Salvaje
Publicado en Apr 06, 2013
¡Que animal es el deseo! El instinto que abarca nuestro cuerpo, no halla ninguna situación futura que impida desbordar el elixir que mueve la vida. Un enigmático poder se esconde en las miradas.
No es preciso estar enamorado para sentir el calor de la sangre recorriendo en borbotones las venas. Ese incontrolable placer que se desliza por la piel con cada caricia, hace revivir, hace estremecer; parece que uno mismo se diera cuenta del toque animal que se desenfrena. No se necesita más que agudizar los sentidos: saborear todo lo que toque la boca, ser sutil al tacto pero aferrarse fuertemente, escuchar atentamente palabras entrecortadas y jadeantes de quien en ese instante, solo en ese instante es dueño de la carne.
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