Retrato del Guachito Silbador
Publicado en Apr 13, 2013
Qué bien estaba ese guachito de gambas recias, culo hermoso,guachito silbador. Veía su cuerpo retacón y fuerte, yo, desde la ventana del Bar Humboldt. El Guachito caminaba con movimientos seguros, atrapados en un pantalón corto y una remera negra. Silbaba. La espalda grande retozaba dentro de su remera. Me acorde del Tano Fiorelli cuando me dijo que García Lorca explicaba que un hombre de espalda ancha debería ser feliz cuando se acostara porque se daba cuenta de lo poderosa que eran; esto me lo dijo el Tano Fiorelli, porque yo, de libro niaí. Iba al lado de una mujer de pelo rubio anclada en los 50. Entraron al bar. Me acerqué a él y le dije algo. Paró de silbar y me miró: 2 ojos grandes y negros, totalmente pelado. Miré hacia abajo. Tenía unos pies hermosos metidos en ojotas blancas. Dedo gordo pedigüeño, pensé. Más tarde, y ya en otro lugar, con sus bracitos cónicos intentó abrazarme. Y yo lo dejé. Al guachito silbador. Fue como un olor a campo, a florecitas húmedas. El hizo todo para que yo fuera feliz, pero yo pensaba que lo que mas me atraía era su silbo. -Guachito- le dije- ¿cómo era...? Tu, tururú, tu... ¿y qué más? Me tapó la boca con la mano mientras me tenía apretado, y empezó a silbar. Me pareció tocar el cielo con las manos. Había encontrado el colorido sonajero de mi infancia.
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