La Función Social de la Historia
Publicado en Apr 01, 2013
La Función Social de la Historia
Manzur, Alejandro E. Al hablar de función queremos decir que daremos a conocer algo, su para qué. La función -su para qué- es la finalidad de un conocimiento; es el sentido más profundo de un saber; es la utilidad, el uso correcto de algo en específico. En este caso la función que tiene la Historia, como ciencia y vida, en el ámbito de lo social. Y antes de entrar a la función social, el texto de Florescano, nos adelante una definición –función- de la Historia. Nos dice que es “la disciplina del auto-conocimiento humano”[1]. El querer conocer lo que el hombre puede ser capaz de hacer desde una mirada hacia el pasado desde el presente. En este primer Informe, sobre la Historia inmersa en la vida de la sociedad, quiero expresar mi estima hacia esta disciplina, hacia este estilo de estudio; ¿y cómo llegué a conocer esta pasión, cómo pude alcanzar este grado de “enamoramiento” por esta rama de la ciencia? La respuesta es clara: por la sociedad; La sociedad, comunidad de humanos, es Historia. No puede pasar desapercibida la Historia en la vida del hombre, no puede ser un solo mero libro para la comunidad colectiva. ¡El Hombre es Historia, se debe reconocer como tal! Sin la Historia, el hombre, deja de ser hombre. Es hombre por la condición de vivir en comunidad, de dejar su antiguo estado de naturaleza para ser un ser social. Su doctrina social se basa en la Historia del pueblo, en la Historia de su civilización, se transita en su curriculum. La Historia está arraigada fuertemente al hombre social como un árbol de profundas raíces. ¡Y eso es lo que trata de demostrar la Historia!: Se introduce en los orígenes del hombre para dar respuesta a sus orígenes; se sienta en el trono de la memoria, para justificar el poder del presente. Está muy claro, que la Historia, fue un punto clave para la administración del pueblo, para su control. La Historia, tiende a dar explicación y fundamento; en este contexto, la “Historia actúa como factor cultural de unidad de un pueblo e instrumento de justificación de argumentos frente a otros”[2] para dar respuesta al estatus en que está sumergida la sociedad, para justificar –como dijimos- la función de alguna regla impuesta; existe –continúo diciendo- para ayudar, en el marco político, a los gobernantes a conducir las masas y dar argumentos positivos y valederos de su gestión. La Historia, vuelve a analizar aspectos que fueron analizados de ciertas perspectivas que para el presente no tiene validez; el historiador “los relativiza, los despoja del sentido absoluto que un día se les quiso infundir (…); la historia muestra, con la implacable erosión del paso del tiempo sobre las creaciones humanas, que nada de lo que ha existido en el desarrollo social es definitivo ni eterno”[3], pero esto no debe ni tiene que convertir al historiador en juez de la Historia. El ser humano, más en este siglo que transitamos, está llamado a responder el porqué de su existencia; tiene una vocación a mirar su presente conociéndolo; quiere saber más de su presente, quiere tener una visión panorámica de su cotidianeidad. Y aquí aparece la Historia, no como un último recurso ni mucho menos como el único; aparece para justificar la vida presente, para darle razón al existir del hombre –que como ya dijimos- es Historia misma; y como Historia quiere “comprender el presente”[4]. La Historia, ya por sí, es social. Estudia al hombre no por ser hombre, sino por lo que es y puede ser el hombre. A mi entender, el historiador, no se fija en la persona individual ni quiere comprender al hombre; más bien quiere comprender a la asamblea colectiva, a la Humanidad en sí. El historiador estudia no solo se fija en el ser individual, sino que sabe muy bien que “su objeto de estudio está vinculada al conjunto social que la conforma”[5]. No es egoísta la Historia, ni se fija en sus propios méritos. No busca la grandeza por medio de sus escritos –aunque haya algunos que se olvidan del verdadero fin de la Historia- busca incensar o banalizar cierto componente social de la vida del hombre. No es lo mismo decir que el historiador no debe buscar su propio interés en hacer historia que decir que el historiador, al hacer Historia, está influenciado por la subjetividad que le impone su presente; ya que es imposible hacer Historia solo con el pasado. El historiador se sirve del pasado para analizar el presente y así viceversa, se dijo sobre esto que “toda investigación del pasado es siempre historia contemporánea”[6] porque aún haciendo el mayor esfuerzo para situarse en el pasado para analizarlo desde los valores de aquél tiempo, no puede escapar –el Historiador- de interrogar el pasado desde el presente, transformando el pasado, con presiones y expectativas del momento en que se escriben. Vivimos construyendo el pasado desde nuestro presente. Historia: vida y ciencia. Vida porque está encaminada hacia un fin: el conocimiento y la respuesta del hombre. Decir que la Historia busca solo satisfacer a la persona en el conocimiento