Asesinato.
Publicado en Apr 07, 2013
Fantasear… todos fantasean con algo: sexo, poder, dinero, éxito, vacaciones…
Pero, ¿fantasear con asesinar a alguien? ¿Tener placer al imaginarse con las manos con sangre y el cadáver de alguien en el suelo muerto por varias de tus puñaladas? Imaginar paso a paso el cómo matar a esa persona, sentir placer y sonreír en secreto cada vez que imaginas tu mano alzando un cuchillo y sintiendo cada puñalada que le das a ese cuerpo tan odiado, el imaginarte el rostro lleno de miedo de esa persona al ver que muere en tus manos… y sonreír de placer…. Tener un plan para matarlo con veneno… imaginé eso con tanto placer que me apetecía mas que fantasear con sexo… Esa fantasía asesina, ese placer de investigar, literalmente, qué veneno usar, elegir el más fuerte, el más doloroso, el más inocuo, aquel que fuera irrastreable. Conseguí la dirección de una vieja que lo fabricaba con cosas naturales, un veneno que le daba a los perros o animales y que los mataba en menos de 10 minutos. Con un dolor espantoso, un veneno que no tenía olor ni color, un polvillo que incluso podrías poner en los guantes de esa persona o en su camisa, y que absorbería por sus poros. Vi paso a paso el crimen, desde su concepción hasta el momento final de ver a ese infeliz muerto a mis pies, y yo teniendo la mejor actuación de mi vida haciendo que, primero, su muerte fuera lejos del lugar de trabajo, un fin de semana, donde no estuviéramos ni siquiera en la misma ciudad. Era tal el placer de planear esa muerte paso a paso que sonreía, y aun lo hago… ¿Por qué veneno? Porque es limpio, seguro e impersonal. Matar con un cuchillo, muy sucio, muy personal, muy emocional… ¿con una pistola?, muy ruidoso, muy vulgar, muy común... ¿Cortarle el cuello mientras duerme? también era opción, pero no tengo la pericia para esa labor, hay que ser realista, y no debía arriesgarme tanto, además, un asesinato así, a media noche, y con tanta sangre, a la policía le llevaría poco tiempo llegar a mí. No hay que arriesgarse. El veneno es más impersonal. Ese veneno en particular era perfecto. Lo puedes ocupar de mil maneras, y es irrastreable, y de una sola aplicación. También puede ser usado a largo plazo, aplicado a las bebidas y comidas de la víctima, en porciones mínimas que le darían primero dolores musculares, de cabeza, debilidad en las extremidades, visión borrosa, diarrea, dolor lumbar y estomacal, síntomas que podrían incluso ser confundidos con alguna enfermedad. Y como el veneno es, y era eso lo que más me gustaba de él, irrastrable, aunque el tipo vaya al médico por esos síntomas, como dije, le terminarían dando remedios que además ayudarían al veneno a actuar con más sigilo. Finalmente el cuerpo colapsa, y según me contó la vieja bruja, la persona acaba con un violento paro cardiaco o con un derrame cerebral que lo mata o lo deja vegetal. ¿A que vino tanto odio? A que la “persona” (persona era mucho decir de él, no se merecía el apelativo ni menos aun llamarlo animal, los animales no se merecen eso) era un ser despreciable que no merecía respirar de nuestro mismo aire. Perdí mi humanidad, por culpa de ese infeliz perdí lo que me quedaba de humano cuando me topé con él, cuando vi lo bajo que puede caer una persona por ansias de poder y gloria personal. Y cuando vi que venía por mí, simplemente porque no compartía su visión retorcida de las cosas, porque me mostraba más bien lejano con los problemas que él tenía con los demás compañeros de trabajo. Cuando vio que no me inmutaba como el resto, que no me enfrentaba a él como los demás, cuando vio que me mantenía al margen, que no tomaba partido ni por él ni por mis compañeros, me tomó como a alguien fácil de atrapar. Eso no duró mucho, pero fue intenso. Fue un animal traicionero en su trato conmigo, se me acercó como un amigo, casi lamiendo mi mano, sonriendo siempre, dándome consejos falsamente amistosos, por suerte no soy tan hueón, y tengo el extraño don de ver más allá de las apariencias, luego, cuando se dio cuenta de que su estrategia traicionera no funcionaba, entró en pánico, y me quiso humillar de mil maneras, poniéndome en ridículo frente a todos, hablando mil mentiras sobre mí a los demás, contando “cosas de mí que sabía de primera mano” y que eran “un secreto vergonzoso”… ¡mentiras todas! luego intentó obligarme a “delatar” a mis compañeros diciéndome que ellos estaban en mi contra por “ser cercano suyo”, intentó que le contara quienes eran “los que le traicionaban”, los “que estaban en su contra porque era un hombre de dios”, intentó hacerme creer que era “ellos contra nosotros”, que ellos también estaban contra mí, un nivel de paranoia que estaba ya rayando en la locura. Y que terminó cabreándome. Amablemente le dije que no me metiera en sus problemas con los demás, que velara por el puesto que tenía, que fuera amable con todos, que eran buenas personas, gente de familia, que este grupo humano no lo iba a encontrar en ningún otro lugar, pongo mis manos al fuego por ello, y nunca me he quemado. Somos hombres como cualquiera, gente de familia, con vicios como el futbol, las putas y los asados, pero ninguno de todos los que trabajamos ahí hemos sido nunca siquiera detenidos por la policía, nunca hemos tenido siquiera un lio de drogas o de prostitución infantil, o de intento de parricidio, o robos, o extorción, nada de eso. Pongo mi pecho por ello. Y nunca fallo. En cambio de esta persona, lo menos que puedo decir es que se volcó en una camioneta que él manejaba estando ebrio hasta las