La desilusin a travs de la literatura.
Publicado en Aug 23, 2009
El tema de la desilusión es muy abarcador y puede enfocarse a través de diferentes perspectivas. He decidido enfocar este ensayo, desde una visión histórica, social y literaria a través del tiempo. Como se proyecta la desilusión en diferentes épocas y como lo proyecta el intelectual en su entorno, tomando como base el desequilibrio moral y la desaparición de asideros en relación al derrumbe que sufre parte del Europa a finales del siglo XIX y principios del XX.
Centraré el siguiente tema tomando como modelo algunas consideraciones y también en las figuras de escritores importantes que de alguna forma, fueron afectados por el tedio, el entorno y la devastación que dejó la Guerra en Europa. Sin embargo debo decir, que estos escritores, en su momento proyectaron sus inquietudes morales y buscaron la forma de ayudar con sus reflexiones de diferentes formas; unos en su poéticas, y otros con su prosa ensayística. Así nos dejaron en el tiempo un legado de incalculable valor, tanto en Europa como en Hispanoamérica. En primer lugar es importante señalar, como el hombre se ve afectado por un vacío existencial a causa del caos, la destrucción y la inseguridad que como bien he referido antes provocaron las Guerras de fin de siglo. Esta circunstancia vuelve al hombre a una reflexión hacía sí mismo, hacía una búsqueda interior que se observa en la literatura. Como reaccionan estos intelectuales y plasman sus ideas a través del tiempo buscando atisbos a esa realidad deseada y frustrada. La literatura a lo largo del tiempo. ha sido bombardeada por diferentes vanguardias cuyos miembros escapan de su realidad desilusionados por las condiciones que se le ofrecen como ser social al hombre. Así vemos como en Francia surgen movimientos como el expresionismo y luego otras corrientes que dejaron sus huellas, como el dadaísmo, y el futurismo. Más tarde, Jean Paul Sartre con el existencialismo y Albert Camus con el absurdo en el teatro, novela y ensayo. Los escritores seguirán éste mismo derrotero de escapar al vacío y al tedio hacía la búsqueda interna del yo, la otredad, la introspección. La búsqueda de una conciencia que aliviara esa ambivalencia de no saber hacia donde iba todo después de la Guerra. Este siglo agonizante, fue para los intelectuales europeos, más literario que político. Previo al acontecer en España, suceden en Europa, grandes aportaciones literarias que servirán de puente al hombre para encontrar respuesta a esa búsqueda existencial que veremos luego en el próximo siglo. Estos escritores escribieron obras en las que se refleja la desilusión del hombre envuelto en su mundo hostil y decadente. Escritores como Pirandello, Bretón, Malarmé, Verlaine, Dostoievsky, Kafka, Marinetti, Proust, Joyce y otros. Todos ellos, muestran en una u otra forma, rezagos en sus obras, de una desilusión profunda del “ser”. No obstante, es necesario resaltar que el surrealismo es un movimiento muy importante sobre todo en la narrativa y la pintura. El artista permite aflorar su expresión al subconsciente y se evita la censura de la razón. Un arte automático, en el que destaca Andrés Breton. Este movimiento, será importante como atisbo a los poetas posteriores de la desilusión La desilusión en ese momento fue más poética que filosófica, como veremos en nuestra exposición. Y es con la culminación de las guerras en España después de ser despojada por los americanos en 1898. A partir de entonces comienza una aventura refundadora. Por un lado el modernismo en Hispanoamérica con Rubén Darío y la renovación del lenguaje, y por otra, el surgimiento de los llamados escritores melancólicos del 98, quienes tuvieron la responsabilidad de crear esta poética y el meritorio trabajo de descubrir la realidad de lo español. Producto de este tedio, soledad, vacío, encontramos a escritores como Azorín, hombre de un pensamiento fragmentario. Ganivet, nostálgico de la vida plena y de la aventura perdida, en ese Baroja representante de la iracunda malhumorada y literaria. Todos ellos se habían convertido en cronistas de una España sin imperio. Dejando todos un vago olor a naftalina como podemos ver reflejado en las casas deterioradas después de la Guerra en novelas como Nada de Carmen Laforet. Y por otro lado el moho, la ropa vieja vendida para poder comer. Además se observa como los personajes en el texto de Laforet, se deshacen de las piezas de valor. ¿Cómo poder sobrevivir durante y después de la Guerra? por no decir algo más degradante y grotesco. Es, como si todos estos escritores en su discurso certificacen el fin de la España idealizada, y se quedarán en una intimidad de desilusión y nostalgia. De otra parte, más allá de los prosistas, la reacción de los poetas, como estos, a través de su poética, producen el cambio hacía el nuevo siglo de oro, el cual inaugurará más tarde