de su origen: lo que es el hombre, qué función cumple, etc. No llega a completar el fin de su existencia. La Historia es vida, porque tiene el poder de construir y destruir una conciencia nacional respecto al pasado para construir un presente con otros argumentos a favor de ciertos postulados. Genera conciencia colectiva, esta es otra función de la Historia respecto a lo social, es un proceso de construcción de conciencia (quiénes somos, de dónde venimos, qué nos sucedió, por qué pasa tal cosa, etc.) La Historia es vivir la vida, y una vida que no lleva a la muerta. Una vida que lucha por la muerte del olvido, como dice Pereyra; es unión y transmisión de conocimientos. Esta función primordial que ofrece la Historia ayuda al hombre a responderse el cómo somos frente a los demás, qué nos relaciona y qué nos diferencia; eso es la identidad. Es vida que nace en comunidad, es vida que se hace en comunidad, se estudia en las, y a un conjunto de personas. ¡No es individualista! Siempre tiende a “trascender el individualismo”[7], a tener una visión más colectiva y más universal para la permanencia de una comunidad. Ciencia porque tiene un método específico para llevar a cabo su objetivo, el de “explicar el presente acudiendo a los acontecimientos”[8] que ofrece el pasado. El historiador investiga, trata de llegar al fondo de algún asunto. Es ciencia porque no se basa de cosas que no existen, aunque en el presente no estén, tiene la posibilidad de documentos y archivos para poder –siempre desde el presente- analizar el pasado; “el historiador parte de una realidad”[9]. A partir de esto, la Historia, que es magistra vitae, enseña y de esa forma de trasforma en maestra de vida; no tanto por las lecciones que da sobre el pasado, sino por el acompañamiento que ofrece en el presente. Nos enseña formas de experiencia, y cómo esa experiencia ya vivida puede hacer pensar al hombre contemporáneo para ayudarlo con lo que vive o vivirá. La Historia es un puente de comunicación, y en eso se ve una función social, porque articula y pone en funcionamiento el conocimiento humano: tanto cultural, como social, religioso, etc. Enrique Florescano, nos dice que la primer función social de la Historia, o la que se puede considerar como tal; es la de “dotar a un pueblo de un pasado común y fundar en ese origen remoto una identidad colectiva”[10]. La Historia ayuda en la construcción de la identidad de un pueblo; ayuda a su unidad por medio de enseñanzas y dogmas que ayuda a establecer una relación íntima del pasado con el presente. De esta manera ya no asociamos más a la Historia como un conjunto de cronología o datos de causa-consecuencia; tiene un grado más de utilidad, de carácter universal. El Historiador, es como el profeta Ezequiel que narra la Biblia. Es capaz de revivir situaciones del pasado, hace renacer aspectos que ya pasaron. Los huesos cobran vidas[11]. Es el interlocutor entre lo que pasó y lo que eso hace repercusión en el hoy; con su aliento da vida a lo que podría desaparecer. El conocimiento histórico es indispensable en la humanidad, es un conocimiento generado por la humanidad y para la humanidad. Para ir concluyendo, la función social de la Historia, desde los primeros siglos de esta disciplina hasta nuestros días fue considerada principalmente como una gran vasija en donde se depositan los saberes del pasado para forjar el presente con principios positivos e inmutables y así favorecer el buen funcionamiento de la sociedad. Muchas veces a lo largo de la historia, se observó que no era conveniente mirar al pasado para construir el presente; hasta que apareció la idea de progreso, y se debía mirar el pasado, para caminar en el presente y transformar así el futuro. La función social de la Historia en nuestro pasado próximo fue el de exaltar o hacer desaparecer héroes de la civilización, fue un momento de autorreflexión enfocado a adquirir una verdadera conciencia del pasado. La historia debe atender a responder las inquietudes y necesidades del hombre. La función de Historia en la sociedad es dar, como ya dije, fieles argumentos y defender las verdades para llegar al auto-conocimiento del hombre. [1] R. G. Colligwood; “La función social de la Historia”, de Enrique Florescano; (encabezado, pág 15) [2] “Historia, ¿para qué?”, de Pereyra; [3] “La función social de la Historia”, de Enrique Florescano; pág. 16 y 17. [4] “Historia, ¿para qué?”, de Pereyra; [5] “La función social de la Historia”, de Enrique Florescano; pág. 19. [6] Benedetto Croce. [7] “Historia, ¿para qué?, de Pereyra; pág. 50. [8] “Historia, ¿para qué?, de Pereyra; pág. 38. [9] “Historia, ¿para qué?, de Pereyra, pág 38. [10] “La función social de la Historia”, de Enrique Florescano. [11] Ezequiel 37, 1- 10. (Esta cita bíblica, una de las señales más asombrosas del libro del profeta Ezequiel, intenta demostrar por medio de símbolos la reconstrucción del pueblo de Israel. Desde otra mirada –no bíblica- el historiador tiene el poder de con su soplo revivir las historias del pasado).
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