La Mentira
Publicado en Apr 10, 2013
La Mentira.
El sol golpeaba fuerte, en la plaza de armas, sin embargo era solamente una caricia comparado con lo que le había tocado vivir durante sus treinta y cinco años de vida, el amor le habíale había llegado hacía algunos años, pero marchó demasiado rápido, aquello, había sido de un año o dos, pero como dijera Neruda es tan corto el amor y tan largo el olvido. Uno no sabe lo que la vida nos tiene preparado para el futuro, ahora, les invito a conocer la historia de Manuel, un hombre de pasado campesino, con un humor a toda prueba, así como la forma de entregarse a quien estaba a su lado, ya con los años, a pesar de no ser tantos años los que tiene, su cabeza se vistió con un brillante pelo cano, y al mirarlo por la espalda parecía un viejo, de estos jubilados que no tienen nada que hacer en casa y salen a sentarse a la plaza a entretenerse mirando las palomas como se pelean unas migas, sin embargo Manuel les había tirado una galleta, de esas con chispas de chocolate que tanto tiempo antes comía junto a Sofía, su antiguo amor. Las palomas como si se tratase de un cofre lleno de oro para nosotros los hombres luchaban fieramente por el botín y un atisbo de sonrisa de dejaba ver en la cara de Manuel, y a pesar que era mucha la gente que pasaba por el lugar, el sonido de un par de tacones golpeando el suelo lo sacó de su entretención, preguntándose que tan guapa podía ser la mujer que se acercaba. Sofía, era la de los tacones lejanos, y no había apartado la mirada de aquel hombre que sentado en la banca se entretenía mirando a las palomas-;estos viejos no tienen nada mejor que hacer en sus casas que se dedican a alimentar a estos bicharracos, que no hacen mas que portar enfermedades. Bueno, por el comentario de Sofía podrán darse cuenta que al contrario de Manuel no gozaba mucho de la vida y era mas bien amargada y todo le molestaba, ahora en uno de sus dedos lucía un hermoso anillo de oro, en cuyo centro sobresalía por su brillo una imitación de diamante, pues el tacaño de su marido a pesar de ser un hombre de bastante buena posición económica no había querido gastar mas. Sofía en tanto vestía una falda negra muy ajustada, la que hacía que las caderas se le vieran aún mas anchas, y que decir de la blusa, escondía un par de gemelas a las que los años no había afectado la gravedad y para evitar que la mirasen mucho, esta vez caminaba con una carpeta, la cual sostenía con ambas manos junto, aunque no tanto a su pecho, cuando de pronto, plaff, un tropezón, en una de esas baldosas que están levantadas, Sofía cayó duramente y los documentos que iban en la carpeta quedaron esparramados por doquier. Manuel sin pensarlo dos veces se puso enseguida en pie y empezó a recoger los documentos, procurando no mirar a la cara a la mujer, ya que intuyó que debía estar demasiado golpeada, no tanto por la caída sino en su orgullo, pensaba decirle un piropo pero luego se limitó a decir. -señorita, sus papel… Sofi. Sofía eres tú. -Manuel tanto tiempo sin vernos, parece que el destino sólo nos reúne cuando alguien está en el suelo, aun lo recuerdo, allá en Parral pero eso te paso por mirarme las piernas, mientras yo estaba sentada en una de esas bancas con un vestido corto y no viste la cáscara de plátano en el suelo. -te duelen mucho las rodillas, Sofía, al parecer tienes una… -no, no es nada, solamente una peladura, me han pasado cosas mas dolorosas en la vida que una tonta caída. -Sofía, siéntate, hace un rato compré esta banca a un mendigo que me dijo que era de él, solo me costó mil pesos. -Manuel, aun sigues siendo un loco, no dejas de lado tu sentido del humor-dijo Sofía mientras miraba su rodilla y sobaba su codo. -Sigo siendo el mismo, ese que conociste hace tanto tiempo. -Para ser exacta hace cinco años y trescientos cincuenta días. -¿aun tienes esa manía? Yo pensé que en tanto tiempo la habías olvidado, ¡te invito un café!. Y caminaron los pocos pasos que los separaban de la cafetería, Manuel llevando la carpeta mientras ella cojeaba sin dejar que Manuel le tomara la mano como si ocultara algo, acto con el cual continuaba una vez que estaban sentados en la cafetería. -Porque ocultas tu mano Sofía, quieres que no vea el anillo que llevas puesto, lo nuestro fue hermoso, pero ya pasó, ahora cada quien ha continuado con sus vidas, para mi lo mas importante es que seas feliz. -Y lo soy, tengo un marido, aunque algo mayor me hace sentir llena-dijo Sofía con sus ojos brillosos. -yo también formé una familia Sofía, ahora tengo dos hijos y en el trabajo no me va mal. -pero que hacías dándole migas a las palomas como si fueras un viejito de estos jubilados, pensé que eras uno de ellos. -Además de mi trabajo volví a escribir, y como tu me decías soy como un camaleón, me gusta sentir lo que siente mi personaje, por eso aproveché mi día libre para venir acá. -¿has vuelto a Parral? -no, no he tenido las fuerzas para volver-respondió, mientras tragaba saliva, pues todos los meses hacía un viaje a aquel lugar, no solo para ver a su familia, sino que de vez en cuando miraba esa casa en la que vivió momentos tan felices junto a