Recuperar aquel espacio furtivo,
la semblanza amable de la figura desconocida.

nunca temí, agrietar mis manos sanjando hondo las maquinas,
hasta que mis entrañas rompieran el silencio,
o hasta que lo silenciado me entrañara lo irrompible,
ahora solo quiere existir y todo lo que ello implica,
abrir espacios, concavidades, llenar de hormigas las grietas,
navegar sobre el rocio descendiente,
o sumergirse bajo el lodo en primavera,
ahora solo quiere cantar mutilando bala a bala,
abriendo puerta tras puerta hasta encontrar una ventana...

y las abre...
¿cuantas abre?
solo sabe  el amador, solo sabe el domador,
la demencia no deja pistas, vuela en un ave de plomo y en su viaje pide consejos de cordura a los insanos que va encontrando en su paso anacronico.