A propsito, un da...
Publicado en Apr 01, 2013
Dormido en el pasto seco, muriendo poco a poco, dañado el corazón y un poco el rostro; tendido como si durmiera un sueño largo del que no va a despertar. Mucho antes había estado en un cuarto minúsculo, la luz que lo iluminaba era un hilo delgado que en el día era dorado, en la noche plateada…
Al despertar siente la diferencia del resplandor en sus ojos y aturdido pero tranquilo le complace tocar con la yema de sus dedos la hierba simple que lo soporta y alcanza, en medio de su letargo, a recordar el agradable olor del aire, del sol, del polvo… En su antigua morada tenia por aromas su propio excremento y las migajas que comía y se descomponían con el tiempo. Llega a su mente una visión: camina lento, despreocupado, algo perdido, un grito, un automóvil y el hilillo de luz en sus ojos. Siente sus piernas fastidiadas y advierte que se encuentran atadas, toma aire y logra incorporarse; una extraña pesadez le impide abrir sus ojos y descubre además de sus ligazones, un ejército de hormigas avanzando entre su ropa deshecha. Es cuando decide ganar la batalla y las sacude a todas partes. En su interior, a pesar de las heridas y el cansancio advierte un suspiro de felicidad, ha vuelto a la vida, ya no existe el lugar oscuro al que le arrojaron aquel día siniestro, ya no hay desespero, no importa siquiera su ropa sucia o sus dolencias, cree que es alguien nuevo…
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