entrevero con el aciago aroma de obleas, un gato azul, un pajarillo rojo y un perro amarillo se deleitaban del manjar, estaban sobre unas sillas de madera y en el centro un tronco cuadrado era usado como mesa, era un retrato hostil pero agradable a lo infantil; el felino rozó con sus patas larguiruchas una migaja y se la acerco a Eloy, el pequeño se inmuto al contacto con aquellas garras, y el canido habló: - este niño es mas extraño que un perro en cuatro patas. - deja que hable - el pajarillo se levanto del asiento - ¿Cómo te llamas? - Eloy. - ¿Estás perdido Eloy? - un pelaje azul cristalizado rasgaba una capa del asiento, el enorme ocelo del felino, resaltaba con lucidez en aquel extraño banquete - podemos ayudarte... - inconcebible - el tuso movía la cabeza en señal de desaprobación - la monarca nos encerrará por no ser leales, mejor lo entregamos. - no seas cobarde - el cálamo del ave se estremeció. - a mi no me cortaron las garras por desobedecer - dijo el canido percibiendo canguelo en el pajarillo. - silencio - el gato se incorporó del asiento y se aferró a una rama hasta que esta se fracturo y de ella se desprendió un hilo marrón, formando en el suelo un banquillo- siéntate y comparte con nosotros - Eloy se quedo de pie y tomó la primera oblea servida, el sabor a mora desprendió en su paladar un gusto a hogar y cariño. - debes comer más mi pequeño amigo - el gato sacó de las patas mas obleas ígneas, el olor a tostado estremecía a los nogales, las ramas inhalaban el aroma y cada minuto Eloy recibía cantidades mas exuberantes, el perro había dejado de comer mientras se transforma en una enorme globo amarillo, su rostro sonreía a medida que engullía cada bocado, las patas desaparecían para dar paso a líneas indefinidas ennegrecidas, el ave y el gato también se expandían y el alborozo los regocijaba, la mandíbula de Eloy estaba exhausta, pero no podía parar de comer, el entorno dejo de ser agreste y retorno a un cielo azul y verde, del forraje ascendían paredes de cristal, llanas y con magulladuras, bloqueando la luz, los sonidos guturales de los animales repelían contra cada tramo del espacio, y por instantes Eloy respiraba para no atragantarse con la comida, un cosquilleo en la garganta lo detuvo, mientras observaba en la transparencia que estaban sumidos, los colores al reflejarse con el cristal expulsaban pequeños insectos sobre la mesa, cada uno en su coraza transportaba notas musicales que al unirse la melodía reconocible se asomó a los oídos de Eloy, cuando un golpe sobre la mesa deposito a un enorme ratón blanco, este salto y gritó. - alto - se paro sobre las patas traseras y de un mordisco asió al globo amarillo, el sonido tropezó con la melodía y de ella brotó un cauce de arena y el cubo empezó a llenarse, en aquel instante los otros dos estallaron entre risas, Eloy horrorizado intento incorporarse pero el asiento desapareció para dar paso a un enorme agujero que lo absorbió digiriéndolo como una oblea...
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