Noches de Insomnio
Publicado en Apr 04, 2013
Fue una fresca noche de otoño, mientras las hojas caían y el viento soplaba, fue bajo la luz de la luna en frente de la casa de ella, que él se confesó. Ya era más que obvio que lo haría, llevaba tratando de encantarla hacía ya tiempo, y había estado apunto un par de ocasiones. Era obvio que entre ambos había amor, pero ambos eran tan tímidos que ninguno se atrevía a confesarle su amor al otro. No fue sino hasta esa noche que él le declararía su amor, frente a la casa de ella, después de un muy lindo día juntos:
--¡Aun no te vayas!- le dijo tomándola del hombro y volteándola hacia el- yo….Yo te amo. Desde, la primera vez que te vi, me enamore profundamente de ti. Ella se asombró por tan repentina declaración, se sonrojo al no saber qué hacer ni que decir. Sus sentimientos eran los mismos, pero la timidez la forzaba a no decir nada. Finalmente se armó de valor, y tartamudeando dijo las palabras que los unirían a partir de ese momento. --Y-yo… Yo Tam-tam bien…. Yo también te amo- dijo bajando la mirada Ambos se dejaron llevar por el momento, la bella luz de luna hiso de ese un momento digno de una novela, y la mirada llena de amor que el tenia, hiso que ella se perdiera en sus ojos; y sin más ni menos, se dieron un beso tan apasionado, que la timidez que antes los marcaba pareciera jamás haberlos reprimido: --Quiero… que vengas conmigo- le susurro a él en su oído --¿A dónde?- le pregunto -- quiero llevarte a donde hombre alguno ha ido jamás Ella abrió la puerta, y como en un juego de niños lo guio hacia su recamara, con pequeñas caricias y miradas seductoras. Cada vez más fueron hundiéndose en su pequeño juego, hasta que se vieron ambos recostados en su cama, el chico estaba sobre ella y poco a poco pegaba más su pecho al de ella. Más y más apasionados fueron tornándose los besos hasta que en esa pequeña cama individual podría haber cabido un tercero. Poco a poco se perdía más y más en los dulces besos de ella, que hechizaban como la mirada de un vampiro, y así como un vampiro ella fue seduciéndolo cada vez más, hasta desaparecer la más mínima timidez de él: --Hazlo…-le dijo a él tocándolo con fuerza --¿Qué?- pregunto confundido --Vamos… no te contengas Rápidamente el entendió lo que ella le pedía, y sin más ni menos, comenzó a bajar sus bezos por su cuello, y después por su pecho, desabotonando a su vez los botones de su blusa. Abrió su blusa, quedando solo el sostén de ella entre él y su cuerpo, desabrocho hábilmente su sostén retirándolo lentamente, dejando expuestos sus pechos y así encantándolo aún más en ella. Ella no se quedó atrás, y desabotono lentamente la camisa que traía, dejando al descubierto el pecho con el que había soñado durante tanto tiempo. Encantada estaba admirando el imponente pecho de su nuevo amante, cuando fue interrumpida por esa extraña pero confortable sensación de placer. El tomo con su mano su seno y comenzó a estrujarlo levemente, tanto fue del gusto de ella que no resistió soltar un gemido de placer, mucho menos cuando el estrujo ambos pechos con sus manos. Ella comenzó a buscar su entre pierna, desbotono su pantalón, abrió el cierre que la separaba de su objetivo, y escabullo su mano entre su ropa. Comenzó con un suave roce, acrecentando aún más aquello que ella ansiaba probar, le dio la vuelta y se colocó sobre el para así poder hacer aquello que no resistía. Bajo sus pantalones, le quito la ropa, dejando al descubierto aquel miembro que tanto deseaba. Comenzó con un lento movimiento, notaba como el comenzaba a jadear, y con tal estimulo comenzó a aumentar la velocidad y la fuerza de su roce; el jadeaba cada vez más, trataba de resistir tanto como podía, hasta que cedió, comenzó a pedirle más a la chica, y ella no dudo en complacerlo. Hasta que simplemente se detuvo, ella no resistía mas sus ansias de probar su cuerpo, de probar aquello a lo que alguna vez tuvo cierto miedo; lo tomo fuerte con su mano, y se lo llevo a la boca. Comenzó el vaivén con un rápido movimiento, ambos estaban tan excitados que habían perdido todos sus prejuicios hacia sus cuerpos; si alguien hubiese visto lo apasionado de su acto, sin duda hubiese negado que eran ellos. Ella estaba perdida en la excitación que sentía, en lo mucho que deseaba sentir su cuerpo junto al de él; y él lo estaba en el cuerpo de ella, en su hermosa figura, en sus caderas, en sus pechos, todo su cuerpo había logrado seducirlo y encantarlo a tal grado de perder el más mínimo rastro de timidez. Repentinamente ella se detuvo, se recostó en él, y poso sus caderas junto a las de el: --¿Qué ocurre?- le pregunto a ella algo confundido --Ya no resisto- le dijo con la voz cortada por la excitación- quiero que me hagas tuya, aquí y ahora… --¿Estas segura? --Más que segura Sin ninguna duda, el acaricio con cariño sus glúteos, le dio un último beso, y prosiguió acomodándose para hacer realizar el deseo de ambos. Ella lo tomo de los hombros para facilitarle el movimiento, y ambos mirándose fijamente, el lanzo la primer estocada. Fue lento y suave el movimiento, pues para ambos era la primera vez, ella dio un pequeño gemido de dolor mientras más se adentraba en ella. Entonces el hiso lo que ningún otro hombre había hecho y jamás hará con ella, tomo su virginidad, paso de ser una chica a convertirse en mujer, con ese ligero sangrado las sábanas blancas de su cama fueron testigos del acto de amor que ambos realizaban. Él se preocupó un poco por ella, por ese sangrado que comenzó a brotar, pero ella lo tranquilizo pegando sus pechos a él, y como una señal de que continuara, lo beso una vez más. Los movimientos de él fueron haciéndose más rápidos y más fuertes, ambos no podían dejar de gemir ni de jadear, jamás habían realizado un movimiento tan agotador ni tan placentero como ese. Los dos estaban al máximo, ella se apoyaba en su pecho, y él la tomaba de las caderas, ambos incrementando cada vez más la velocidad de sus movimientos. Ella llego a sentir un orgasmo tras otro, mas no quería que él se detuviera, aquel placer que sentían era muy grande y estaban deseosos de más. El sentía como estaba a punto de correrse, y aun así no se detenía, cumplía las peticiones de ella de que continuara y no se detuviera. Finalmente ambos quedaron rendidos, dio la última estocada para finalmente quedar rendido tendido sobre la cama, ella llego a un último orgasmo que la dejo agotada recostada sobre él. Solo se escuchó una última cosa antes de que ambos cayeran dormidos por el agotamiento, fue un ligero “Te Amo”. Ninguno se percató de que habían pasado la noche entera sin parar, ni mucho menos recordaban que al día siguiente tenían que trabajar, pero no les importaban; todo lo que a ellos les importaba, era que habían dejado de ser solo un par de amigos, a ser amantes.
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