PUTA
Publicado en Mar 30, 2013
Están situadas a lo largo de la
calle. La mayoría son jóvenes y muchas de ellas francamente bonitas. Algunas van vestidas con ropas que intentan ser insinuantes. Otras sin embargo llevan un atuendo más "normal". "¿Vienes?" " ¿Quieres?" Sonrisas tristes e insinuaciones demasiado evidentes que adivino parapetado detrás del parabrisas. Circo grotesco y macabro que al contrario de excitar mi libido lo único que me provoca es tristeza y desasosiego. Mientras, tipos con aspecto ruso o balcánico, apostados dentro de coches tuneados, vigilan de forma ostentosa su "negocio" de carne fresca. Cebo para la picadora del vicio con una fecha de caducidad trágicamente efímera. Y me da por pensar que una vez Consuelo, María o Isabel (que ahora se hacen llamar Michelle, Vanessa o Alexandra) fueron niñas como mi hija, y soñaron que tenían un futuro resplandeciente por vivir. Un mañana prometedor con chimenea en el hogar, hijos alrededor del árbol buscando sus regalos, y veraneos viendo caer el sol, tras la línea del horizonte de alguna bonita playa de postal. Probablemente alguna (o muchas, o todas) piensen y piensen, mientras son sobadas por tipos ruines, en qué momento perdieron el rumbo para ir de aquellas ensoñaciones brillantes a su negra realidad actual. El destino muchas veces te juega estas malas pasadas. Lanzas los dados y ¡¡¡Zas!!! sale tu número. Te ha tocado la lotería macabra. En la recámara de la ruleta rusa de la Vida había un cartucho con tu nombre grabado. Yo soy yo y mi puto determinismo. Largas, duras y frías noches apostadas en una rotonda para Michelle, Vanessa o Alexandra como un centinela sin relevo en su garita perversa. Largas, duras y frías noches donde buscar desesperadas y solas el camino de miguitas de pan que como Pulgarcito las devuelva al hogar. A la cálida casita de chocolate donde las esperan con los brazos abiertos Consuelo, María e Isabel, para abrigarles el corazón y hacerles olvidar que una vez se asomaron al infierno del Polígono Marconi. Quiera el Dios justo y misericordioso que por algún sitio debe de existir, que la mayoría de ellas encuentren ese sendero de vuelta a casa.
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