patas, y que en ese choque murieron todos los que le acompañaban, mientras él tuvo la suerte del perro, de terminar apenas dos semanas y media en un hospital con heridas leves, nada más. Así que, que no me viniera con eso de la “santidad” de mierda ni su supuesto “amor por dios” ni menos que su “fe” lo había salvado. No soporto a los hipócritas ni a los asesinos. No era el único que tenía ideas como esa. Hubo quienes quisieron golpearlo, incendiarle el auto, atropellarlo en la calle, pero que fueron convencidos por otros de no hacerlo. Otros igual fantaseaban con su muerte, pero solo a media voz, o con un par de tragos en el cuerpo, pero parece que solo yo tuve la visión de un asesino de planearlo todo al detalle. Al detalle… Fue una tarde cuando él me invitó a una bebida de la maquina. Se veía contento porque se iría de la ciudad, volvería a la capital a ocupar otro puesto con mejor sueldo… dejando tras de sí una estela de destrucción masiva: gente despedida por sus mentiras a la gerencia, matrimonios peleados o destruidos por sus chismes, un desfalco de aquellos por sus robos… le acepté la bebida porque solo tendría esa oportunidad, y luego nada… Mi fortuna no dejaba de sonreírme: metió un billete en la maquina, sacó él mismo las bebidas y me las entregó mientras él rescataba el cambio en la ranura de abajo. Fue cuando vi que metía el billete en la maquina que me metí la mano al bolsillo de atrás hurgando rápidamente para encontrar el papelito doblado, apenas tenía unos segundos para poner un poco del polvillo en su bebida, cuando se agachó a sacar el cambio le pregunté con falsa calma si le abría la bebida, dijo que si, abrí rápido su lata y tiré lo que pude del polvo adentro, moviendo suavemente la lata para que el polvo se disolviera rápido, y tiré el resto al suelo junto con el papelillo, pateándolo lejos, abrí mi bebida y le di un sorbo que me supo a gloria, mientras él me daba una mirada agradecida, como de león a punto de comerse a un ratón, y me recibía la lata que se llevó a los labios confiadamente. Sonreía yo con una gratitud enorme de poder llevar todo a su fin… Hablamos un rato de lo que haría, contaba a grandes rasgos si visión presuntuosa de su misión en la capital, que era llamado “por dios” a mejorar lo que iba a encontrar allá, de lo bien que lo había hecho acá todo este tiempo, y que pese a que nadie comprendió sus buenas intenciones, él se iba lleno de amigos y gente que le habría dicho lo mucho que le extrañarían… su ego era más grande que su ilusión… no se imaginaba que ese mismo día, en la casa de uno de los compañeros de trabajo, iban a hacer un asado celebrando que él se iría para no verlo más… Al darme la mano para despedirse de mí, agradeciendo mi “amistad” (después de haberme tratado como a un retrasado mental frente a los demás, después de haber intentado hacer que hablara mal de mis compañeros, que le contara infidencias que yo no sabía del resto, de haberme ido a acusar con los jefes de un rumor que “yo” habría iniciado en su contra y en contra de otros y que me dejó muy mal con ellos de por vida, ya que le creyeron) simplemente sonreí… Sonreí porque estaba hecho. Aquella fría noche miré las estrellas esperando ver llegar una tormenta que no tocaría mis tierras… Cinco días después supe la noticia. Pero la tormenta tocó a mi puerta… Empezó con vómitos… luego vinieron los mareos… Caí en cama, entre diarreas, vómitos, dolor espinal que me hacia revolcarme, y las alucinaciones… y en medio de todo el caos, en medio de los dolores horribles, de las pesadillas, de los vómitos y la diarrea, lo vi claro: después de echar el polvo desesperadamente en su bebida, algo quedó en la yema de mis dedos, mismos que me llevé a la nariz para rascarme justo después de tirar el papel al piso… El veneno entró a mis pulmones, de ahí a mi torrente sanguíneo… el resto es historia… Las alucinaciones no cesaron… pero si los dolores musculares y los vómitos y la diarrea. En la cama del hospital me contaron que él había quedado en coma luego de tener violentas convulsiones que le hicieron perder el control del auto que manejaba… Las alucinaciones no cesaron, ni la fiebre que me provocaban cuando venían cada anochecer… El destino es una puta sedienta de sangre, con un sentido del humor retorcido, que nada tienen que ver ni con el karma ni con la puta justicia divina… A veces te aguantas las ganar de tomar la justicia por tu cuenta, y esperas que haya un destino que solucione las injusticias del mundo, y este nunca lo hace. La mierda sigue corriendo por todos lados, los buenos sufren, y los hijos de puta siguen riéndose en medio de festines de comida y cadáveres de los que son más débiles e infortunados, sobre los cuales ellos hacen sus fortunas e imperios… El destino es una puta que se ríe del sentido de la justicia de los hombres… y que nos escupe sus bromas absurdas a la cara sin más miramiento que nosotros cuando aplastamos a una hormiga o a una cucaracha… Y yo, ahora espero en el silencio oscuro de mi cuarto, mientras afuera la lluvia derrumba a la ciudad, a que el hombre de blanco aparezca para inyectarme nuevamente, para que las alucinaciones no vengan esta noche y no me hagan gritar de terror, vendrá para soltar un poco las amarras que me sostienen en esta fría cama de hospital donde mi única compañía es una ventana que, en los días claros, permite que una luna mortecina alumbre un poco mas mi locura, creada por la locura creer tener la justicia en mis manos mortales….
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