En la galería de mi vida, he desplegado numerosas obras de arte. Todas tienen matices diferentes, colores propios de la escena que rescatar quise. Mezclé en mis telas, sentimientos absorbentes, gratos e ingratos, brillantes y opacos. Experimenté sensaciones reflectoras y otras ariscas que nunca expuse.
Hay cuadros que pintan ausencias, la "no correspondencia". Revelan la oscuridad absoluta con manchones desprolijos y negros; los pinté en  los días que se hospedó un intruso en mi corazón. El mismo que clavó hondo con dolor y se fue, vacío de tregua y de perdón.

Veo obras intensas, cuadros de roja pasión. Representan la etapa de cosquillas inquietas, de atrevimientos y osadías; de locuras especiales, sin prejuicios, que generaron un caos en mi interior. Desordenaron todo con exquisito placer y dejaron al descubierto las fuentes termales que explotan y bullen bajo mi piel.  

Algunas impresionan mis venas y retinas, son doradas brillantes; me abrazan con lo que expresan y calientan todo mi ser. El sol habita en ellas, son especiales y atrevidas.
Hay también paisajes soñados, que recorrí con calma y acompañada de la esperanza. Son campos de lavandas, inquietas y dulces, custodiadas por un valle enorme de eterna primavera. Los cielos están despejados o teñidos sin matices  ni tonos rebuscados ; sólo se refleja la mano del maestro en ellos, con paletas desconocidas por los mortales.
Pero en mi paseo, sin dudas, hay una obra preferida. Es inmaculada, pura y radiante; allí se conjugan todas mis nuevas sensaciones, ella las refleja en todas las direcciones y sólo refracta lo bueno. Es mi mejor cuadro, está inconcluso, lo estoy pintando. Extrañamente es blanco, muy blanco... no dice nada y dice tanto con la presencia de todas las luces de colores.
Blanco, definitivamente  blanco, blanco es lo que pinto y blanco es con lo que me cubro. Porque en mi presente pinto lo que siente mi corazón. El cuadro refleja cada sentimiento, manifiesta todo lo que soy, expresa cómo mejoró mi alma desde que se complementó con vos.  Puro, intenso y casto ¡todo!, porque en ese cuadro pinto lo que despiertas en mí, amor.