Sueos
Publicado en Apr 08, 2013
Sentía sus labios besándola, insistentes, de pronto en su cuello, en sus labios. Mordisqueando el lóbulo de su oreja. Sus manos en sus pechos deslizándose hasta su cintura y cogiéndole el culo.
Abrió los ojos, estaba otra vez soñando. No podía negar que tenía una prodigiosa imaginación. Y ahora mas, se había fumado mariguana y el efecto era que se volvía cada vez mas voluptuosa. Cada roce de su ropa se le antojaba una lengua y solo tenía que cerrar los ojos para añadirle cara, brazos y manos. Llevaba demasiado tiempo pensando en él como para aparecer otra diferente. Volvió a cerrar los ojos. Sabía que solo podía tenerlo en su imaginación, demasiado claro había quedado su rechazo, aun recordaba el solo amigos que le había dicho y ella había aceptado. Tenerlo en su mente era mejor que nada, así que volvió a su pequeño paraíso temporal y empezó a besarlo. Su respiración empezó a ser pesada. Cualquiera que la viera ahora se daría cuenta de cuál era el derrotero de su sueño. Los pezones se marcaban en su ropa, los labios se movían siguiendo cada movimiento realizado en su mente. Pequeños de sus caderas, daban idea de la magnitud de su deseo. Encerrada en su sueño, seguía golosa, saboreando cada trozo de piel, explorando con sus dedos cada rincón del cuerpo de su compañero. Su placer aumentaba a cada beso y cada roce, haciéndola transpirar. Dejando escapar pequeños suspiros y gemidos, de vez en cuando. Cada vez que imaginaba un beso recibido, un pequeño mordisco… levantaba las caderas esperando encontrar su cuerpo. Deseaba rozarse con él , sentir su calor junto al suyo. Pero solo encontraba aire. Una mueca de disgusto cruzo su cara. Se sentía arder y sin embargo era toda agua. Estaba llevando su deseo al límite. En su cabeza el, la besaba, la poseía, sentía su fuerza y su ternura, lo olía y se sentía embriagada por su aroma. Podía sentir como se movía en su interior. Ayyyyyyyyyyy , lanzo un quejido, en este punto siempre deseaba que fuera real que su cuerpo acompañara su mente. Abrió los ojos y empezaron a asomar las lágrimas de frustración. Siempre llegaba a esa parte y siempre le pasaba lo mismo. Justo cuando más la necesitaba su imaginación la abandonaba. Se quedaba sudorosa, mojada y húmeda. Ansiando los besos soñados y frustrada al no recibirlos. Era su castigo y penitencia, sabía que debía olvidarlo, pero no era capaz de eliminarlo de su mente y su corazón. Esa noche como las anteriores, dormiría sola, añorando sus brazos rodeándola y por la mañana. Como otras veces. Amanecería triste, con la almohada mojada.
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