Frialdad
Publicado en Apr 01, 2013
Llegar a perder la esperanza es difícil pero es posible. Y cuando se llega a ese punto, no hay nada más que hacer. Es el fin de la historia; la hora de avanzar, con miedo, a otra parte, a otro sentimiento. Toca dejar de amar, encontrar la manera de conseguirlo y no pensar más en ello; no pensar más en él, en todo lo que fuiste con él, en todo lo que viviste; dejarlo en tu mente, en un rincón muy oscuro al que es muy difícil llegar (¿recuerdos?), aunque, en realidad, sean sentimientos. Si se esconden no hay problema, porque ni tú misma te das cuenta de que existen.
Hay días malos que no tienen causa, y por más que se piense en encontrarla, esa frialdad tan amiga se empeña en ahogarla: es él la causa de tu mal día, de esa rara melancolía que aparece de repente, que a ratos te deja sin vida. Esa ansiedad tan rara es la huella que te ha dejado. Y sí, se borrará algún día. Hoy está, y la táctica es ignorarla; así llegará un momento que te olvidarás de que existe, y entonces habrás superado la prueba. Cuando creas estar allí, cuando estés convencida de que ya has superado todo, de que todo terminó -hasta tu amor, por fin, voló con el suyo-, será cuando alguien te haga volver a pensar en él, a llamarle, hasta a rebajarte a decirle que aún le amas… ahí comprenderás la de tonterías que se hacen para olvidar lo que no es posible: una parte de tu vida, muy importante, muy tuya… algo que no se olvida porque ha existido… porque siempre va a quedar en ti.
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Luciano