Doble dosis de veneno
Publicado en Apr 11, 2013
Deambuló por la sala como un invitado enojado, en desacuerdo con la ceremonia que ahí se lloraba. Con sus labios sellados, casi apretados por la rabia, escuchó lo que murmuraban. Vio rostros demacrados, blancas expresiones y resignaciones apenas concebidas.
Se sintió preso en el lugar que habían elegido sus familiares, una oscuridad absoluta tendiéndose como la noche eterna que viviría desde ese momento. Un frío intenso usurpando sus huesos y la entrega absoluta cuyos puños apretados no pudieron defender. En la mano llevaba la medalla que ella le había regalado. Gris y helada como la sensación que lo atravesaba. No la había visto aún, eso era lo único que lo había llevado hasta allí; sin embargo lejos de lo que creía no asistió. Sus amigos hablaron de su decisión a la que llamaron absurda, de su esperanza estúpida, de su ingenua creencia de que ella lo quería. Intentaron retirar el trozo de plata de su mano; pero desde un rincón desconocido le nació una fuerza violenta, casi agresiva por mantenerlo preso, encadenado a sus dedos, reteniéndolo por siempre como no pudo con su dueña. Desde el silencio que había elegido como el compañero más sincero, continuó atendiendo con impotencia, en desacuerdo, sin poder emitir ninguna opinión. No lo escuchaban, no lo entendían, pensó. Hablaban de traiciones, de amantes y de camas deshechas. De las esperas y llantos repetidos, de excusas y mentiras, de risas traicioneras y entregas desmedidas. Hablaron de su miedo, de la tristeza que lo consumió desde su temprana partida y volvieron a murmurar sobre su decisión absurda. Después de terminar la ceremonia; los autos salieron del cementerio en una prolija fila. Los motores parecían apagados, sólo empujados por la inercia de suspiros amargos y algún llanto sostenido. Él se quedó sólo, mirando el cortejo del que no participaría; esperándola, tal vez quería sólo su compañía. La soledad del ciprés se le hizo propia y quiso gritar, más ni un gemido brotó de su seca garganta. En las manos la medalla aún estaba húmeda de lágrimas y fría como el vacío que circulaba por sus venas. El hombre se acercó a paso lento, le arrancó la medalla decidido y lo cubrió con sábanas blancas, con puntillas y hasta bordadas. La noche comenzó para hacerse eterna y ella no concurrió otra vez a la cita. Antes de que el silencio absoluto dominara todos sus sentidos ya dormidos, lo escuchó; el hombre rió cuando leyó el nombre grabado en la medalla. - ¿Y por ella lo hiciste?- preguntó mientras insistía en abrigarlo- Era linda la piba- rió – se extraña… cogía como ninguna. Solo, con los dedos endurecidos y sin ecos de sus latidos, gritó sin sonido, dejó su ceguera aún teniendo los párpados vencidos y dejó de tragar cuando sólo comenzó a filtrarse veneno. El cajón estaba bien cerrado cuando comprendió que su decisión había sido, como le dijeron, una decisión absurda. Había muerto dos veces...
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Hilda
Me gustó mucho, cariños
Sara
LAPIZ ESCRIBE
Sara
Gustavo Adolfo Vaca Narvaja
Felicitaciones Sara
Sara
Gracias Gustavo por leerme.
Federico Santa Maria Carrera
Esta parte de la respuesta que estás dando deja claramente de manifiesto el tremendo esfuerzo que tu haces para exponer dignos, sinceros, inspirados y buenos trabajos, buscando poco menos que la perfección y ese es un mérito laudable... En cambio muchos no se toman tanta molestia y escriben palabritas al viento; total por ahí abundan los farsantes y declaran haber descubierto el mensaje.
Habrás de perdonarme Sara, pero sigo desbalanceado por la injusticia, y engrano este aspecto con el hecho que necesito ponderar tu propia calidad y defenderle para que en sitios como éste sea ese el tenor de esta causa.
Porque te aprecio y te valoro.
Sara
Tu eres uno, siempre te leo y creo que en todos te he dejado mi paso, pero no lo pienso como una devolución, ni un favor para esperar a cambio; lo hago de corazón. A Gloria, a Lelis, a Silvana, a Kalu, Antonia, siempre les comento y ellos también lo hacen; a veces por privado incluso.
No quiero que me adules, quiero que estes, diciéndome lo bueno y lo no compartido. Eres alguien que espero en mi rincón, sigue haciéndolo y si me tienes que criticar porq no compartes conmigo, hazlo; te invito a hacerlo , nunca me ofenderé. Con decirte que hubo personas que me mandaron a pescar y bué... no me leerá más y listo! Silvana siempre me carga por ese comentario jajaja
Cariños Fede
silvana press
Bienvenida a la rueda de nuevo.
Cariños.
Sara
Cariños amiga.
GLORIA MONSALVE
morir por un amor que a la fial no valio la pena... menos habria valido la vida...
bien lo dicen tenemos las cosas al frente y somos ciegos, ciegos de amor...
me gusto tu nueva tematica.
un abrazo de amistad
Sara
Saludos.