ERES UN HIJO DE PUTA.
Publicado en Mar 30, 2013
Eres un hijo de puta. Eres un hijo de puta y lo sabes. Eres un hijo de puta y lo peor es que además te encanta serlo. Eres un hijo de puta porque has vendido tu alma al dinero como el que adora a un nuevo y terrible Becerro de Oro. Eres un hijo de puta sin un solo resto de decencia, dignidad y ética al que le encanta sentir el terror de sus subordinados. Eso te hace sentirte bien, eso te la "pone dura" ¿verdad hijo de puta? Ahora otros hijos de puta (del mismo clan de hijos de puta que tu) te lo han puesto fácil. Ahora puedes exprimir a tus trabajadores sin ninguna cortapisa legal. Ahora puedes explotarles sin pegas, en aras de la siempre sacrosanta "competitividad". Porque ellos, al igual que tu, saben que empuñas la flamígera espada del despido, el Armagedón del ERE. Porque ellos, al igual que tu, saben que puedes destrozar su vida y la de sus familias. Aniquilar su futuro en un mar de desesperación. Y cuantos más jóvenes, inexpertos o maduros son (alfa y omega de una misma realidad) más sientes su pavor y más crece tu ego y tu poder. Eres así de hijo de puta. Y probablemente desees que tus hijos sean otros pequeños hijos de puta. Así les educarás en exclusivos colegios elitistas con otros pequeños retoños de hijo de puta. Sitios donde la chusma solo está para lo que tiene que estar la chusma: para servir. Probablemente ni siquiera quieras a tu mujer. Un bello objeto más en tu colección de bellezas muertas. Como una mariposa atrapada por los alfileres del taxidermista. Porque en el corazón de los hijos de puta palabras como amor, fidelidad o cariño no tienen cabida. Suenan a hueco y a vacio. Lo curioso es que en tu carrera de hijo de puta empezaste de cero. Tu padre, empresario al igual que tu, nunca fue un hijo de puta. Era un hombre honesto y decente que conocía a todos y cada uno de sus empleados, a los que quería y trataba con educación y cariño. Y todos, en justa reciprocidad, le respetaban a él, dando lo mejor de si mismos para la empresa que tú heredaste ¿Y que consiguió el pobre viejo después de cincuenta años al frente del negocio?: morirse de un infarto sentado en su mesa del despacho. Probablemente, debajo de la máscara de pena que impostaste en su entierro, sentías un profundo desprecio hacia él cuando le bajaban a la fosa. Pobre, tonto y sentimental viejo. Porque tu por aquel entonces ya eras un gran hijo de puta. Y fíjate ahora que maravillosa carrera de hijo de puta estas alcanzando. Hace apenas diez años que tomaste el timón de la empresa y ya has cuadriplicado los beneficios. Por el camino se han ido quedando empleados de toda la vida y beneficios sociales que tu padre implemento. Por el camino has ido lamiendo el trasero de la casta de hijos de puta que tienen el poder absoluto a través de los votos. Rebajándote ante ellos de forma abyecta. Todo con la intención de que te dejaran las manos libres para poder ejercer a la perfección tu magisterio de gran hijo de puta. ¿Verdad que entre hijos de puta no nos vamos ha hacer daño? Pero déjame que te diga algo con todo cariño hijo de puta. La vida es un experimento muy complicado y no se pueden tener controladas todas las posibles variantes. Existen cánceres, infartos de miocardio y accidentes de tráfico. Sí, sí, ya de sé de sobra que hasta en eso juegas con ventaja. Sé que te haces chequeos periódicos en exclusivos hospitales privados mientras que otros hijos de puta como tú quieren desmantelar la sanidad pública. Sé que tu Mercedes o tu BMW son coches robustos y seguros. Porque a ti no te gusta perder ni a los chinos. Porque tú eres un hijo puta ganador, no como esos pobres desgraciados a los que humillas y explotas. Pero puede que algún día atravieses la línea roja. Puede que algún día fuerces tanto la maquinaria que lleves a alguien a no tener nada que perder. Que a ese pobre diablo le importe ya un bledo atravesar de un salto la "no man's land" que separa su pobre cubículo de esclavo de tu lujoso despacho, con una lata de gasolina y una cerilla. Y entonces ese día, uno entre miles, tu carrera de gran hijo de puta va a acabar en una brillante llamarada.
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