en Hispanoamérica Rubén Darío. El influjo literario que tuvo en Hispanoamérica Darío, Lugones, Cesar Vallejo, José Gorostiza, Xavier Villaurrutia, Pablo Neruda, Vicente Huidobro y otros, coincidió en España con la poética de la generación del 27. Entre ellos podemos citar a; Aleixandre, Guillén, Cernuda, Juan Ramón Jiménez y otros, quienes lograron la perfección expresiva en la prosa. De ésta generación del 98 “nacida en los grises días del fin de un imperio” se enlazó con el proyecto cultural de Hispanoamérica. No obstante, cabe señalar que el tedio y la desilusión será un fenómeno que pese a que finalizó la Guerra y todo lo que hemos mencionado se mantendrá y será una constante a lo largo del siglo XX, en la obra de todos los escritores. En el campo del pensamiento, Unamuno nos deja su imagen un tanto patética de libertador, solitario, y pensar auténtico, personal y autónomo. Aborrecidos por Kierkegaard y Nietzsche, ambos pensadores existencialistas. Los pensamientos unamunianos estaban más cerca de Jean Paul Sartre, existencialista ateo pero de un ateísmo mesurado. Por otro lado, la vanguardia histórica , celebró entonces, una modernidad con ésta generación del 98 que intentó levantar a España de la soledad, la angustia y un no saber que hacer. Sin asideros para sostenerse tras la desilusión producto de dos guerras: La bomba atómica y el fracaso de la democracia. Se comenzaba a cuestionar la idea del progreso, pero el cuestionamiento iría más allá de lo imaginado para estos intelectuales. ¿Cómo abordar el tema de la desilusión, en una tradición poética acostumbrada a convertir todo en solemnidad? Neruda, se ríe de los otros y le llama los viejos poetas, Parra le llamará Los imbéciles, que bajen de los arboles pero reconociéndose ambos entre ellos. La escritura de poemas y anti-poemas en 1954 revolucionará la poesía, la manera de poetizar rebelde y transgresora como una violencia al tedio que siente el poeta. Neruda adoptará el tono de la anti poesía en Hispanoamérica, en Estravagario 1958. Ernesto Cardenal sacará su variante Exteriorismo, Parra se ridiculizará descaradamente de él mismo como poeta. Es una máscara para transgredir irónicamente la pérdida de la ilusión. Por otro lado, Rubén Darío trae una nueva modalidad a la poesía con el modernismo, pretende dar belleza mediante la forma pero a la vez sus temas reflejan escapismo a un mundo imaginario. Rechazan la realidad y crean mundos idealizados utópicos producto también de la desilusión. Angustia existencial, amargura del presente, melancolía del pasado, lo cual hace sus composiciones un tanto nostálgicas y melancólicas. Parece ser, que la mayor parte del arte, desde sus comienzos hasta la actualidad, es uno comprometido con la causa que envuelve al individuo como ente social. Así, éste se aboca a una labor de disuasión, de duelo por la imagen y el imaginario. A una labor de duelo estético, muchas veces fallido. Esto acarrea una especie de melancolía que envuelve toda la sensibilidad del artista y parece revivir en el reciclaje de su historia y de sus vestigios. Por un lado el grupo de autores del la generación del 98, surgió como consecuencia de un desastre muy importante que afectó a toda la sociedad. Esto, revivió sentimientos negativos de tristeza, incomprensión, lo cual se ve plasmado a lo largo de toda la poesía de ésta generación. En algunas obras pretende ser irónico, pero una ironía que parece provenir de esa misma desilusión de las cosas. Es la ironía del arrepentimiento, y del resentimiento que constituyen un estado supremo en el arte moderno. Así como constituyen según Nietzsche, el estado último de la genealogía de la moral. Es una parodia de la cultura por sí misma, como forma de vengarse, característica de una desilusión radical. El arte no es un reflejo mecánico de las condiciones positivas o negativas del mundo, sino una ilusión exacerbada, el espejo hiperbólico de éstas. Podríamos decir a manera de conclusión que la ilusión está ligada a la utopía y la desilusión a la ironía . Ahora bien esa ironía no es ya la de los románticos. Es una ironía objetiva, que se ha pasado a las cosas, se ha convertido en objetos ya no es función del sujeto. No es un espejo crítico, donde se refleja la incertidumbre del mundo, si no, el propio espejo del mundo, un mundo artificial en el que vivimos, el mismo que nos rodea. Las cosas mismas ejercen una función espiritual e irónica por su existencia misma. La ironía se manifiesta en cada fragmento de nuestros signos, de nuestros objetos, de nuestras imágenes. Ya no hay necesidad como lo hacían los surrealistas, de exagerar las funcionalidad de los objetos, como Dalí y otros artistas plásticos. Estamos en un mundo hiperrealista donde las cosas tienden a iluminarse ellas mismas. Irónicamente es como un efecto de parodia. Doris Melo 2011
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