Sofía. -Manuel me he atrasado mucho, debía estar en una reunión a las diez y media y ya son las once, ha sido lindo volverte a ver. -Para mi también Sofía, para mi también, toma mi tarjeta por si algún día tienes ganas de tomar un café me llamas y nos juntamos. -Adiós Manuel. -Adiós Sofía respondió este, mientras se quedó sentado mirando como ella se alejaba del lugar perdiéndose en la multitud. Sofía continuó con su camino, y luego de la reunión se fue a casa a mitad de la tarde, esperando que llegara su marido para talvez conversar o algo mas, solamente quería sentirse amada, sin embargo el solamente preguntó que había de cenar, preguntándole durante la comida solamente cosas del trabajo, y a pesar que tenia una rodilla magullada ni siquiera le preguntó que le había ocurrido o ni siquiera se dio cuanta de ello, luego de ir a la cama apagó la luz y se volteo para el rincón dejando escapar unos ronquidos, Sofía en cambio miraba el techo de la habitación y de pronto se levantó, fue hasta el comedor y tomó su cartera para buscar algo, luego en el bar tomo un vaso, le puso tres y le lleno de whisky, encerrándose en al baño sin mas compañía que ella y su imagen reflejada en el espejo, mientras que unas lagrimas caían de sus ojos. -treinta y cinco, si eso es lo que marca mi tiempo, Mi vida se ha convertido en hoja seca en un libro, Esperando aquella mano que me salve del tiempo, esperando ¿Que hago aquí? semidesnuda frente al espejo, Mordiendo las ganas, acariciando mis pechos, ¿Que hago con este hombre que tengo por marido? Si para el soy el viento que choca contra las rocas, Sin existir existo, sin vivir aun vivo, solo vivo, Hace un mes que se duerme sin siquiera darme un beso, Y cuando quiere sexo, son dos minutos, si dos minutos, Y se duerme, ¿como puedo llamarle esposo?, Si se supone que uno de esos sirve no solo para apoyarte, Sino que también debe cumplir como tal, No se sin los cincuenta años los que tanto pesan, Como pesa en mi memoria el último orgasmo, ¿Es posible la felicidad sin sexo?, ¿alguien se ha preguntado?, Quizás para un par de ancianos, para ellos quizás. ¿Es posible ser feliz siendo un adorno sobre el mantel? Pues eso, eso es lo que soy, un adorno, que cocina, Que hace trámites, que paga cuentas, ¿Cómo pude? Convertirme en un adorno a cambio de dinero. ¿Acaso el dinero es sinónimo de felicidad? Lo creí, por mucho tiempo, durante mucho tiempo Soñé ropas lindas, perfumes caros, felicidad ¿Los sueños en realidad pueden doler?, Y me pregunto si este imbécil que tengo por marido, No es capaz de comprar un viagra para satisfacerme, Quizás crean que solo soy una puta pensando en sexo Y Que diría, que dirían si busco un hombre que haga sentir mujer, Carlos por ejemplo, ese que una que otra vez me escribe, Me dedica poemas, me trata como a una mujer y dicen… Bueno es relativo lo que dicen, para los hombres solo un marica, Para sus esposas, mejor no les digo lo que de él dicen, imaginen… Acaso es un sueño, yo aquí hablándole a un espejo, hablando sola, Contándome a mi misma, lo que es mi vida, lo que ha sido Estúpido verdad, pero es lo que me toca vivir ¿o soñar? Me he arrepentido mil veces de abandonar a Manuel. Manuel esta noche te invito a brindar… a la distancia. Mira es un whisky de veinte años, al cual no le he bebido un sorbo, ¡Salud Manuel! a la distancia, Salud por esas noches olvidadas, Que besabas mi cuello y mordisqueabas mis pezones, Salud por esa hora de buen sexo, de besos, caricias, Ay Manuel como te extraño, cuando recorro mi cuerpo, Cuando cae la lluvia, cuando vuelan las hojas, Al verte pensé correr a tus brazos, que me llenaras de vida, Pero tienes familia, y no quiero hacer sufrir a tus hijos… ¿O este dia ha sido solo un mal sueño? O ¿mi vida ha sido un mal sueño? ¡Salud!, el whisky ya no lo siento frío, mi rodilla no duele, En verdad todo ha sido un sueño, donde no hay vida, ni muerte, Donde todo acaba al despertar, Manuel, hoy muero, en este sueño ¿O estoy despierta?, lo sabre cuando aprete el gatillo. Cuando el sonido de un arma rompió el profundo sueño en el que se encontraba el marido de Sofía, quien golpeó dos veces la puerta y la derribó, encontrando en el vanitorio, un vaso de whisky con tres hielos aun sin derretirse por completo y la espalda de Sofía apoyada en la tina mientras una laguna de sangre se formaba en el piso del baño. Manuel por su parte no lo supo sino hasta dos meses después cuando utilizaba un diario para envolver unas cerraduras y vio la foto de Sofía semidesnuda muerta en el baño de su casa. ¿Que hubiera pasado si Manuel no le hubiera mentido acerca de tener dos hijos?...
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MAVAL
barren sin consideración su vida y la de otro...
y después sumergidos en el dolor la confusión les gana y se duermen en el dolor...
que desperdicio de vida!
Caranndor
un fuerte abrazo
MARIA
Buen escrito.
Me sumergí en la historia,pero a decir verdad,
ojalá fuera un cuento.
La mentira,el desamor,la muerte se toman de la mano,
en muchas ocasiones.
Saludos, Abrazo cordial
María
Caranndor
un gran saludo
luna austral
te dejo saludos y me agrado leerlo
Caranndor